†58†

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Ya solo quedan seis días para la boda.

Me levanto de la cama y salgo de la habitación. Me asomo a la habitación de Julia pero veo que su cama sigue intacta. Una de dos: o la ha hecho de buena mañana o no ha venido en toda la noche. Espero que no sea la segunda, porque entonces castro al idiota de George.

Suspiro y voy a la cocina. Me preparo el desayuno y, mientras me lo como, pienso en lo de ayer. Vaya día... Cierro los ojos y sonrío tras recordar el beso de Draco. Un beso que echaba de menos muy en el fondo de mi corazón.

Cuando termino, lo limpio todo y me decido por llamar a Fred, pues no sé si quiero enterarme de lo que sea a través de George.

— ¿Sí? —dice al cogerlo.

— Soy Dana, Fred.

— ¿Por qué me llamas al zapatófono? —pregunta.

Frunzo el entrecejo y al comprender me río.

— ¿Se te ha caído el móvil al zapato? —pregunto entre risas.

— ¡Pues sí! —exclama, indignado.

— ¿Y cómo has descolgado? —pregunto, curiosa.

— ¡Con la varita! ¿Qué más da? La cuestión es que me has despertado. Por Merlín, ¿qué quieres?

— ¿Ha ido George a tu casa?

— No.

— ¿Y cuándo va a volver?

— Oye, eso lo tendría que preguntar Julia —replica—. Y hablando de ella, ¿tampoco ha ido a tu casa?

— No.

— Esos dos me dan mala espina —susurra—. Y si eso era lo que qurías saber, ¡adiós! Que quiero dormir.

— Ad... —pero cuelga antes de que acabe.

Qué borde puede llegar a ser a veces.

A eso de las cinco de la tarde, cuando estoy medio dormida en el sofá (vaya vida la mía, ¿eh?) se abre la puerta de la entrada y veo a una Julia más furiosa de lo que es normalmente.

Me levanto del sofá y me voy directa hacia ella. Va tan enfadada que me dan ganas de reír, pero me llevo una mano a la boca y me contengo.

— ¡Maldigo a George! —gruñe ella cerrando la puerta de un portazo—. ¡ME HE PASADO LA NOCHE EN UNA COMISARÍA MUGGLE POR SU CULPA! ¡EL MUY IDIOTA SE FUE DEL RESTAURANTE SIN PAGAR! ¿SABES QUÉ PASÓ DESPUÉS? QUE UN CAMARERO VINO Y NOS DIJO QUE NO HABÍAMOS PAGADO. MIRÉ A GEORGE EN BUSCA DE RESPUESTAS Y... ¡TACHAN! ¡LE PROPUSO PAGARLE CON GALEONES! COMO ES OBVIO, EL CAMARERO SE QUEDÓ FLIPADO, Y NOS LLAMÓ LOCOS Y DEMÁS. ENTONCES VINO EL ENCARGADO Y LLAMÓ A LA POLICIA.

No puedo evitarlo y me río a carcajas.

— Sí, te parecerá muy divertido, pero el calabozo muggle es muy sucio.

— Sigue contando —le pido entre risas.

Entramos al comedor y nos sentamos en un par de sillas.

— Oh, cuando nos metieron en esa especie de celda, George se puso a gritar como solo un Weasley sabe. Vino un policía y dijo que se callara. Pero aquél lo amenazó con echarle un Avada y el policía se quedó con la boca abierta. ¡Resultó ser un mago! Y claro, amenazarle con un Avada a un mago NO ES NADA BUENO. Pero gracias a la impertinencia de George, el policía movió los papeles más rápidos y por eso hemos podido salir hace un rato.

— ¿Por qué no os desaparecistéis desde un principio? —pregunto soltando una carcajada y secándome la lágrimas que se me escapan.

Ella se da un golpe en la frente.

— Somos un par de idiotas —masculla—. ¿Cómo lo pudimos olvidar?

— Prima, George es una mala influencia...

— Sí, ya...

— Cambiemos de tema. ¿Cómo os fue la cena? —sonrío de medio lado.

Ella se sonroja de inmediato y esconde su cara entre el pelo.

— Bien... Genial.

— Vamos, ¿pasó algo importante? ¿Te pidió de salir? ¿Te dijo que te quería? ¡Di algo!

— Vale, vale —se apresura a decir—. Pues... Esto... Me pidió ser su mujer —la mandíbula me roza el suelo, creo, de la sorpresa—. ¡ME PIDIÓ QUE ME CASARA CON ÉL! —chilla, emocionada, y me enseña su mano con el anillo.

— ¿Y qué le respondistes? —encaro una ceja y sonrío.

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora