Ay, Daniela

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—Hola mamá, vino Daniela. —Anuncia Poché al entrar en la casa. El olor que provenía de la cocina daba pistas de que cocinaron pescado y sinceramente olía bastante delicioso. 

—Buenas tardes. —Digo yo con amabilidad mientras Poché cierra la puerta. La madre de Poché aparece con una filipina y pantalones quirúrgicos, seguramente venía de trabajar. Nos regaló una amplia sonrisa a ambas.

—Ya comenzaba a preguntarme cuándo ibas a aparecer por aquí, me encanta tu uniforme de porrista. —Comenta la mamá de Poché y se acerca a saludarme con un abrazo bastante cariñoso. Poché modula con los labios un "Lo siento" y yo modulo "no lo sientas", me encantaba su mamá. Atrás de nosotros se escucha la puerta abrirse y nos separamos para dejar ver al padre de Poché, un tipo bastante alto y bien afeitado vestido formalmente. Me preguntaba a qué edad habían tenido a su hijita. —Cariño, vino Daniela. 

—Buenas tardes señor Garzón. —Lo saludo extendiendo una mano. Él mira a su esposa y parece confundido un segundo, pero parece que ella logra comunicarse telepáticamente con él.

—Daniela, es un gusto conocerte por fin. —Me dice tomando la mano y luego envolviéndome en un abrazo corto. Sonrío de nuevo pero por ver a Poché cubriéndose el rostro sonrojada. Era muy tierna. Una punzada de alegría me pasó por el pecho.

«¿Qué es esto?»

—El gusto es mío. —Contesto cuando nos separamos. —La verdad pensé que Poché nunca me iba a presentar con ustedes. —Bromeo y ellos se ríen. 

—Estamos aliviados, créenos. —Me dice la madre. Poché sonreía pero toda su expresión la hacía ver en puro sufrimiento, casi me daba pena por ella, casi. 

—Mamá, creo que huele a quemado. —Agrega Poché.

—No es cierto. —La mira con los ojos entrecerrados. Quería reírme a carcajadas de la expresión que tenía Poché. Estaba tan roja e irritada por sus padres que la cabeza parecía a punto de explotarle. De pronto me toma de la mano.

—Vamos a estar en mi habitación. —Les dice a sus padres mientras casi me obliga a correr por su casa, por las escaleras a su cuarto. 

Cierra la puerta y se queda recostada en ella por unos segundos hasta que me ve parada en el medio, casi como si se hubiera olvidado de que estaba allí, pero cuando me mira parece relajarse. 

Acción que se siente como un cálido rayo de luz sobre mí.

—Disculpa a mis padres, ellos-

—Me encantan tus padres, nada de disculpas. —La corto moviendo la mano. —De todas formas gracias por salvarme de tener que mentirles. —Agrego mientras me quito los zapatos y me siento en su cama con las piernas cruzadas, miro sin discreción hacia el mural de fotografías tipo instantáneas que tenía pegadas en algunas partes de sus paredes, en algunas estaba con Andrea, tenía una con su equipo, luego habían otras de artistas en un escenario, en otras estaba con ese chico de su antiguo colegio, otras eran con sus padres de vacaciones en la playa, comiendo en restaurantes, en algunos espacios se notaba que había arrancado las fotografías que allí estaban, era obvio sobre quién o quiénes eran así que casi no presté atención a esos espacios. Para mí era bonito observar un mural de recuerdos tan bonito, el hecho de que arrancó un par de fotos le daba un toque mucho más impactante, artístico.—Tienes ojo para tomar buenas fotografías.

Solo Será Un MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora