†29†

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La Madriguera está tal y como la recordaba. Sinceramente, no sé qué demonios hago aquí. Estoy nerviosa. ¿Qué tengo que hacer ahora? No tengo que esperar mucho, porque por la puerta sale Molly corriendo hacia mí. En cuanto llega donde estoy, se para. No sabe qué hacer, como yo. Pero reacciona y me abraza fuertemente. Me duele un poco, pero me aguanto, porque me alegro de verla. Le devuelvo el abrazo y sonrío aunque no me vea.

Inhalo su olor. Huele a... ¿a ranas de chocolate? Da lo mismo, la cuestión es que me encanta.

— ¡Qué alegría verte de nuevo, Dana! —exclama al separarse de mí—. Anda, pasa, pasa —añade rápidamente con una sonrisa—. Tengo algo para ti.

Frunzo el entrecejo pero me dejo arrastrar por Molly hasta dentro de la casa. No me esperaba, ni mucho menos, que ella tuviera algo para mí. ¿Es que me esperaba?

Parpadeo varias veces y entramos en casa. Me sorprende ver a los gemelos sentados en la sillas del comedor con las piernas sobre la mesa. Molly sonríe nerviosamente y me invita a sentarme.

Lo hago.

— Pero mira a quién tenemos aquí, Fred.

— Es una eminencia, George.

Les saco la lengua a modo de burla y espero pacientemente a Molly, pues se ha ido a buscar lo que sea que tiene para mí. Tal vez son sorti... ¡Espera un momento!

— ¡FRED! —exclamo tan alto que ellos se tapan los oídos.

— ¿Qué te creías que era? —replica Fred con una sonrisa amable—. Los de tu mundo sois raros, ¿eh?

— ¡Estás vivo! —chillo, ignorando por completo su comentario.

— ¡Pues claro que está vivo! —chilla una voz detrás de mí.

Esa voz...

— ¡Hermione! —me giro y corro hacia ella para abrazarla.

— Está vivo gracias a ti —me susurra Hermione.

Me ruborizo pero no puedo evitar sentirme contenta.

— En realidad, yo no he hecho nada para que esté vivo —y no puedo sentirme decepcionada.

— ¡Pues claro que sí! —exclama Ron saltando el último escalón de la escalera—. Gracias a ti, supimos lo de su muerte en HP 7, la saga esa que tienes en tu habitación.

— ¿Queréis dejar de hablar de que me moría? —replica Fred, enfadado—. Como seáis gafe...

— ¡No vas a morir! —chilla Molly, que vuelve con una caja negra en sus manos.

El corazón me duele cuando veo que la cada negra tiene una M plateada en la tapa.

Molly parece que adivina mis pensamientos, porque me dedica una sonrisa de compasión. ¿Por qué? ¿Acaso ella sabe que dejé a Draco? Espera...

— ¿Ya ha acabado todo? Es decir, ¿Voldemort ha muerto?

— ¡Muerto! —exclaman los gemelos a la vez.

Sonrío. Ha funcionado. ¡Estoy en HP 7! Entre el final y el epílogo.

— ¿Qué es? —le pregunto a Molly, nerviosa, mientras señalo la caja.

Ella la coloca sobre la mesa y mira a los demás, quienes se marchan. Trago saliva. No debe ser nada bueno.

— Acércate —me pide Molly.

Asiento y me acerco.

— Ábrela —me susurra con una sonrisa triste.

Aparto mis ojos de los suyos y abro la caja negra. No puedo evitar llorar cuando veo mi varita, mi túnica y alguna cosa más de mi pertenencia, que me dejé en la Mansión Malfoy el día después de la muerte de Dumbledore.

Molly me abraza y me da un beso en la frente.

— ¿Él estuvo aquí? —pregunto, entre sollozos e hipidos.

— Sí —susurra Molly.

Se me cae el mundo a los pies. Draco tuvo que cambiar mucho para atreverse a pisar una casa de traidores a la sangre.

— ¿Cuándo?

— Hace una semana —me responde Molly tranquilamente—. Cuando acabó todo.

Asiento levemente.

— ¿Preguntó por mí? —pregunto.

Sé que no quiero conocer la respuesta, porque sé que no será nada bueno. Pero una parte de mí quiere saber todo lo posible sobre esta situación. Sé que fui una estúpida por dejar a Draco solo, sin más. Joder, ¡si ni siquiera tenía motivo! ¿Por qué me fui? Oh, sí, necesitaba saber que me familia estaba bien... Ah, no. Que soy demasiado egoísta para eso.

En el fondo, conozco la respuesta mas más sincera: me fui porque quería que nada cambiara, que nada se estropeara por mi culpa. Sin embargo, todo ha cambiado.

— ¿Estás preparada para escucharlo? No sé si...

— Estoy preparada —la corto.

Ella coge aire y ese gesto hace que me entre el miedo.

— No quiere saber nada más de ti —responde finalmente.

Y entonces, lo veo todo negro. Todo imposible.

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora