†53†

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— Pansy, ¿qué demonios me has hecho? —gruño.

— ¿Yo? Na-nada —balbucea, nerviosa.

— ¡Me lanzaste un obliviate, ZORRA! ¿Qué me hiciste olvidar? —exclamo sin poder conternerme.

— Yo no hice eso —replica.

— Lo recuerdo, idiota.

— ¿Lo recuerdas? ¿Todo?

— ¡Solo que me lanzaste un obliviate! ¿Es que eso no es todo? ¿Hay algo más? ¿QUÉ ME HAS HECHO OLVIDAR? —repito, casi parezco un lobo aullando.

— Nada que no te importe. ¡Adiós! —y se desaparece.

Me quedo con la boca abierta, atónita. ¿Qué acaba de pasar? Miro a los chicos en busca de respuestas pero ellos parecen tan sorprendidos como yo. Frunzo el entrecejo y me siento en el suelo, agotada.

Cormac se está mirando las manos, ahora de un color marrón muy feo por haber pegado a Draco. Hermione está sujeta a Ron, asustada. Julia tiene cara de muy mala leche. Y Harry y Ginny parecen confundidos.

Sé que ninguno de ellos sabe nada, así que me voy a mi habitación y me cambio para ponerme mi mejor vestido. Cuando ya estoy arreglada, alguien toca a la puerta. Le digo que pase y por ella se asoma Cormac.

— ¿Estás bien? —me pregunta.

Pasa adentro y se sienta en la cama. Me observa por uno segundos, esperando mi respuesta.

— Sí. No... Más o menos —respondo, nerviosa.

— Si necesitas ayuda...

— Cormac —le interrumpo, me siento a su lado en la cama y pongo una de mia manos sobre una de las suyas (la que no está dolorida)—, ¿de verdad te has enamorado de mí?

Él frunce el entrecejo y me mira, confundido. Ojalá supiese legeremancia para poder leerle la mente en estos momentos.  Quiero sabe si su respuesta es totalmente sincera.

— Claro —dice, y me besa.

— ¿Seguro? —insisto.

Él asiente y me acaricia la mano, después se la lleva a los labios y me la besa. Sonrío levemente.

— Entonces, no te importará acompañarme a la Masion Malfoy, ¿no?

Él se queda callado por unos segundos, pero después reacciona y sacude la cabeza.

— Pues claro que no me importa —responde, y me sonríe ampliamente—. ¿Cuándo?

— Ahora —respondo, haciendo que Cormac se sorprenda.

— Bueno —dice con toda la tranquilidad de la que es capaz—. Será mejor que me cambie.

Asiento y dejo que se levante para que se vista con la ropa de ayer. Cuando lo hace, viene hacia mí de nuevo y me abraza.

— ¿Lista?

— Sí —respondo devolviéndole el abrazo.

Entonces, nos desaparecemos y, cuando abrimos los ojos, estamos en el jardín con pavos reales blancos de la Mansión Malfoy.

Y Draco nos observa atentamente desde la puerta, cruzado de brazos y con cara de mala leche.

Glup.

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora