¿Y ahora que? #2

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Espero que les guste~

Después de horas, el pequeño grupo logro convencer a Nezha de que se quedara con MK, quien le ofreció un lugar en su pequeño departamento con entusiasmo. Ordeno y limpio, cambio las sabanas y le dio la cama a su nuevo invitado, buscando un colchón para poder dormir en el suelo, sin siquiera estar molesto por ello.

Fue extraño los primeros días, ver al príncipe tirado en la cama y usando un pijama que MK le había dado, mirando con tristeza a la nada o durmiendo, llegando incluso a taparse por completo con las sabanas y negándose a comer pero un día en particular, algo en su interior pareció cambiar de repente, cuando en una mañana se levanto, se ducho y se cambio, ofreciéndose ante Pigsy para ayudar en el negocio, el chef decidido a darle algo que hacer para que no volviera a deprimirse en la cama.

No resulto exactamente mejor, trabajando en todo lo que se necesitara hasta el cansancio, luciendo agotado y frustrado pero siempre cumpliendo con todo. Nada parecía detenerlo, ni siquiera sus propias heridas que parecían curarse muy lentamente. MK estaba decidido a intervenir, su amigo estaba dolido y trabajando más allá de su limite no le iba a ayudar en nada.

-¡Nezha!- se interpuso en su camino ante de que siquiera pudiera salir del departamento, mostrando una gran sonrisa. -¡Hoy es nuestro día libre!- no lo era pero había logrado convencer a Pigsy de darle uno a ambos ese día. -¿Quieres hacer algo?-

-Trabajar- fue algo cortante, haciendo el amague de pasar por al lado del menor, quien fue rápido en moverse.

-Nop, no hay trabajo para nosotros hoy- negó. -Nezha...- dudo ligeramente. -...no puedes trabajar hasta el cansancio, mucho menos en tu estado- miro las heridas vendadas ajenas, preocupado.

-Necesito hacer algo...ser útil- el mayor frunció el ceño, molesto por la intervención ajena.

-No necesitas ser útil...- se animo a dar un paro al frente, tomando suavemente las manos ajenas, mostrando una amable y suave sonrisa. -...necesitas recuperarte y curarte, digerir lo que te paso y superarlo con el tiempo...- lo miro con ojos suplicantes. Necesitaba que su amigo entendiera. -...por favor, solo quiero que estés bien- Nezha miro al sucesor, su enojo anterior derritiéndose ante la preocupación del menor. Sabia que tenia razón pero si se quedaba quieto, si no hacia nada, todos los malos sentimientos volverían para golpearlo en la cara y no tenia ganas de que eso sucediera pero tampoco quería molestar al chico, quien le había ofrecido un lugar en su pequeño hogar y lo miraba con una suplica silenciosa en sus ojos.

-...estoy cansado...- suspiro, derrotado. Se sentía horriblemente vacío, con un agotamiento que no se desvanecía sin importar cuanto tiempo durmiera, su cabeza llena de malos pensamientos que resonaban y le daban dolor de cabeza.

-Lo se...- hizo una ligera mueca pero no dudo en volver a sonreír. -...¿quieres tomar una siesta?- que importaba si era de mañana y apenas se hubieran levantado. Nezha dudo, sin querer parecer necesitado o pegajosos, pero tampoco quería estar solo. Asintió suavemente, aferrándose a las manos ajenas. El menor sonrió y lo guio de vuelta a la cama, el príncipe siguiéndolo con pasos lentos y arrastrando ligeramente los pies. MK no dudo en sacarse la campera para dejarla a un lado, sacándose los zapatos antes de subirse a la cama y acomodándose lo mejor posible, para después extender los brazos hacia el mayor con una sonrisa. -Ven aquí~- había hecho eso muchas veces antes, usualmente con Mei, acotarse y simplemente abrazar para consuelo o simplemente por querer ser mimosos.

-Soy mucho mayor que tu...- bufo ligeramente ante el gesto ajeno, sacándose los zapatos y la campera prestada que tenia puesta. Debian comprarle ropa.

-Nunca se es muy grande para recibir mimos~- canturreo, riendo ligeramente. -Ahora, ven aquí~- sonrió cuando el príncipe simplemente se dejo caer sobre su pecho. Se acomodaron rápidamente, ligeramente tapados por la sabana, con Nezha recostado sobre el pecho de MK y con este abrazándolo, acariciando ligeramente el cabello largo y negro. El menor no tardo mucho en tararear, una música que había escuchado hace poco en la radio y que estaba pegada en su mente. El príncipe no pudo evitar relajarse, el palpitar del corazón ajeno y el suave tarareo siendo reconfortantes, lo suficiente como para calmar su mente inquieta. Se acurruco y cerro los ojos, sintiendo como lentamente se dormía, por primera vez desde que todo sucedió sin sueños ni pesadillas, simplemente paz y oscuridad, con un tarareo distante sonando de fondo.

~Monkie Kid~ 2️⃣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora