†90†

2.3K 186 73
                                        

NOVENTA CAPÍTULOS!!!!!!! *SACA UN MATASUEGRAS * FIESTAAAAAAAA! OKNO.

OS DEJO CON EL CAPÍTULO 90.

— ¿Os conocéis? —pregunto, ceñuda.

— ¡YO TE MATO, HIJO DE PUTA! —exclama Erika antes de abalanzarse sobre Draco y dejándome totalmente perpleja.

¿Qué demonios ocurre aquí?

— ¡Joder! —grita Draco, intentando librarse de Erika—. ¡Estás tal y como te recordaba!

— ¡CABRÓN! ¡IMBÉCIL! ¡ESTÚPIDO! ¡CEREBRO DE MUGGLE!

— ¡ESE INSULTO NO TE LO PERMITO! —chilla Draco, librándose por fin de Erika.

Miro a ambos en buscas de respuestas pero se están mirando mutuamente con los ojos entrecerrados, fulminándose con la mirada.

— ¿Me vais a decir ya de qué os conocéis? ¿Y... por qué os odiáis?

Draco se gira hacia mí.

— Es... es mi prima —responde, dejándome completamente boquiabierta—. Es una Malfoy.

Miro a Erika de arriba abajo: morena y de ojos marrones. ¿Su prima? ¿Me está tomando el pelo?

Encaro una ceja, miro primero a uno y después a otro y entonces me empiezo a reír a carcajadas. Después de lo que me parecen que son unos segundos, paro y me reincorporo.

Erika y Malfoy han adoptado una expresión de enfado y me miran con cara de mala leche.

— ¿Qué? —pregunto con un hilillo de voz—. ¿Es verdad?

— Claro que es verdad —responde Erika con dureza.

— ¿Y cómo no se me ha avisado de esto antes? —inquiero, cruzándome de brazos.

— Pensaba que mi hermana te lo había dicho —dice Erika frunciendo el entrecejo.

— ¿Tu hermana?

— Julia.

LA MATO. JURO QUE LA MATO.

O sea, me mete a una Malfoy en casa ¿y ni siquiera es capaz de decírmelo?

— Yo no sabía que Julia tenía una hermana —susurro, todavía atónita.

— Bueno —dice Erika, y se encoge hombros—. No me tiene mucho aprecio: soy la mayor. Por nueve meses.

— ¿Y eso qué tendrá que ver? —pregunta Draco con severidad.

— ¡Pues que siempre le decía lo que tenía que hacer y al final me ha cogido manía! —replica Erika.

Me río.

— ¿Y por qué querías matar a mi... —miro a Draco y sonrío de medio lado— amigo?

Draco reprime una sonrisa.

— Por ser mortífago —responde la morena.

— ¿Sólo por eso? —la interrogo.

— Y porque quería que yo también lo fuera.

Entonces miro a Draco y lo fulmino con la mirada.

— ¿En serio, Draco?

— ¿Qué? —replica el rubio, y se encoge de hombros—. Era mi temporada de sumiso.

— Cállate, Anastasia —le reprendo.

— ¿Quién es esa? —pregunta el rubio.

— Nadie —digo—. Anda, ¡buenos días! —exclamo, mirando a Eddie, quien entra por la puerta de la cocina.

— ¡Ehhhh! —gruñe mi hermano imitando a Amador, el chico de La Que Se Avecina, una serie muggle.

Pero se para al ver a Erika.

— ¿Y tú quién eres, bombón?

Erika pone una mueca de asco y de un paso hacia atrás.

— Aléjate de mí o te crucio, baboso —gruñe la morena, provocando una risa de mi hermano.

— Tranquila, que me voy enseguida. He quedado con mi novia.

— ¡Qué alegría me das! —dice, en tono teatral, Erika.

— ¿No quieres saber quién es, Dana? —pregunta Eddie—. Ella me habla mucho de ti... Sobre todo de Ronald.

Mierda. ¿Es la que yo creo que es?

— ¿Lavender?

Mi hermano asiente y sonríe.

Oh, no...

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora