†79†

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Después de unos segundos besándonos, él apoya su frente en la mía y sonríe. Yo hago lo mismo y paso mis manos por su cuello.

— Bueno, ¡ya está! —exclama, de pronto, Eddie, entrando por la puerta y dando una palmada. Oh, el hermano protector a la una... A las dos... — No quiero tener que ir a la farmacia de la esquina a por condones.

— ¿Qué es eso? —pregunta George entrando tras Eddie.

Mi hermano lo mira y encara una ceja.

— Pues es una cosa que te pones en la po...

— ¡Eddie! —chillo, y Draco se ríe—. George, los condones son... globos —y sonrío nerviosamente.

— No soy un niño pequeño —replica el pelirrojo cruzándose de brazos y bufando como un gato.

— Bien —dice mi hermano mirándome—. En cierto modo, los condones sí son globos cuando los hinchas con aire. Pero su utilidad es para proteger de...

— Clases de sexualidad no, ¡por favor! —gruñe Ginny entrando por la puerta y sentándose delante de la cama.

— Parece mentira que no conozcáis qué es un condón —suelta mi hermano con cara pensativa—. Los magos son muy raros.

— ¡Los muggles sí sois raros! —exclama Draco, ofendido.

— ¿Perdona? —replica mi hermano mientras lo mira con cara de pocos amigos.

— ¿Qué? Es la verdad —responde Draco con aires de orgullo.

Le pego un manotazo y me río.

— Mientras mi hermano esté aquí delante, ¡los muggles son fantásticos!
Draco pone los ojos en blanco y me abraza.

— ¡VUELVEN A ESTAR JUNTOS! —chilla Julia, sonriendo y dejándonos medio sordos.

Me tapo los oídos y miro a los demás. Y, de pronto, me paro en Ron.

— ¿Qué haces comiendo ahora? —pregunto entre risas.

— ¿Qué? —replica él pegándole un bocado a su rana de chocolate—. Tenfo hambfe.

— Se ha debido de comer mi oreja, también —bromea George.

Y Fred ríe con él.

— ¡George! —le reprende Julia—. No deberías decir esas cosas...

— ¿Qué? —se queja George—. Es mi oreja, y yo decido cómo bromear con ella. Además, ahora que sacamos el tema... ¿Te parezco feo con una sola oreja?

Julia se acerca a él y, aunque susurra, se le puede escuchar perfectamente:

— Me parecerías bello hasta con un solo ojo, Georgie. No digas tonterías. A mí lo que me importa es cómo eres por dentro —sonríe y le da un beso a su novio.

Draco me mira a mí y vocaliza un "te quiero" sin decir nada. Yo me sonrojo y sonrío.

— Vamos, dímelo —me pide.

Me muerdo el labio inferior.

— Te quiero, Draco Malfoy.

Después de dos días, todavía guardo cama. Pero ya en mi casa. ¿Por qué estoy en la cama por un simple golpe? Bueno, imagino que es porque estoy baja en defensas. O tal vez es porque se está muy bien aquí.

Me reincorporo en la cama y me quedo sentada mientras veo la televisión que hay colgada en la pared. Es una serie muggle sobre un joven al que le obligan a irse a vivir con sus tíos y allí tiene que soportar a los plastas de sus primos, sobretodo al mayor.

Cuando, de repente, se abre la puerta y por ella entra Draco con una bandeja llena de comida para desayunar. Sonreímos al cruzar una mirada y el rubio se sienta a mi lado. Coloca la bandeja en nuestras piernas y empezamos a comer en silencio. De vez en cuando nos reímos con las cosas que pasan en la serie.

Cuando terminamos, él coge mi mano, pero yo la aparto.

— Draco, te lo dije ayer: sigo enamorada de ti, pero me va a costar mucho perdonarte.

— Haré lo que haga falta —sonríe y me da un beso en la mejilla.

Me ruborizo y me ladeo para que no me vea.

— Me costará muy poco ganarme ese perdón —dice con un tono de chulería.

Le revuelvo el pelo y me río.

La puerta se abre y por ella entran Julia y George cogidos de las manos.

— ¡Hora de ir a Julia's Secrets! Quiero que veáis cómo ha quedado y que me ayudéis con la inauguración.

— ¡Perfecto! —exclamo sonriendo.

— Intentaré pasármelo bien —susurra Draco.

Lo miro y me guiña un ojo.

Es cierto, me costará muy poco perdonarle.

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora