Caleb Jazub
Las semanas han pasado demasiado lento para mí, el peso en mis hombros es un constante recordatorio de que tengo que acabar con mi problema antes de que éste me acabe primero. Necesito una ducha, follar y dormir. Tal vez no en ese orden.
Cada vez es más difícil mantenerme centrado en mi objetivo cuando miro a la serpiente venenosa pasar por mi oficina. Sus bragas al momento de masturbarme ya no me son suficientes, el olor de su excitación provocada por mí se ha desvanecido y mi polla aclama por su calor.
Ha estado fuera de su lugar, es decir, de mi lado, y no tengo ni idea de que carajo es lo que hace, pero tampoco me pongo a investigar al respecto. Sabe lo que hace y si en algún punto necesita ayuda, dispone de todos mis hombres y de mí.
Muevo la cabeza para centrarme en lo que tengo enfrente. Hace una semana atrapé a una puta rata en mis territorios, resulta que es un intento de espía que los de Chicago enviaron. Han estado subestimando mis capacidades y estoy hasta la madre de eso. No soy el Boss de la mafia solo por guapo.
Decido que es un buen momento para parar la paliza que ordené y hacerle unas preguntas.
- Nuevamente, ¿Qué busca Marcus con exactitud? – tengo la sensación presente de que quiere algo más que llamar mi atención.
- ¿Qué te hace pensar que hablaré? No eres más que... – interrumpo lo que iba a decir con un golpe en su rostro y la sangre sale disparada de su boca.
- No me gusta que me falten al respeto – suelto ronco y le doy la espalda para ir a mi estuche.
- Tú no eres nadie para mí – comienza a reírse, sin embargo, deja de hacerlo cuando ve los instrumentos en mis manos, veo el temor en sus ojos e intenta ocultarlo, pero falla terriblemente.
- No te preocupes, me encargaré de serlo – digo riéndome.
Los siguiente diez minutos lo torturo hasta el cansancio. Hago cortes en sus brazos dejando que la sangre chorree, me enfoco en hacer cortes precisos para que soporte el suficiente tiempo y no se desangre antes de hablar. Sus gritos y lamentos son un respiro para mí, me resulta una especie de terapia relajante.
Cuando comienza a rogarme que me detenga, clavo la daga en el asiento en medio de sus piernas, lo cual logra callarlo y ponerlo pálido.
- ¿Algo que quieras compartir? – asiente varias veces.
- Solo sé que está obsesionado con una mujer, no recuerdo su nombre, pero era una mujer muy hermosa – apenas termina y siento mi interior hervir.
- ¿Qué planea para esa mujer? – siento el inicio de un tic en mi ojo.
- Esclavizarla para su uso personal – la mandíbula me duele cuando aprieto con fuerza – folla a mujeres con rasgos similares y después las mata, dice que nada lo va a satisfacer hasta follarse a la verdadera.
- ¿Solo la quiere para follarla y matarla? eso no tiene sentido –le apunto con mi arma para asustarlo, aun no lo mataré, sé que esconde algo grande.
- ¡Espere! – se desespera – ¡Aún tengo más, por favor! – ruega y unas patéticas lágrimas salen de sus ojos "payaso".
- Habla, no tengo paciencia – digo aún con el cañón en su sien.
- Él sabe que ella es una pieza importante en el tablero, piensa en ella como una reina – sus palabras me hacen pensar "mierda" – un rey sin su reina no es nada, y él pretende quitarle su reina a usted.
Le disparo en el lateral del cuello para que se ahogue con su sangre y luego en las pelotas. Encontré a este cerdo intentando abusar de una menor, se lo merece. Salgo del almacén echando humo, tengo que poner a Rateel en un lugar seguro, aunque conociéndola, tendré que amarrarla en algún lado para que no intente nada.
De camino a la mansión llamo a Rateel para que vuelva de donde sea que se haya metido, pero no responde. Después de tres intentos llamo al amigo y la respuesta es la misma, llamo a todos los amigos y pasa lo mismo. Ordeno a mis hombres a contactar a su escolta y se van en busca de noticias.
La sensación de que algo no va bien se instala en mi pecho y llamo a Dave con la esperanza de que él sí pueda responderme, y lo hace, pero no para darme buenas noticias.
Ladro órdenes al conductor para que acelere y en cuestión de minutos llegamos a la escena. Dave da órdenes a todos los hombres mientras yo miro de cerca el panorama. La camioneta que veo mal estacionada me es conocida al igual que la motocicleta tirada en el suelo, me siento rabiar y cuando miro al almacén, un sentimiento que nunca antes había sentido se instala en mi pecho.
Al entrar, observo todo. Hay casquillos en el suelo, la sangre se huele en el aire y hay hombres con los intestinos de fuera en lugares escondidos, "mi linda y traviesa zmeya". Cuando avanzo para revisar el lugar, aplasta algo, es un celular y es el de ella. Me pongo en cuclillas para tomarlo y al estar en esta posición, me percato que hay otro teléfono, solo que éste está destrozado.
¿Lo peor? También reconozco ese teléfono a pesar de que esté inservible.
- Señor – Dave habla a mi espalda y respiro hondo.
- Lo sé – no necesita decirme lo obvio, sé que se la llevaron – reúne a todos en la mansión, ya sabes que hacer.
Sale del almacén y yo miro a la nada dejando que la rabia me absorba por completo. Es verdad que el rey no es nada sin su reina, pierde su rumbo, sin embargo, cuando atacan a la reina, su rey puede incendiar su reino completo con tal de recuperarla.
Y es justo lo que planeo hacer.
Capítulo editado.
Besos en las nalgas, chao.
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Krovozhadnyy
AcciónLo dicen los adultos y por consecuencia nosotros: la vida es una montaña rusa. Por la momento estas yendo de fiesta con tus mejores amigos, y en un dos por tres estas en medio de una balacera sin saber que el destino te iba a hacer una pésima jugada...