Cuando termino el examen de historia (por cierto, ha sido una mierda porque no sabía nada) me pongo a leer de nuevo. Claro, al no saber nada, me sobra mucho tiempo.
Al tocar la sirena que indica el cambio de clase, un par de chicas se ponen a mi lado, una a cada lado: Ámber a la derecha, y Ashley a la izquierda. Ambas son rubias y más tontas que un trol, por no decir que visten como Umbridge y tienen la personalidad de Lockhart: sólo existen ellas y su "preciosa" sonrisa.
— ¿Otra vez leyendo ese libro, pardilla? —pregunta Ámber dándome un empujón.
Sin poder evitarlo, miro al libro que tengo entre las manos: estoy volviendo a leer Harry Potter y el Prisionero de Azkabán. Este libro al final me parece un poco cruel, ¿no? Porque por un breve instante Harry se piensa que se va a ir a vivir con su tío, y luego resulta que Sirius tiene que esconderse.
— ¿Algún problema? —respondo, dándoles un empujón a ellas.
Las adelanto y comienzo a andar hacia mi próxima clase: literatura. Pero no tardan en molestarme de nuevo.
— ¡Ha estado muy bien eso que has hecho! —me dice la voz de David, el más listo de clase.
Es delgado, alto, moreno y con gafas. Y tiene un cerebro propio de Einstein. No suele caer bien porque no deja responder a nadie en clase, me recuerda un poco a Hermione, pero a mí me da igual, como no me molesta mucho... En clase no atiendo, y por las notas que estoy teniendo, seguro que repito curso. Bueno, qué se le va a hacer.
— ¿Darles su merecido?
David asiente frenéticamente. Parece que se le va a ir la cabeza volando.
— Bueno, se lo merecían —gruño.
David ríe arrugando la nariz y después me sonríe.
— Yo también he leído Harry Potter, ¿sabes?
— ¿Eres un Potterhead? —pregunto, asombrada.
He conocido, por internet, a muchas chicas Potterheads, pero nunca a un chico, y que tuviese uno en mi clase y que no lo sepa hasta hoy, bueno... me molesta por no haberlo descubierto antes pero a la vez me sorprende.
— Sí —responde, sonrojado—. Desde hace varios años ya.
Sonrío.
— Yo desde hace un mes, casi.
— ¿Y te ha gustado? —pregunta mientras busca algo en la mochila.
Le digo que sí. Pero en realidad... me ha fascinado. Y no poder entrar en un mundo como ese: es una mierda. No hay otra forma de describir esa sensación.
Cuando llegamos a clase de literatura, él y yo nos sentamos juntos por la primera fila. Mientras que yo guardo el libro de Harry, él saca un montón de libros a la mesa. Me lo quedo mirando con una expresión rara y él me contesta:
— Son los libros voluntarios que me ha prestado Helen —Helen es la profesora de literatura —. Ya me los he leído.
— ¿Cuándo te los prestó?
— La semana pasada —dice mientras se encoge de hombros.
Cuento los libros y son cinco en total, de unas cuatrocientas páginas cada uno. Lanzo un suspiro al aire y lo miro con cara de preocupación. ¿Se puede leer tanto en sólo siete días? Vaya, este debe salir en el libro de los Récords Guiness.
†
A la hora del almuerzo, como siempre, voy a la biblioteca. Me suelo sentar en los ordenadores, porque así miro entrevistas y demás de los actores de la saga HP (para abreviar). Pero justo cuando enciendo el ordenador, alguien se sienta a mi lado. Alto y delgado: solo puede ser David.
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ENTRE MUGGLES
Fiksi PenggemarDana es una adolescente de quince años que, para escapar de su dolor, se refugia en los libros a recomendación de su psicóloga. Así es como termina descubriendo Harry Potter, una saga con la que se obsesiona en poco tiempo. La situación la lleva h...