Tonto

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Espero que les guste~

Wukong sabía que era impulsivo y algo tonto. Maldición, tenía todo un legado que sólo servía de prueba para eso. Había hecho tantas estupideces en su larga e inmortal vida pero esto, esto en particular, era de seguro la que se llevaba el primer puesto.

-¡Ah!- chillo al sentir un agudo dolor en su cola y la levantó, mirando con el ceño fruncido al responsable de su crisis y locura del momento. Era un demonio mono, muy parecido a él pero más pequeño y con el pelaje castaño oscuro, con una marca rojiza en su rostro y por encima de sus ojos dorados, los cuales lo miraban con diversión, sus pequeños colmillo aún clavados en la cola del dios. -¡No me muerdas!- tomo al pequeño y con unos cuantos tirones, logró liberar su pobre cola. Frunció el ceño, escuchando como el pequeño demonio reía alegremente y luchando para sostenerlo, pues se estaba retorciendo. El niño logró soltarse y con una carcajada, se alejo, yendo hacia donde estaba sus pequeños monos de pelaje blanco, los cuales lo recibieron con alegría y chillidos felices. -Maldición...- se mantuvo lejos y con los ojos fijos en el pequeño demonio-mono, observándolo reír y mover su larga cola con obvia emoción.

Fue una accidente al decir verdad. Había estado jugando con una roca que había llamado su atención y había agarrado, sólo pasándola de mano en mano de manera distraída y sin ninguna intención, cuando de repente esa roca empezó a brillar intensamente y con una explosión dorada, el pequeño apareció. No tenía ni idea de la razón, ni siquiera sabía cómo se creó pero supo que era suyo por el poder tan familiar que ese pequeño cuerpo emanaba y por la sensación de conexión de algún tipo que tironeaba en el fondo de su mente.

-¿Qué voy a hacer? ¿Qué voy a hacer?- murmuró para si mismo. No tiene idea de qué hacer con ese pequeño salido de un piedra, no tienen ni idea de qué se supone que va a hacer con su repentina existencia y tampoco sabe las consecuencias. Oh por todos los duraznos que tiene, le estaba empezando a doler la cabeza. El niño había sido una especie de tornado desde que había aparecido, con mucha energía y velocidad, yendo de un lado al otro mientras reía y recorría el lugar con curiosidad infantil, mordiéndolo de vez en cuando o trepándolo cuando tenía oportunidad. Que el chico estuviera distraído con sus monos era una bendición, era la primera vez en horas que tenía un descanso. -Rayos...- se frotó la cara con las manos, ansioso y tenso.

-¿King?- se sobresalta ante la repentina voz y baja la vista, viendo al pequeño demonio parado a su lado, mirándolo con los ojos dorados bien abiertos y extendiéndole un durazno. Parpadea, no había esperado que supiera hablar.

-Oh...- se agacha lentamente, tomando el durazno ofrecido y mostrando una pequeña sonrisa, algo en su interior aflojándose un poco. -Gracias, Kid- el pequeño soltó un chillido feliz y de repente, se lanzó, Wukong tensándose al sentir sus cortos brazos rodear su cuello y parpadeando con sorpresa. El pequeño demonio lo está abrazando y lo puede escuchar murmurar un suave "bien, bien", una palabra que repite mientras le da pequeñas y torpes palmadas como puede. El dios ríe sin poder evitarlo, el demonio lo está consolando, murmurando a su propia manera de que todo estará bien. Lo abraza con suavidad, sintiendo como su pequeño cuerpo se acomoda y viendo con diversión como la larga cola de pelaje castaño oscuro se enreda lentamente alrededor de su muñeca. Es su hijo, no hay manera de negar eso, no cuando puede sentir su poder y la conexión pero mientras lo escucha murmurar y siente su cálido cuerpo entre sus brazos, su corazón se ablanda. Es su hijo, su pequeño cachorro.

~Monkie Kid~ 2️⃣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora