CAPÍTULO 62. AGUANTE

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Rateel Maddcro

Ubicación: desconocida.

Han pasado tres días, creo, solo tengo la poca luz que entra por las ventanas para medir el tiempo. El primer día fueron golpes, con el fin de "amaestrarme", como un jodido perro. Eiden fue obligado a ver todo mientras lo sedaban lo suficiente para que no se moviera, pero estaba consciente todo el tiempo.

El segundo día fue de "recuperación". Un médico vino a curar algunas heridas para evitar que muera y estupideces más. "Como si eso fuera suficiente para matarme, pendejos".

Durante estos días he intentado idear planes para salir de aquí, pero ninguno me permite llegar más allá de la puerta, no podemos solos. Seducir a Marcus McCall es una opción, pero el maldito no ha venido desde el día uno; desde ese día pude notar una clase de obsesión hacia mi persona y podría sacar ventaja.

Recuerdo que a mitad de tortura mandó a traer mujeres para su entretenimiento, lo cual se traduce a varias mujeres a tocándolo y chupándole la polla mientras me observaba sangrar; quise vomitar cuando gritó mi nombre al descargar su semen en los pechos de las mujeres frente a él. "Asqueroso".

Era de día, el sol se filtraba por las ventanas y yo recién despertaba. No he dormido bien, he estado alerta por si alguien entra, no es como que pudiera hacer mucho, es un milagro que aún pueda sentir las manos y las piernas. Supongo que tendré que hacerle un funeral a mi trasero, no lo he sentido desde hace tiempo.

Eiden sigue dormido, su rostro tiene rastros de la golpiza que le han dado y su camisa está hecha pedazos, a él también lo han estado torturando intentando sacarle información.

El sonido de la puerta abriéndose a mi espalda me pone inquieta y provoca que Eiden despierte exaltado. Por los pasos puedo deducir que son dos personas. Llegan a mi vista, pero se centran en levantar a Eiden. A pesar de sus quejas e intentos de soltarse de ellos, logran encadenarlo a una cadena que cuelga del techo y lo suspenden en el aire.

Se giran a verme, uno de ellos avanza en mi dirección y cuando lo veo de cerca, noto sus ojos rojos, está drogado.

- El señor te ha tenido abandonada, ¿verdad, zorrita? – su mirada llena de lascivia me asquea.

- ¿Dios? No, él me acompaña a donde sea que voy – me gano una bofetada y bufo con el ardor que recorre mi lado izquierdo.

- No eres graciosa – debería tener mejor humor si se ha drogado – pero tengo algo que te borrará la sonrisa.

Saca una navaja y comienza a jugar con ella. Eso definitivamente borró mi sonrisa. Me pongo tensa cuando comienza a deslizar la cuchilla desde mi cuello hasta el centro de mis senos. El doctor hizo que me pusieran una camisa para evitar infecciones en mis heridas. El adicto frente a mí pierde su vista en ese lugar y después sonríe como si tuviera la mejor idea del mundo.

"¿No pensará en..."

Me rodea y cuando se ubica detrás de mí, rompe mi camisa con sus propias manos. Esto definitivamente no me está gustando nada, puedo soportar tortura física y tal vez la psicológica, pero esto no podré hacerlo.

- Oye, no la toques – el otro tipo que entró con el adicto lo mira con advertencia – el amo no te perdonará si se entera.

- ¿Y quién le dirá? ¿Tu? – de un momento a otro le dispara en la pierna – no lo creo, los muertos no hablan – le dispara en la frente y yo me quedo atónita.

- ¡No la toques hijo de perra! – Eiden se mueve, pero es inútil, no puede zafarse.

- Nos vamos a divertir – sus manos acarician mis hombros y me remuevo, siento su respiración en mi oído y mis ojos arden – te va a gustar, zorrita.

KrovozhadnyyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora