†49†

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Me encuentro en mi habitación, todavía en la fiesta, cuando de pronto alguien abre la puerta. Me giro, frunciendo el entrecejo, y me llevo una sorpresa cuando veo a Theodore Nott y a Aria Oven besándose. Cuando me ven, se ruborizan y se marchan. ¿Pretendían entrar en mi habitación para hacerlo? Esto parece la fiesta de unos universitarios muggles. Cerraría con pestillo, pero seguramente quien quisiera entrar usaría un Alohomora perfectamente.

No sé ni qué demonios hago en mi habitación. Debería estar fuera, disfrutando de la fiesta. Para eso se celebra en mi casa, ¿no? Pero no tengo fuerzas. No quiero ver a Draco. Es un idiota.

Me tumbo sobre la cama y empiezo a recordar. Al principio, Draco solo quería divertirse conmigo, porque se aburría en mi casa, en mi mundo muggle. Pero después, no sé cómo, todo cambió y acabamos por enamorarnos. ¿Por qué? Yo no quería esto... Es decir, en mi mundo no iba detrás de ningún chico. Y ni siquiera tenía amigos chicos excepto David, que es Potterhead y muy listo, pero nada más.

Me tumbo de lado y poco a poco, el sueño se apodera de mí.

No sé qué hora es, pero unas caricias en mi brazo me despiertan. Todavía es de noche y se sigue escuchando la música de la fiesta. Me froto un poco los ojos y me giro para ver quién es. Al principio, no le doy mucha importancia, pero cuando veo quién es, abro mis ojos tanto como me dejan.

— ¡Draco! —exclamo, medio sorprendida medio enfadada—. ¿Qué haces aquí?

Seré sincera: me encanta que esté aquí. Pero... no quiero debilitarme y caer en sus brazos. ¡Se va a casar! Y encima con la estúpida e histérica de Pansy.

— Ya somos adultos —susurra—. Y ambos sabemos lo que queremos. Yo te quiero a ti, y tú me quieres a mí. Estoy dispuesto a dejarlo todo atrás si tú vienes conmigo —se inclina sobre mí y me da un dulce beso.

Sacudo mi cabeza, confusa. ¿Qué acaba de pasar? Me incorporo y trato de procesar la información.

— ¿Qué quieres decir?

— ¡Que te quiero! —dice y me abraza.

No quiero, pero acabo abrazándole yo también.

— Draco, yo...

— Shhh —susurra acariciando mi mejilla—. Tú también me quieres, lo sé.

— ¿De verdad te han obligado a casarte?

Entonces se tumba a mi lado y coloca su cabeza en mi pecho. Me coge una mano y la acaricia. Esto es muy raro.

— Tus latidos son suaves...

— Draco, no me cambies de tema —susurro.

Él coge aire.

— Al principio no me obligaron, lo confieso. Le pedí matrimonio, por despecho, y porque era la única que seguía colada por mí. Yo necesitaba olvidarme de ti y ella era mi única opción. ¿Entiendes?

— Entiendo —digo, demasiado rápido. No me ha dado tiempo ni a pensarlo.

Draco se incorpora y me mira con una sonrisa radiante.

— ¿De verdad?

Asiento con la cabeza. Ya no me apetece mentir.

De pronto, el rubio se inclina sobre mí y me besa. Le devuelvo el beso y su lengua y la mía se juntan en perfecta sincronía, como si se hubiesen creado para esto. Lo echaba de menos. Es una sensación que solo siento con él, ningún otro me hace sentir como me hace sentir Draco, claro que solo he probado los labios del rubio y de Blaise, así que no puedo hacer demasiada comparación.

Draco pone sus manos a cada lado de mis caderas y se queda observándome por unos segundos, sonríe y empieza a besarme el cuello. Yo acaricio su pelo y su cuello y dejo que me bese, pues sus labios en mi piel son como mil caricias.

De pronto, Draco pone las rodillas a cada lado de las mías y se quita la túnica, dejando ver su precioso traje negro. Se quita también la chaqueta negra y se afloja la corbata. Vuelve a besarme y me acaricia el cuello de mientras. Yo coloco mis manos en su cintura e intento atraerlo hacia mí.

Draco baja sus manos de mi cuello poco a poco hasta que quedan en mis muslos, las mete debajo del vestido y me mira con ojitos de cordero, como pidiéndome permiso. Asiento con la cabeza, sonríe y me sube un poco el vestido. Lo ayudo a subirlo hasta que queda en mi cintura.

— Qué culot más sexi —susurra en mis labios, haciendo que me estremezca.

[Nota: un culot es un tipo de braga]

Baja sus manos a mis muslos otra vez y va subiéndolas poco a poco hasta que llegan al culot. Tira de la goma y mete una mano dentro.

¿Quién iba a saber que se aparecería Pansy en este preciso momento?

— ¡CABRÓN! —exclama la histérica, haciendo que Draco aparte su mano de mi culot y se caiga de la cama.

Salgo de la cama, me bajo el vestido y me tapo los oídos porque Pansy está gritando demasiado alto:

— ¡TE VAS A CASAR CONMIGO Y ME PONES LOS CUERNOS DE ESTA MANERA! ¡PERVERTIDO! ¡Y ENCIMA CON ESTA GUARRA! —añade mientras me mira con asco.

— ¡NO LA LLAMES ASÍ! —grita Draco, sorprendiénonos a las dos—. Ella no es ninguna guarra, al contrario que tú. Así que lávate la boca antes de hablar así de ella.

Desde aquí noto cómo Pansy se muerde la lengua.

— ¿Ya no me quieres? —le pregunta Pansy a Draco con los ojos entrecerrados.

— Nunca te he querido, Parkinson —escupe Draco con una mueca de asco—. No has sido más que un objeto sexual para mí, estúpida.

— ¡TODO ES POR CULPA DE ELLA! ¿A QUE SÍ? —grita Pansy, mirándome con odio. Draco pone los ojos en blanco—. Si ella no hubiera existido nunca, si no te hubieses enamorado de ella ni ella de ti, ¡ESTO JAMÁS HUBIESE PASADO!

Y saca su varita, pero antes de que yo pueda sacar la mía, ella grita, mientras me apunta:

¡¡¡Obliviate!!!

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora