†45†

3.8K 343 69
                                        

DEDICADO A LAS PERSONAS QUE ME PIDEN QUE SIGA LA NOVELA! ♥

Draco se gira antes de abrir la puerta y me sonríe de medio lado. Gira el pomo de la puerta y deja ver a una Pansy colorada del enfado. Pongo los ojos en blanco cuando me mira y me vuelvo hacia la ventana para darles la espalda.

— Estaremos fuera —me dice Draco a modo burlón.

Cierran la puerta después de salir y me quedo en mi habitación, de nuevo sola. Bueno, no, me acompaña mi amiga la Tristeza. Me siento sobre la cama y acaricio la parte donde estaba sentado antes Draco.

No debería, lo sé, pero soy idiota y lo hago.

¿Con qué intención habrá sonreído antes? Creo que era chulería. Pero no lo quiero pensar así después de todo lo que me ha dicho. ¿Será una broma eso de que le obligan a casarse? Seguro. Seguro que me ha mentido para tomarme el pelo como tanto le gusta hacer.

¿Sí? Pues se va a enterar.

Salgo de la habitación con un solo objetivo: pasármelo bien e ignorar a la parejita comprometida. Cuando llego al comedor, me los encuentro bailando muy juntitos.

Aprieto los labios y saco mi varita. Disimuladamente, digo «wingardium leviosa» y hago que se mueva un vaso lleno de zumo, lo muevo por el aire, y como puedo lo coloco sobre la pareja. Lo vuelco y le cae en el pelo a Pansy. Me río y sonrío triunfal mientras ella se pone a gritar:

— ¡FRED Y GEORGE ME LAS VAIS A PAGAR!

Se intenta secar con las manos y a Draco le cuesta contener la risa y a la vez coger una servilleta para secar el vestido mojado de Pansy.

— Será mejor que vayas al baño y te arregles —le grito a Pansy entre risas.

Entonces Fred y George, como atraídos por los gritos de Pansy, se acercan y empiezan a descojonarse de ella.

— ¿Qué es lo que te ha pasado? —pregunta George.

— ¡Le ha escupido un dragón por lo o fea que es! —exclama Fred entre risas.

— ¡IMBÉCILES! —chilla Pansy fuera de sí—. ¡Habéis sido vosotros!

Los gemelos se miran y fruncen el entrecejo.

— ¡Está loca! —exclaman a la vez.

Y se marchan riendo.

— ¿Dónde está el baño? —pregunta a regañadientes Pansy.

— Ahí —le señalo la puerta con el dedo y se marcha.

— Sé que has sido tú —me susurra Draco al oído cuando Pansy ya no está, haciendo que me estremezca—. Alguien está celosa... —caturrea.

— ¿Yo? ¿Celosa? Ja.

Él se ríe.

— Aléjate de mí, Draco —le digo recordando su sonrisa en mi habitación.

— ¿Por qué? —pregunta, y me giro hacia él.

— ¿Romperme el corazón no es suficiente? —replico subiendo el tono de voz—. ¿También tienes que triturarlo?

No puedo evitarlo, las lágrimas me llegan a los ojos y amenazan con salir si Draco dice algo más.

— Yo... yo... Dana, ¿te he hecho daño? —pregunta con dulzura.

No lo escuches, está fingiendo que le importas porque no tiene a Pansy cerca para entretenerse.

— No, Draco, me has hecho cosquillas. ¡No te jode! —gruño.

Me doy media vuelta decidida a ir a la cocina en busca de Julia pero Draco me coge del brazo. Me giro con la decisión de darle un bofetón pero me paro cuando veo que está llorando.

— ¿A qué estás jugando conmigo? —susurra.

Me quedo parada, en blanco. ¿Qué le respondo a eso?

— Yo... no estoy jugando contigo —respondo, nerviosa, y me libro de su agarre.

— Sí lo haces —replica mientras se seca las lágrimas—. Tu recuerdo me mata, Dana.

— Draco, tú solito te lo has buscado.

— ¡No puedes dejarme así! ¡Quiero estar contigo!

— ¡Pues no va a poder ser! —chillo. Creo que empiezo a desahogarme—. ¡Estás comprometido con Pansy!

— ¡Por obligación!

— ¡Pues no parecías muy obligado cuando la has llamado «amor mío»!

— ¡Eso iba para ti! ¡Te he sonreído a ti! Dana, eres la única que me hace sentir bien. ¿Por qué no quieres aceptar que me quieres también?

Me quedo mirándolo por unos segundos. No quiero caer tan rápido en su red.

— Draco, simplemente ahora no quiero rollos de novios y tonterías de esas.

— No me vengas con esas ahora, porque antes bien que te has besado con Blaise delante de mí.

— ¿Ahora quién es el celoso? —pregunto alzando una ceja, divertida.

— Si no me quieres acaba cuanto antes y dímelo. Pero mirándome a los ojos.

Aprieto los puños y me acerco a él, tanto que noto su respiración. Lo miro a los ojos y, con toda la frialdad de la que soy posible, digo:

— No puedes acercarte a mí, ¿recuerdas? Soy la nieta de Voldemort y soy «incapaz de amar».

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora