Papa Macaque

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Espero que les guste~

En algún momento de su vida, no mucho después de que Wukong pareció desaparecer y todo estaba calmo, Macaque decidió tener una vida. Vivir entre humanos no era la idea que le atraía al decir verdad pero teniendo en cuenta que mucha de su comida era deliciosa, decidió hacer el sacrificio. Así que se consiguió un departamento, uno no demasiado grande y que estaba sobre un local, el cual decidió arreglar y decorar para que se viera como un teatro, donde contaba historias y usaba sus poderes de sombras para llamar la atención de los humanos, quienes entraban por voluntad propia y pagaban la entrada.

Mantenía una apariencia humana ante todos los humanos, un disfraz que dejaba caer cuando estaba en la seguridad de su hogar. Mantuvo las orejas atentas a todo a su alrededor pero realmente no se entrometió en ningún asunto, decidido a simplemente escuchar y reírse de las desgracias ajenas.

Tenia una vida, tranquila y hasta se podía decir que aburrida, tenia una rutina que podía hacer hasta con los ojos cerrados. Todo era paz pero un día, uno que se suponía que iba a ser normal, algo nuevo paso. Sucedió después de terminar uno de sus show, usando clones para limpiar y arreglar el lugar, preparándose para su siguiente show, cuando un sonido llamo su atención. Sonaba cerca, justo afuera de su lugar. Así que manteniendo su disfraz, se dispuso a investigar, siguiendo el sonido hasta la puerta de salida de emergencia que había en la parte de atrás, abriéndola y saliendo sin pensar, dispuesto a lidiar con lo que sea que estuviera sucediendo o simplemente ignorarlo, dependiendo de lo que fuera. Sus ojos se dirigieron al origen del ruido, que parecía venir de su basurero sospechosamente abierto. Quien estaba investigando en su basura se asomo lentamente, los ojos de Macaque abriéndose ligeramente.

-¿Pero que...?- no era la primera vez que casaba a alguien revisando su basura pero si era la primera vez que se encontraba con alguien tan joven, un niño humano que lo miraba con los ojos bien abiertos. Tenia el cabello castaño sucio, enredado de seguro y tan largo que hasta parecía que cubría uno de los ojos del menor. -Hey...- saludo, sin saber exactamente que decir. -...¿encontraste algo bueno allí dentro, chico?- enarco una ceja, obteniendo como respuesta que el menor alzara su mano y mostrando que agarraba un puñado de fideos. El mono hizo una mueca cuando el pequeño se llevo aquel puñado a la boca, comiendo aquellos fideos que estaba seguro que había tirado hace unos días atrás. -Que asco...- se pregunto que clase de imbécil dejaba tirado a un niño así nada mas, teniendo que comer lo que encontraba en la basura. No pudo evitar sentir tristeza al verlo, pudiendo escuchar su pequeño estomago rugir por el hambre y no dudo en hacer un gesto disimulado, uno de sus tantos clones acercándose con una hamburguesa envuelta entre sus manos. -Hey chico...- llamo, sonriendo cuando al tener la atención ajena. -...te daré una de estas si sales de mi basura, ¿Qué te parece?- agito ligeramente la hamburguesa, mostrándola. Había comprado unas cuantas, eran deliciosas y eran vegetarianas, la carne roja demasiado peligrosa para un demonio mono.

El niño no dijo nada pero se apresuro a salir del basurero, teniendo que aferrarse ligeramente al borde y tropezando al caer, levantándose sin mucho problema. Tenia pantalones negros y una remera manga corta, ambos tan sucios y rotos como se lo esperaba, con zapatillas que lucían viejas y gastadas. Extendió sus pequeñas manos hacia él, esperando y mirando la comida con ojos suplicantes.

-Aquí tienes- se la dio, viendo como el menor se sentaba rápidamente en el suelo, desenvolviendo la hamburguesa y dándole una gran mordida, tarareando con gusto. -¿Te gustan?- sonrió ligeramente y por alguna razón se agacho, contento de recibir un animado asentimiento de parte del chico.

A partir de ahí, el niño formo parte de su rutina de alguna manera. Aparecía de dos a tres veces por semana y en días aleatorios, siempre llegando en su hora de descanso entre shows, tocando el puerta suavemente y esperando pacientemente a que Macaque abriera. A veces entraba, mirando con asombro infantil el teatro, y otras veces prefería quedarse afuera. No decía nada pero siempre mostraba una sonrisa al verlo y comían juntos, el mono llegando a comprar hamburguesas con carne solo para el niño y esperando a que eso ayudara de alguna manera.

Macaque se dio cuenta que le había agarrado cariño a ese niño, quien incluso si no le decía nada o simplemente le mostraba grandes sonrisa se había abierto paso a su corazón de alguna manera y sin que el mayor se diera cuenta. Lo quería mucho y eso solo hacia que el impulso de cuidarlo fuera mas fuerte. Cada vez que lo veía, tan sucio y abandonado como estaba, solo quería meterlo a la casa para mimarlo y cuidarlo como ese niño se merecía pero no quería asustarlo.

Y después de unos cuantos meses, el niño de repente no apareció. Estaba preocupado pero decidió esperar y cuando estaba a la mitad de la tercer semana de no verlo, justo cuando estaba totalmente dispuesto a buscar al niño con ayuda de sus clones por toda la ciudad, lo escucho. Un suave y muy débil golpe en la puerta de emergencia de su teatro. Se movió rápidamente ante de pensarlo, apenas recordando esconder su apariencia de demonio mono con sus poderes y abrió la puerta, viendo a quien había estado esperando durante casi tres semanas.

-¿Chico?- jadeo al verlo. Se veía peor de lo usual, pálido pero con las mejillas rojas, con unas ojeras que se veían como moretones bajo sus ojos. Se tambaleo, inclinándose ligeramente, tapándose la boca para toser con fuerza. El menor levanto la vista, parpadeando varias veces y luciendo como si tuviera dificultad para aclarar su vista, una lenta y temblorosa sonrisa dibujándose en su rostro. -Kid...- podía escuchar la dificultad que el menor tenia para respirar y podía oler con facilidad el repugnante olor a enfermedad que el niño emanaba. Macaque se agacho, sin esforzarse por ocultar su preocupación, indeciso sobre si debía tocar al niño o no, sin querer asustarlo, el impulso de meterlo a la casa para cuidarlo solo haciéndose mucho mas fuerte.

El pequeño lo miro fijamente, como si estuviera pensando y de repente cerro los ojos, sus piernas fallando. El mono se apresuro a sujetar al menor, haciendo una mueca, el niño ardía en fiebre y era liviano, obviamente bajo de peso. No dudo en acunarlo entre sus brazos, sin importarle la suciedad, levantándose y metiéndose a su teatro rápidamente, dejando caer su disfraz por el momento y cerrando la puerta con su cola. Coloco el cartel de "Cerrado" en la puerta del frente del teatro y subió a su departamento, dispuesto a cuidar del niño.

Y cuando el menor se recupero, sin hacer el amague de irse y mirándolo con los ojos llenos de esperanza, Macaque no dudo acéptalo, cediendo al impulso que había tenido durante semanas. Iba a cuidarlo y mimarlo todo lo que pudiera, tal y como el chico se merecía.

~Monkie Kid~ 2️⃣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora