CAPÍTULO 18. CONVERSACIÓN

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Rateel Maddcro

Crecí con mi padre, nunca conocí a mi madre, o al menos de esta manera lo recuerdo. Mi conclusión es que nos abandonó a los dos y mi padre se las arregló para sacarme adelante él solo aún con sus misiones, cumplía con sus obligaciones laborales y a pesar de eso, siempre llegaba a casa conmigo. Siempre llegaba a mí.

Nunca me hizo falta ella, de pequeña llegué a pensar que había sido mi culpa, pero él se encargó de demostrarme lo contrario, aunque me parecía físicamente a ella, mi padre me decía que solo tenía que mirar mis ojos para saber de quién era y de quien provenía.

Pero ver como el matrimonio de los Jazub eran tan unidos, hizo que una pregunta se originara en mi mente: "¿qué se sentirá?". Cuando mi padre llegaba a casa, siempre lo recibía con un abrazo y un beso, sin importar mi edad y el día que no llegó, desee haberlo abrazado y besado por más tiempo la última vez.

- ¿Me escuchaste? – volteo a ver a la señora Jazub – ¿Estás bien?

- Estoy bien – trago el nudo en mi garganta – lo lamento, estaba distraída.

- Descuida, te preguntaba si querías que te mostrara tu habitación – me toma de la mano y me sonríe con dulzura.

- Se lo agradecería, gracias – tomo mis maletas y mi mochila.

- Deja eso, los muchachos las subirán, deben estar pesadas – le llama a Alexander, Eiden y Caleb.

- No hace falta, puedo con ellas – cargo mis cosas y subo detrás de ella.

Me deja en mi habitación y le agradezco antes de que se vaya. No pierdo tiempo y saco de mi mochila mis audífonos y mi celular, necesito un rato a solas para pensar. Conecto los auriculares y reproduzco mi música en un estúpido intento de alejar mis memorias del pasado "vamos, eso solo te lastima".

Termino y me siento en mi cama, me queda una maleta y aún tengo que acomodar las cosas de mi mochila, en cuanto me levanto para hacerlo la puerta se abre lentamente.

- ¿Estás visible? – se asoma la cabeza de Alexander con los ojos cerrados.

- No, estoy desnuda, ¿qué ocurre? – me quito los audífonos.

- Qué pena – abre los ojos y entra – nada en especial, es solo que no bajaste a cenar y has estado encerrada desde que llegaste – miro las ventanas y veo que es de noche.

- Joder, no me di cuenta, estaba deshaciendo mis maletas. No te preocupes, de todos modos no tengo hambre, gracias – alzo mis hombros y hago el intento de sonreír, pero tal parece que no me sale.

- Ponte una chamarra, saldremos y afuera hace mucho frío – sale de la habitación sin oportunidad de que pueda preguntarle nada.

Me pongo mis botas, una sudadera y una chamarra, abro mi mochila y saco un arma pequeña para ponerla en la pretina de mi pantalón. Bajo y lo veo recargado en la puerta, en cuanto me ve la abre y nos dirigimos a su camioneta, vamos por las calles en silencio absoluto mientras yo estoy absorta en lo que hay fuera.

- ¿A dónde vamos? – pregunto y mi respuesta llega cuando estacionamos en un restaurante que tiene pintas finas.

- No iba a dejar que durmieras sin comer nada – lo miro interrogante – cambia esa cara y mueve tu culo, iremos al lugar cruzando la calle – volteo y veo un pequeño local donde venden hamburguesas.

Una vez dentro vamos a una de las mesas del final y ordenamos la comida, el lugar es cómodo, es un buen ambiente para venir con amigos y eso me hace recordar a los míos "espero estén bien y vean mi mensaje".

- Ahora sí, hablemos – lo miro expectante – ¿qué te ocurre? Has estado diferente desde que llegamos, ¿primera vez tan lejos de casa?

- He viajado a otros lugares, pero no es por eso – me siento idiota contándole mis cosas, no acostumbro a hacer esto con otras personas – en cierto punto las memorias de mi pasado me atacaron y fue un poco abrumador, y más con todo lo que pasa en estos momentos.

- Debe ser difícil – le doy un sorbo a mi bebida – escucha, todos tenemos un pasado al cual solo nosotros mismos le otorgamos un nivel de gravedad, lo que para ti es algo fuerte, alguien lo puede tomar como débil, pero ese alguien no lo vivió o tal vez lo vivió pero no lo tomó de la misma manera.

>> Puedo entender que te sientas abrumada y sientas que todo se te viene encima y el que estés lejos de las personas con las que siempre contabas en estos casos no ayuda, pero quiero que sepas que aunque no es mucho, me tienes aquí – finaliza y me sonríe a la vez que toma mi mano, sus palabras me conmovieron mucho y me sorprendieron a la vez.

Comemos en silencio después de ese discurso y cuando terminamos, nos dirigimos al auto. El camino es igual de silencioso que cuando veníamos hacia acá, tengo que admitir que me siento más tranquila ahora, no hablamos demasiado, pero sus palabras fueron de mucha ayuda.

Llegamos a la propiedad y veo a los de seguridad a los alrededores, tienen más seguridad que el presidente "ciertamente, no se anda con juegos". Entramos a la casa y una voz me hace voltear.

- ¿En dónde estaban? – Caleb se encuentra a mitad de las escaleras vestido a como llegamos con la mirada seria.

- Salimos un rato, ¿Dónde estabas tú? – Alexander se cruza de brazos y yo me siento mal tercio.

- Fuera – Caleb me mira de pies a cabeza, cosa que me hace fruncir el ceño – es tarde, deberían ir a dormir, mañana será un día ocupado.

- ¿Por qué? – le pregunto antes de que suba las escaleras.

- Buenas noches, zmeya – sube y dobla en la esquina, ignorándome por completo. Alexander y yo subimos juntos las escaleras.

- Gracias por el día de hoy – lo abrazo y al principio lo siento un poco rígido, pero me lo regresa luego de unos minutos – buenas noches, rusito.

- Buenas noches, Rate – me sonríe y se da la vuelta.

Llego a mi habitación para colocarme mi pijama y dejar mi arma debajo de mi almohada, me acuesto y mi último pensamiento antes de cerrar mis ojos fueron las palabras de Caleb. Por la mañana me tomaré el tiempo de averiguar el verdadero motivo de mi presencia en este lugar, algo trama y no tengo el presentimiento de que no va a gustarme nada.


Capítulo editado.

Un poco de capítulo en mi relleno, pero, ¡hey! Tomen en cuenta el consejo de Alexander.

Besos en las nalgas, chao.


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KrovozhadnyyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora