Rateel Maddcro
No sé por cuánto tiempo hemos estado viéndonos a la cara, pero sentía que habían pasado horas desde que entró a la habitación. De pronto el vestido me asfixiaba. Verlo en ese traje negro era como tener un orgasmo visual, mi garganta estaba seca y pedía ser lubricada por su saliva. O lo que viniera de él.
Dejé de pensar cuando sentí su mano subir por mi pierna desnuda, la pasaba con tanta suavidad y delicadeza que llegué a desconocerlo.
- No me gustó verte con ese idiota – la punta de su nariz acariciaba mi cuello, a este punto mi respiración era un desastre.
- A mí no me gustó ver a una mujer semidesnuda sobre ti – su mano se mete entre mis piernas y al sentir una caricia en mi centro, mi respiración se detiene – además, no eres nada mío, puedo hacer lo que quiera.
- ¿No eres nada mío? – su mano rápidamente abandona mis piernas para ponerla en mi cuello – te demostraré que sí.
Su boca impacta con la mía con fuerza, un beso rápido y desesperado. De no ser porque me sostenía, ya me hubiera ido de bruces al suelo, mis piernas temblaban de la excitación que nacía entre mis piernas. Lo deseaba, vaya que sí, deseaba con tanta premura que se enterrara en mi interior.
La parte superior de mi vestido desapareció cuando lo destrozó con sus propias manos. Erick tendría un infarto, pero justo ahora, me importaba una mierda. Se separó de mis labios para mirar mis senos, y lo que vio le gustó tanto como lo que yo estaba viendo.
Esos labios hinchados que comenzaban a ponerse rojos, la respiración hecha una mierda, sus ojos llenos de lujuria y el gran bulto en sus pantalones.
- Espero hayas disfrutado de usar tus piernas – comienza deshacerse de su saco y cuando va a quitarse la camisa, los botones salen volando dejando su torso desnudo "alguien está impaciente" – porque no podrás usarlas en un buen tiempo.
Me toma de la cintura obligándome a enredar mis piernas en su cintura y me lleva a la cama junto con él. Me deja caer y se viene conmigo, su cara está enterrada en mi cuello y con sus manos baja lo que resta de mi vestido; mis bragas están empapadas y cuando su mano sube por mi muslo izquierdo, se detiene.
- ¿Un ligero y una navaja? – su sonrisa ladeada es demasiado para mi corazón, desciende y comienza a besar mis muslos – ty chistoye iskusheniye – "eres pura tentación".
Retira la navaja y la mira con detenimiento, murmura algo que no logro entender y la arroja a no sé dónde, el contacto de sus dientes con mi piel me distrae y miro hacia abajo. Está bajando la liga con sus dientes y cuando la tiene en sus manos, me mira como un cazador mira a su presa.
Me doy la vuelta en busca de distancia y gateo rápidamente al respaldo, pero me impide llegar cuando toma mi tobillo y me obliga a dar la vuelta. Se sienta sobre mi cintura y se asegura de amarrar mis muñecas con la liga. Cuando termina, se levanta para ver su trabajo.
Con la vista puesta en mis ojos, se deshace de sus pantalones, dejándome ver su miembro siendo prisionero detrás de la tela que lo cubre. Toma las esquinas de mis bragas y las baja, puede sentir la humedad que hay en ellas y mis ganas aumentan cuando lo veo olerlas. "Nuevo fetiche desbloqueado supongo".
Me abre las piernas en un gesto rudo haciéndome jadear, su rostro se acerca a mi vagina tan lento que se hace tortuoso. Todo se reduce a cenizas cuando su lengua hace círculos en mi clítoris y mi espalda se arquea cuando muerde y succiona. Mis gemidos salen sin control y cuando mi cadera se mueve, su brazo me aprisiona para mantenerme quieta.
Su lengua se adentra en mí al tiempo que mete un dedo, grito ante la sensación de estiramiento, me está llevando al borde del precipicio y cuando estoy a nada de caer, se aleja de mí.
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Krovozhadnyy
AksiyonLo dicen los adultos y por consecuencia nosotros: la vida es una montaña rusa. Por la momento estas yendo de fiesta con tus mejores amigos, y en un dos por tres estas en medio de una balacera sin saber que el destino te iba a hacer una pésima jugada...