Misoginia Interiorizada

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Ella siguió tomándome de la mano para llegar a mi casillero por varios días y sinceramente ya no me incomodaba, era parte de la actuación y ella lo hacía bastante bien pero estaba faltando al trato que habíamos hecho porque los últimos días no había llegado a mis entrenos, decía que tenía que irse a algún lugar y como ni si quiera me dejaba preguntarle sobre eso no tenía otra opción que dejarla ir. No me molestó tanto hasta que Andrea lo trajo a luz.

—De verdad, tú haces todas estas cosas y ella no hace las mismas cosas por ti, ni si quiera te paga la gasolina. —Me dijo mientras voleábamos el balón en el patio de su casa, el padre había comprado una red y un polvo blanco para marcar las líneas. El día estaba refrescante y el sol nos dejaría un ligero bronceado.

—No creo que sea una buena idea discutir con ella, además no me molesta lo de la gasolina. —Le contesto, la pelota estaba en el aire cruzando la red hacia su dirección, se pone en posición de voleo. Me sentía aliviada de no tener que encarar la situación porque ninguna de las dos estaba haciendo contacto visual por el balón.

—¿Qué no era un trato beneficioso para ambas? —Me pregunta golpeando la pelota en la última palabra, tengo que hacerme hacia atrás para recibirla. 

—Sí, pero a veces yo no voy a poder y sé que ella lo va a entender. —Contesté con esfuerzo. No me gustaba hacia dónde estaba llegando esta conversación.

—¿Un día simplemente no podrás agarrarle la mano y ya o cómo? —Me preguntó. La pelota estaba en el aire, así como dejé la pregunta. La pasé de regreso y ella tomó la pelota entre sus manos deteniendo el juego. —¿Por qué no contestas? —

—Creo que no me importa, creo que me gusta la popularidad que estoy ganando. —Le contesto con lo primero que se me vino a la mente. Ella entrecierra los ojos justo cuando su madre sale a decirnos que el almuerzo estaba servido.

Nuestros padres habían organizado un asado. Su mamá y mi mamá se llevaron bien cuando estuvieron apoyándonos en nuestros partidos y de pronto se dieron cuenta que nosotras también, así que ahora de vez en cuando se juntaban a platicar.

A nuestros papás, por otro lado, les gustaba la carne asada así que tampoco tenían ningún problema en compartir todos juntos algunos domingos. 

—¡Ya vamos! —Grita Andrea. —Dime lo que sé que está pasando. —Me dice con el tono de "ya sé qué pasa por tu mente, no me engañas".

—No tengo idea de qué estás hablando. —Contesto incluso sabiendo que no iba a parar hasta encontrar la verdad, se formó una línea totalmente recta en su boca. 

—Estás usando la situación para obtener la atención de Grace. —Me contesta de una forma que me sorprendió. Incluso me sentí mal. Me refiero a que ella no estaba equivocada y ahora que lo sabe siento que empeoró la situación. Me mira con desaprobación y siento que ahora mismo está como si estuviera conformándose con estar decepcionada de mí. —Eres una buena chica Poché, cualquiera tendría suerte de tenerte y Grace es una perra. —Le sonreí levemente.

—Gracias Andrea, estoy intentándolo. —Le contesto. Ella se encoge de hombros. Nos dirigimos a comer con nuestros padres en la pérgola de su casa. 

Solo lo sé

Me contestó Grace por mensaje, justo en ese almuerzo. 

∆∆∆∆∆ 

El lunes por la mañana había recogido a Daniela más temprano como ella me lo había pedido. Tenía que. Hoy sorpresivamente llevaba ropa normal, tenía un termo lila con un sorbete de metal, un pantalón holgado beige de tela que se cernía en su cintura y una playera blanca.

Solo Será Un MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora