†20†

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Me despierto y lo primero que noto es una respiración lenta y pausada en mi nuca. Me giro lentamente para no despertarle y me quedo mirándolo. Tiene rostro y alma de ángel, lo sé. Aunque él intente ser una mala persona solo para que le respeten, yo sé que es capaz de amar. Como, supongo, que me ama a mí.

— Eso ni lo dudes —dice él en un susurro, todavía con los ojos cerrados y dándome un pequeño susto.

Pongo los ojos en blanco.

— ¿Ya me estás leyendo la mente, de buena mañana? —replico.

— ¡Oye! —exclama él con una sonrisa—. Tú has estado observándome a mí primero —dice, todavía con los ojos cerrados.

— ¿Por qué no abres los ojos, huroncito? —pregunto, frunciendo el entrecejo.

A lo mejor está sonámbulo. No, no creo.

— Te estoy recordando... desnuda —y sonríe de medio lado, abriendo por fin los ojos.

— ¡Pervertido! —exclamo, y le doy un suave golpe en el hombro.

— Solo con mi huroncita —añade en un susurro antes de volverse a dormir.

Soy su huroncita...

Me tumbo de nuevo en la cama y sonrío. Mi último pensamiento antes de quedar dormida otra vez, es para Draco Malfoy.

DRACO P.O.V

Noto cómo se vuelve a tumbar y abro los ojos. Es preciosa. Y la mejor persona que he visto jamás. La arropo con la sábana todo lo que puedo y me levanto para darme una ducha.

Mientras el agua caliente recorre mi cuerpo, pienso en ella.

Y en el peligro que corre estando conmigo.

Vuelvo a la habitación y me encuentro a Dana vistiéndose. Como ni me ha visto ni me ha oído entrar, me acerco a ella sigilosamente y paso mis brazos por su cintura, rodeándola y atrayéndola hacia mí.

Ella lanza un gemido que me pone la piel de gallina y que, a su vez, me hace sonreír.

— Draco... —susurra.

Sacudo la cabeza, aunque ella no me ve. Inclino mi cabeza y toco con mis labios su oreja, y con mi preciosa nariz su pelo.

— Llámame Malfoy... O huroncito —le pido en el tono más sexi que puedo.

— Pero a ti no te gusta que te llame así —replica ella, nerviosa y girándose hacia mí.

Aprovecho y le robo un beso. Por Merlín, es tan bella...

— No me importa si la que me llama así eres tú —ella se ruboriza—. Pero será nuestro secreto. Delante de todos me llamarás Malfoy.

Dana sonríe malévolamente.

— Pero si que te llame por tu apellido te... pone.

— Pues por eso mismo —digo, con una sonrisa—. Así iré contento todo el día.

Ella niega con la cabeza.

— No, porque seguro que te encuentras a Pansy y...

— Pero, es que... —la corto—. Debo hacerlo, Dana. ¿Te crees que a mí me gusta esa loca? —sacudo la cabeza y pongo una mueca de asco—. Ni con un filtro de amor.

— ¿Y por qué estás con ella? ¿Y por qué te enrrollas cada día con una diferente? —pregunta, un poco furiosa.

— Porque el Señor Tenebroso sabe que no las amo. Y si se enterara de que te amo a ti, te haría daño.

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora