Rateel Maddcro
Las cosas estaban aclaradas, las cartas estaban sobre la mesa y las alianzas estaban concretadas. La sala donde estábamos era jodidamente grande, estamos ambas mafias en una sola habitación y nos podíamos mover sin necesidad de rozarnos.
Nos reunimos para realizar un plan de ataque, en medio de la habitación había una mesa donde estaban los planos de la mansión donde viven los del bando contrario. Nakamura expone la información sobre la vigilancia y a sus costados estaban los hombres de confianza y detrás sus hombres; por el lado de Caleb era lo mismo, estábamos nosotros tres a su lado y detrás, los hombres que nos respaldan.
Hay algo que me ha estado incomodando desde que llegamos, ese tal Kenji no me da mucha confianza.
- Te tengo una pregunta – le susurro a Alexander que está a mi lado.
- Dispara – responde en susurro.
- ¿Kenji ha sido miembro desde siempre? – mi vista viaja a él que está concentrado viendo los planos y poniendo atención.
- Lleva demasiados años dentro de la mafia ¿por qué? – me mira expectante por mi respuesta.
- Algo no me gusta, no confío en él – la puerta se abre un poco y la hija entra dirigiéndose a su padre, el cual al verla la toma y la sienta en sus piernas.
- No te cae bien desde que te insultó – dice con burla.
- Eso no tiene nada que ver – respondo igual – solo espero equivocarme.
La niña no deja de verme y yo la miro de regreso, aparte de ella soy la única mujer en esta sala, después de la primera media hora ya me acostumbré a todas las miradas masculinas sobre mí. La Yakuza siempre ha tenido miembros masculinos, las mujeres nunca han llegado a formar parte de ella.
Un movimiento a la izquierda me distrae y observo a la niña caminar hacia mí, ni siquiera noté cuando se separó del padre, el cual me mira y luego a la niña de regreso. Se para entre mis piernas y abraza una, "cuanta confianza".
Estoy de pie a un lado de la silla donde está Caleb, desde otro punto el cuadro pinta diferente, es como si fuéramos...
- Ya hablamos de la vigilancia del lugar, ¿y el plan de ataque? – pregunta Caleb.
- ¿Alguna sugerencia? – antes de que Caleb pueda responder, Kenji habla.
- Opino que ataquemos por los costados, así es más sencillo acorralarlos – dice y hablo enseguida.
- No estoy de acuerdo – me gano miradas extrañas de la Yakuza y una de odio del cara pálida.
- ¿Tienes un plan? – me pregunta directamente Nakamura.
- Atacar por los laterales sería una pérdida de tiempo, pueden atacarnos mientras los demás escapan por enfrente o por atrás y nosotros estaríamos ocupados resistiendo el ataque – respondo.
- Sería mejor rodearlos – habla Caleb, me lanza una mirada que no sé interpretar, no la había visto antes.
- Aprovechemos el número de hombres a nuestro favor, los atacamos por los cuatro puntos, así es más sencillo y evitamos escapes – Kenji endurece la expresión y mis alarmas internas suenan.
- Asignaremos líderes de grupo entonces – me intento acercar cuando siento un jalón de mi blusa, veo hacia abajo y la niña me alza los brazos, la cargo y me acerco – Eiden y Alexander estarán a cargo de un equipo, Rateel y yo estaremos comandando otro; como ustedes quieran organizarse los dejo a su criterio.
- Estoy de acuerdo – dice Nakamura sin dejar de mirarme – Tanyiro y yo estaremos a cargo de un grupo y dejaré a Kenji en otro, ¿entendido?
- Así será, mi señor – responde Kenji.
La reunión sigue su curso mientras se detalla cada aspecto del plan, la niña se ha dormido en mis brazos y recargo mi peso en la silla donde Caleb sigue sentado. Ni siquiera quiero moverme, tampoco sé si hago mal cargándola, pero me lo tomo a bien al notar que mi cabeza sigue en su lugar.
Mi mente se las apaña para recordar cada detalle de los planos, la mansión es enorme y me preocupa la sensación de intranquilidad que no me abandona. Antes de salir pido una copia de los planos y las descripciones del terreno y de la mansión.
Al salir le entrego la niña a Nakamura, el cual me observa con mucha seriedad; este tipo me mira demasiado y me comienza a poner de los nervios, le pediré una limpia a Fernanda cuando vuelva a Rusia.
Al entrar a mi habitación voy a la ducha para relajarme unas horas antes del ataque, mientras estoy bajo la regadera, mi mente va muy lejos llevándome a los escenarios en donde Caleb ha intervenido. El sexo, sus penetraciones sin cuidado y... me interrumpo para no ir más lejos. "Hace calor de repente".
Salgo de la ducha y me pongo un short de licra con un top negro. Dejo mi cabello suelto aun goteando agua y me acerco a la mesa donde están los planos; analizo cada punto e información mientras preparo mis armas. Acomodo todo en mi mesa y también desempaco mis navajas, granadas, cartuchos y unas cositas más.
Tocan a la puerta y con arma en mano voy a la puerta, la abro ligeramente y esta se abre de golpe. Retrocedo rápido y apunto a la cabeza de la persona que entró.
- Bájala antes de que te arrepientas – habla burlón.
- ¿Crees que te tengo miedo? – sonrío de lado y bajo el arma – cierra la puerta.
- Alexander dijo que no confías en Kenji, ¿por qué? – Caleb se mantiene hablando a mi espalda mientras reviso la corredera de mi arma.
- Ese hombre no me inspira confianza, siento que esconde algo – me congelo en mi lugar cuando siento su calor detrás de mí – y algo me dice que no fui la única, ¿cierto?
- No le quitabas la mirada de encima en ningún momento – retira el cabello de mi hombro y su respiración se centra en mi cuello.
- Lo analizaba, ¿algún reclamo? – me giro y lo enfrento, tiene la mandíbula tensa y su mirada es pura intensidad.
- No me gusta que pongas tus ojos en otros hombres – presiona los dedos en mi barbilla y me acerca de golpe a él – tus ojos no pueden ir en alguien más.
- Mis ojos, manos y labios pueden estar en donde yo quiera que estén – me suelto, voy a su oído y le susurro – no te pertenezco y, por lo tanto, puedo hacer lo que quiera con quien quiera.
Endurece su gesto mientras que yo le sonrío con sorna, mi cadera choca estrepitosamente con la mesa y algunas cosas caen al suelo. Sus manos aprietan mi cadera y un jadeo escapa de mi boca. Siento que me incendio, pero no estoy dispuesta a ceder, no aun.
- Cierra la puerta cuando salga, señor Jazub – tomo sus manos y las alejo de mi cuerpo y recojo lo que tiró dándole una vista de mi trasero.
- Deja de jugar con fuego como si fueras inmune a las llamas, ya una vez ardiste en las llamas de mi infierno – y sale de la habitación.
Me incorporo y sonrío. Provocarlo ahora me dará un beneficio para después, tengo planes para nosotros, después de todo, mi necesidad de él me exige que ponga fin a esta distancia.
Capítulo editado.
Besos en las nalgas, chao.
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Krovozhadnyy
AçãoLo dicen los adultos y por consecuencia nosotros: la vida es una montaña rusa. Por la momento estas yendo de fiesta con tus mejores amigos, y en un dos por tres estas en medio de una balacera sin saber que el destino te iba a hacer una pésima jugada...