†85†

2.5K 191 30
                                    

De pronto, dos brazos me cogen por la cintura y me sacan del agua. Me volteo y me encuentro a Draco mirándome con cara de pervertido. Me muerdo el labio inferior para no reírme y él me aprieta contra su cuerpo, de modo que noto su bulto apretándose contra mi intimidad.

— Sé que quieres —dice Draco, y mete sus manos por debajo de mi camisa y va subiendo poco a poco, haciendo que se me erice el bello del cuerpo— ¿Por qué no lo admites?

Me giro y oculto mi cara con el pelo.

— Amigos, Draco. Haz el esfuerzo que hago yo —y entonces me giro y lo miro directamente a sus ojos grises—. ¿O no quieres que seamos novios?

— Pero... ¿no crees en el amor a primera vista? ¿Tengo que pasar de nuevo por delante de ti?

Me río a carcajadas.

— ¡Menuda tontería acabas de soltar! Draco, estoy enamorada de ti, pero...

— Si lo estás, no te importará ser mi novia ya.

— ... tengo que ver si funcionamos como amigos.

— Funcionamos —dice él con tono seguro.

Sacudo la cabeza y me río. Tan testarudo como siempre.

— No, no funcionamos. ¿O te recuerdo nuestra etapa en Hogwarts?

Él bufa como un gato y me atrapa con sus brazos.

— ¡Hala, ya me has bajado el calentón! —se queja.

Me río.

— ¡Qué pena! —suelto con tono de burla—. Ahora ya no podrás ser feliz nunca más.

Me agarra del culo.

— Siempre podemos hacer que se suba de nuevo —me susurra al oído, haciendo que mis pezones vuelvan a endurecerse.

Joder. Ni mi cuerpo me hace caso.

Aparto a Draco de mí y lo miro a los ojos con una expresión severa. Espero que capte lo siguiente que le voy a decir:

— O amigos, o nada —digo con el tono más frío que puedo.

Tengo que ser lo más creíble que pueda...

— ¿Follamigos? —me pide poniendo morritos.

Alzo mis cejas, sorprendida.

— ¿Tú de dónde has sacado eso? —pregunto—. ¡Eso es muggle!

— Eh, ¡que los magos también tenemos esos términos! No estamos apartados del mundo totalmente, ¿sabes?

Pongo los ojos en blanco.

— Vale, lo que digas —y suelto una risilla.

— ¿De qué te ríes? —me pregunta, y le da un toque a su nariz con la mía—. Entonces, ¿follamigos o novios? Tú eliges.

— Amigos —gruño.

— Vale, entonces seremos follamigos —suelta Draco, zanjando el asunto por la cara que pone.

¿Quién se atreve a contradecirle?

Suspiro.

— Vale, follamigos —digo a regañadientes.

— ¡GENIAL! —exclama Draco con una sonrisa de oreja a oreja—. Ahora, vamos a estrenarnos como... follamigos —dice, y sonríe de medio lado.

No me da tiempo a replicar, porque enseguida pega sus labios a los míos y empezamos a besarnos como nunca antes. Nos paramos solo para coger aire y poco más.

Pero entonces Draco me quita la camiseta del pijama y la lanza, como puede, a la orilla. Me quedo desnuda de cintura para arriba mientras Draco me observa.

No quiero ni pensar qué piensa él.

El rubio se abalanza sobre mí y me atrapa por la cintura. Paso mis brazos por su cuello y me pego a él, notando su... trompa.

Draco baja sus manos hasta mi pantalón y las mete en él. Me pongo tensa enseguida. Él se ríe y pienso que me tengo que vengar. Bajo mis manos a su trasero y lo agarro fuertemente, haciendo que dé un salto del susto y yo me ría.

Entonces mete sus dedos más adentro y los noto demasiado. Conforme los va metiendo, me voy sintiendo mejor. Me agarro fuerte a su culo porque estoy a punto de llegar al orgasmo, cuando para.

Lo miro, furiosa y frunzo el entrecejo.

— ¿Qué haces? ¿Por qué paras?

Él se ríe.

— ¿Ves? ¿A que jode? Tú me has hecho lo mismo.

Y dicho eso, se da media vuelta y empieza a caminar hacia la orilla, dejándome cachonda como una perra.

Puto rubio.

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora