†19†

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— Tú no sabes lo que es querer —gruño—. No lo sabes, Draco.

— ¿Lo podemos hablar fuera? —me pide.

A esos ojos, ¿quién se resiste? Asiento con la cabeza y salimos de la biblioteca.

Aunque yo me paro, él sigue andando.

— ¿Adónde vas? Ya estamos fuera.

Él se gira y veo una sonrisa perversa en él.

— Te mentí. Vamos a un lugar seguro.

Trago saliva.

"Un lugar seguro", para Draco, es su habitación en la Torre de los Perfectos.

— ¿Otra vez aquí? Qué malos recuerdos —suelto.

Aquí pasé mi primera noche en Hogwarts, en el mundo de magia. Y aunque diga que son malos recuerdos, en realidad para mí fueron felices. Y mucho.

— Ya, claro —se burla Draco—. ¡Si te encantó dormir conmigo!

— Bueno, tú seguro que no notaste la diferencia —susurro—. Seguro que aquí has traído a Pansy un montón de veces y habéis dormido juntos.

Él sacude la cabeza.

— Aquí la única que ha dormido, has sido tú —y sonríe.

Iba a sonreír, cuando me he acordado de por qué estamos aquí.

— Eh, a lo que íbamos —digo mientras chasqueo los dedos (índice contra pulgar) delante de su cara.

— ¿En serio tenemos que hablar de esto?

— ¿Cómo? ¡Para eso hemos venido, idiota! —replico.

Se acerca a mí y me quita la mochila.

— ¿Qué haces? —pregunto, ceñuda.

— Quitarte peso de encima.

— No necesito tus patéticos cuidados —gruño.

— No lo hago por ti, lo hago por mí —frunzo el ceño ante eso—. Porque tengo miedo de que me pegues con tu mochila si te digo que te quiero.

Bufo.

— ¿Por qué te iba a pegar?

— Tienes mal carácter, ¿sabes? —replica él con una sonrisa.

Lo habré heredado de mi abuelo...

— Bueno, pues tendrás que demostrarlo, ¿no? —pregunto—. Porque hasta ahora no me ha quedado claro.

Él se acerca poco a poco a mí, deposita un beso en mis labios (que me hace estremecer) y me coge de la cintura para atraerme hacia él. Noto su cuerpo, que me desea, como el mío, que sólo quiere probarle.

Le beso también. Él baja de los labios al cuello, para hacerme cosquillas con sus lametones. Desliza sus manos hasta debajo de mi túnica, para después subirla hacia arriba, quitármela y lanzarla al suelo.

Yo hago lo mismo con él. Nos miramos por unos segundos.

Me vuelve a coger de la cintura y me atrae hacia él. Me quita el jersey del uniforme y después la camisa. Repito lo mismo con él, dejando al aire su torso desnudo, tonificado y blanco.

Sin querer, bajo la mirada y veo su antebrazo izquierdo, donde descansa la Marca Tenebrosa.

Draco no me deja que la mire por mucho tiempo, porque suavemente me coge de la barbilla y me obliga a mirarle. Sonreímos.

Me besa de nuevo los labios, poniendo sus manos sobre mi culo y apretándome a su cuerpo. Mientras le acaricio la espalda, empiezo a notar un bulto de su pantalón sobre el mío. Entiendo qué es, y por eso sonrío.

Él me acaricia la barriga con una mano y con la otra la nuca. Después, me coge por debajo del culo y me levanta, dejándome en la cama con mucho cuidado.

Mientras está inclinado sobre mí, observo cómo me mira: pasión, deseo.

Me lamo los labios y él se lanza sobre ellos, para besarlos. Su lengua y la mía se encuentran para bailar juntas, con la música de nuestros gemidos.

Acaricio su culo (sí, siempre me ha encantado) mientras que él me acaricia el pecho. Dios, es perfecto.

— Tú también lo eres —susurra él mientras me besa.

— ¿Podrías dejar de hacer eso conmigo? Me da mal rollo, ¿sabes? —replico.

— Calla y bésame.

Obedezco y le beso. Él se acerca a la cremallera de mi pantalón y empieza a bajarla, después, desabrocha el botón y me quita, con mucho esfuerzo, mis vaqueros para lanzarlos al suelo junto con mis otras prendas.

— No es justo —replico, con una sonrisa—. Yo me he quedado en ropa interior: tú debes hacer lo mismo.

Él sonríe de medio lado y se quita el pantalón mientras lo observo. Por Merlín, ¡esa sonrisa me vuelve loca!

Cuando ya se ha quedado en bóxers, se tumba encima de mí para que se haga notar lo caliente que está. Con la ayuda de mis manos, lo arrimo más a mí (si es posible) y empiezo a besarle y estirarle del pelo.

— Sheeran... —gime—. ¿Quieres... quieres hacer el amor?

— ¿Pidiendo permiso, Malfoy?

— Ya no —contesta con una sonrisa tras escuchar su apellido.

Así pues, el me quita mi ropa interior y yo le quito la suya. Me penetra y cada vez que lo hace, me siento feliz.

Finalmente, llegamos al orgasmo y tumbado a mi lado mientras me coge por la cintura, se duerme.

Mi hurón.

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora