37. ¿Dónde estás, luciérnaga?

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Disclaimer: Los Vengadores no me pertenecen, son de Disney y de Marvel; solo la historia y los personajes que no reconozcan son míos.

NOTA: Negritas en ruso.

Para Mena.

El silencio se hacía presente en el automóvil de la familia Rogers. Allysson veía por la ventana; Nikolay escuchaba música con audífonos, los padres veían el camino, lo único que interrumpía eran las pataletas de Patrice que estaba en su propio mundo de bebé.

—Es solo una misión más, Alya—decía Niko, sentando en la cama.

—Sigue sin gustarme que se vayan.

Natasha escuchaba detrás de la puerta, con la mejor de sus hijos en brazos. Todos eran requeridos para aquella misión, así que no había otro lugar dónde dejar a sus hijos. Si tan solo tuvieran más familia, o alguien fuera del mundo de super-héroes para apoyarse, tal vez sus hijos pudiesen tener un poco más de normalidad.

—¿Qué pasa, princesa?—Steve besó la cabeza de su esposa, quitando a la bebé de sus brazos.

—Alya...—Natasha suspiró—No quiere que nos vayamos, creo que comienza a entender el peligro que corremos.

Steve se quedó en silencio, su mentón apoyado encima de la cabeza de su esposa, Patrice en medio de ellos.

—Es momento de explicarle algunas cosas, entonces...

Habían hecho lo mismo en su momento con Niko, pero él entendía muy bien que podía significar una misión de los Vengadores, después de todo, el había asesinado a Iván Petrovich a los seis años. Natasha se estremeció al escuchar eso.

—No me va a gustar nada esta conversación—susurró la espía—Alya hace demasiadas preguntas.

—Lo sé, pero es necesaria—el soldado tomó su mano y ambos entraron a la habitación.

Los dos hermanos mayores los vieron, cada uno en la cama, casi listos para dormir. Esperaban a que sus padres los arroparan, pero Allysson jugueteaba con la cobija que la cubría.

—Solo será está noche, mi bebé—Natasha besó la mejilla de Allysson, sentándose a su lado—Después volveremos a casa y a todo lo demás.

—¿Y si no vuelven?—dijo con voz bajita.

La Viuda Negra suspiró, sabia que ese momento había llegado. Allysson tenía nueve años y comenzaba a entender el mundo en el que se encontraba, donde tenía que crecer. Abrazó a su hija, subiéndola a su regazo, por instinto, Allysson escondió el rostro en el pecho de su madre, metiéndose un dedo en la nariz, con nerviosísimos.

—Siempre volvemos, bonita—dijo Steve—Lo sabes muy bien.

Natasha riñó a su esposo con la mirada, su hija no merecía esa mentira.

—Y si no lo llegásemos a hacer, ustedes estarán en buenas manos.

—¡No quiero que vayas, mamá!—sollozó Allysson—¡Ninguno de los dos!

—Mi vida, es nuestro trabajo...—dijo Steve.

—¡Qué lo haga alguien más!—gritó, escondiéndose en el seno de su madre—¡No ustedes! ¿Por qué siempre son ustedes?

Steve suspiró, los gritos de Allysson hicieron que su hermana se despertara.

Yo sé que no es justo, shvíbzik—susurró Natasha, extendiendo los brazos también para que Niko entrara en ellos—Pero tenemos que hacerlo, es parte de nuestra vida, lo saben desde muy pequeños.

Luciérnagas: One Shots Proyecto Rebirth 939 || ROMANOGERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora