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Resulta que la casa era de mis padres. Es extraño pensar que mis padres biológicos han salido de Voldemort. No puedo evitar imaginármelos sin nariz. Pero, obviamente, mi abuela no lo haría con un monstruo como eso, así que supongo que debió ser antes de que Tom pasase a ser Voldemort.

La cama de Percy es un poco incómoda, pero es bastante calentita. Después de que Molly y Arthur me dijeran lo de la casa, los estuve interrogando, y me contaron todo lo poco que sabían: que la casa de mis padres está en Godric's Hollow, que la tumba de mis padres también, que mi situación es muy parecida a la de Harry Potter, que mis padres me dejaron la casa en el testamento... Y poco más. No me han contado cómo es la casa porque no lo saben, pero me han prometido llevarme mañana mismo.

Aunque a mí poco me importa, porque a quien quiero ver es a Draco. Por mi culpa, todo ha cambiado y ya nada es como antes. La magia (qué ironía, ¿eh?...) que había entre nosotros, hubiese poca o mucha, se ha esfumado para dejar solo un poco de humo.

Aunque me da igual, porque si solo queda humo, al menos ya queda algo. Tengo la esperanza de que un día me lo encuentre y me diga que me quiere, pero sé que no va a suceder así. Draco ha dejado de quererme, y supongo que esta vez para siempre.

Astoria Greengrass... Esa era la mujer con la que se casaba. Espero que no la haya conocido todavía, porque si lo hace, estoy perdida. Ellos se acababan casando, y tenían un hijo y todo llamado Scorpius, por el abuelo de Draco. Sé que no puedo hacer desaparecer ese hijo, por lo que será mejor que me mantenga lejos de Draco.

Pero no puedo, no puedo estar lejos de él sin que mi piel lo necesite. Esta vez quiero ser egoísta y pensar un poco en mí, que para eso soy una Slytherin no una Gryffindor.

Cojo aire y me vuelvo a girar en la cama, alargo el brazo y con la mano cojo mi varita dorada, que descansa sobre la mesita de noche. Al cogerla, la abrazo, porque sé que la última persona que la ha tocado ha sido Draco. No le veo llamando a un elfo doméstico para que guarde mis cosas. Lo veo a él mismo.

Y así, abrazada a la varita sobre mi pecho y llorando a moco tendido, me quedo dormida.

Cuando me despierto, me duele el corazón al recordar que he soñado con Draco. Un Draco que sí me quería. Cierro los ojos por un breve instante, cojo aire y vuelvo a recordar el sueño. Una sonrisa leve se me escapa, pero abro los ojos rápidamente porque la barriga me está pidiendo comida.

Cuando pongo los pies en el suelo, me doy cuenta de que la varita está al lado de la mesita. La cojo y la meyo dentro de mi pantalón del pijama. Se me debió de caer anoche mientras dormía.

Al levantarme, me estiro. Cuando termino, bajo a la cocina, donde me encuentro a Molly preparando el desayuno. Cuando me ve, sonríe ampliamente. Ojalá Draco me hubiese sonreído a mí así.

— ¡Buenos días, querida! —exclama tan alto que yo creo que su intención es despertar a sus hijos también—. ¿Quieres desayunar?

— Sí, por favor —y sonrío tímidamente.

— Nada de por favor —me riñe—. Estás en tu casa.

— Gracias —respondo con toda la amabilidad que me es posible.

Pues al final, resulta que Molly cocina bien y todo, porque los huevos y el beicon están deliciosos. Me relamo el labio inferior al terminar y le doy las gracias. Con un movimiento de varita, hago que el plato se limpie solo y subo a "mi" habitación de nuevo, pues quiero cambiarme.

Cuando entro por la puerta, me sorprende ver una lechuza en mi ventana. Así que me cerco sigilosamente y abro la ventana, dejo entrar a la lechuza negra y ésta se coloca encima de mi cama. Nota mental: comprarme una lechuza.

De momento, me acerco a la lechuza negra que hay sobre mi cama y la exanino. Ella me ofrece una patita y veo que tiene un trozo de pergamino. Lo cojo, muy curiosa, y empiezo a abrirlo. Cuando lo leo, me quedo blanca y sin respiración.

18:30 Mansión Malfoy. DM.

Sé que son pocas palabras, pero me reconforta que vengan de Draco Malfoy, quien ahora quiere verme.

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora