Nos comemos la pizza en silencio, en el comedor de la tienda de campaña y mirando la nada. Maldita sea, ¿por qué no ha comprado un televisor? Ahora me siento incómoda con tanto silencio. Y, para colmo, el elfo tampoco está.
Mastico sin saborear y miro a Draco. Él está absorto en su mundo, pensando a saber en qué. Joder, le tengo que pedir que me enseñe legeremancia. Odio no poder saber qué piensa o qué siente. Como él hace conmigo.
Me trago el último mordisco de pizza y dejo el borde, que no me gusta, en la caja de la pizza. Poco después, Draco me imita y se levanta de la silla para coger la caja y tirarla a la basura de la cocina.
Lo observo mientras lo hace y pienso si estará enfadado. Espero que no: él me ha preguntado y yo le he contestado. Si no quería saber la verdad, que no lo hubiese hecho.
Que, porque esté muy bueno y sea casi perfecto, no quiere decir que voy a estar toda la vida perdonándole todo. Además, ¿y si conozco a un chico que es perfecto para mí y nos enamoramos? Pues, obviamente lo conocería.
Pero dudo que eso ocurra.
El amor de mi vida es Draco. Y lo sé.
Sonrío al pensar eso y me quedo mirando al rubio, que ahora va a la habitación. Juro que odio esto. Parecemos un matrimonio. Suspiro y me levanto. Camino hasta la habitación y me quedo en la entrada, observando cómo se viste el rubio de ojos grises.
Pero entonces se gira hacia mí, con una camisa en la mano, y encara una ceja.
— Yo no te puedo mirar, ¿pero tú sí?
Me sonrojo ante la pregunta.
— Bueno, soy una chica: tengo más que ocultar.
Él se ríe ante mi comentario y la verdad es que eso es música para mis oídos, así que me relajo al instante. Draco se acerca a mí, solo con los pantalones puestos, y pasa sus brazos por mi cintura. Me da un beso en la frente y yo sonrío.
— Lo siento —susurra—. Es solo que no soporto la idea de que te quedes con otro chico.
Sacudo la cabeza tras imaginarme a mí con otro que no sea Draco.
— Eso no va a pasar.
— Pero, entonces, ¿por qué no quieres ser mi novia? —pregunta separándose un poco de mí para mirarme a los ojos.
— Draco —digo, y adopto un tono severo—. Todas las buenas relaciones empiezan con una buena base: se conocen, se hacen amigos, se hacen novios y se casan. Tú y yo nunca hemos sido amigos. Pasamos directamente a lo de novios.
Él asiente con la cabeza y sonríe.
— Entiendo. Entonces, ¿primero tenemos que ser amigos?
— Sí —confirmo.
— ¿Y eso cuánto dura? —pregunta él frunciendo el entrecejo.
Suelto una carcajada y le golpeo el pecho suavemente.
— Lo que dure, Draco. Tenemos que intentarlo. Si no funciona, jamás podremos casarnos.
— Vale —dice él—. Pero, ¿los amigos pueden besarse?
— En general, no —respondo con una sonrisa de medio lado—. Pero tú y yo somos distintos.
Me mira con cara de pervertido y me guiña un ojo.
— Entiendo —susurra acercándose a mi oído—. Así que puedo desnudarte y echarte un polvo sin más, ¿cierto?
Pongo mis manos en su pecho y lo aparto.
— No corras tanto, huroncito. Los polvos son en la fase de los novios.
— Repite eso —me ordena acariciando mi mejilla.
Su tacto me encanta.
— ¿Huroncito?
Él sonríe y me da un beso apasionado, al que yo respondo con mucho gusto.
†
Ya es de noche y hemos decidido salir a la playa, para disfrutar de las estrellas mientras nos damos un baño. Como estamos en primavera, no hace mucho frío y, además, con la ayuda de las varitas hacemos que el agua se caliente un poco para que el baño sea más agradable.
Aunque, teniendo a Draco cerca, ¿quién necesita hechizos calentadores?
Draco me coge por la cintura y me lanza al agua. Cuando salgo, me río y le salpico con agua. Él cierra los ojos y aprovecho para bucear y llegar hasta él, tirar de sus piernas y hacer que se caiga de culo.
— ¡Te vas a enterar! —exclama con una sonrisa tras ponerse de nuevo en pie.
Corro como puedo en el agua mientras escapo del rubio. Pero nadie puede escapar de Draco Malfoy. Me atrapa y me coge en brazos, me levanta y me lanza unos metros hacia adelante, haciendo que me sumerja en el agua.
Y así hasta dos horas después, cuando decidimos que es mejor irnos a la cama, pues ambos estamos bostezando.
Entramos a la tienda y al primer sitio que voy es a la ducha. Justo cuando ya me he duchado, me doy cuenta de que se me ha olvidado la ropa.
Mierda.
Os juro que en este tipo de ocasiones me gustaría ser una chica organizada. Pero no, tenía que ser de esas que lo hacen todo sin pensar.
Maldigo por lo bajo y aparto un poco la cortina de la ducha para mirar si hay rubios en la costa.
Genial.
No está Draco.
Salgo y rápidamente cojo la toalla que hay colgada en la pared y me la enrollo. Suspiro, aliviada, y salgo del cuarto de baño. Draco está en la cocina, preparando la cena.
Dios, es tan sexy.
Debería estar prohibido.
Vale, no, porque si no me quedaría sin rubio.
Me meto en la habitación y me pongo un pijama corto con la insignia de Slytherin y lleno de serpientes. Este Draco... cómo se nota que era su casa.
Salgo y me llevo una sorpresa al ver la mesa preparada. Sonrío.
Este chico me gusta cada vez más.
†
Ya hemos cenado y hemos limpiado los platos. Sí, los dos. Mientras él fregaba, yo secaba. Ha sido divertido y nos hemos reído un montón. Hoy, la verdad, es que me he reído demadiado, por eso me duelen las mejillas.
Ahora estamos en la cama, uno a cada punta. Me recuerda a la primera noche que pasamos en mi casa del otro mundo, aunque aquel día él estaba ocupándolo todo con su hermoso cuerpo.
Por Merlín. Espero que no me lea la mente porque su ego subiría demasiado.
— ¿Te puedo abrazar? —pregunta Draco, dándome un susto.
— S-sí, claro —respondo, confusa.
Me acerco a él y me abraza.
— Te quiero —me susurra antes de quedarse dormido.
— Te quiero —susurro, aunque no me escuche.
Sonrío y lo abrazo fuertemente antes de quedarme dormida yo también.
Esta noche sueño con huroncitos.
Y me han dado una idea.
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ENTRE MUGGLES
ФанфикшнUna historia original inspirada en el universo de Harry Potter Dana Sheeran ha pasado más tiempo en terapia que en fiestas, más tiempo huyendo de sí misma que enfrentando su realidad. Su vida cambia cuando su psicóloga le propone una forma poco conv...
