La Charla ||

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—Tú me importabas. —Mi voz sonaba más segura. —¿Por qué fingiste regresar conmigo? —Grace se da la vuelta y se recuesta en la barandilla viendo hacia la otra dirección.

—Poché. —Me giré a verla porque, joder, cómo había extrañado que dijera mi nombre. —Pensé que odiándonos iba a ser más fácil para mí el mantenerme alejada, cuando Hailey me contó el plan... realmente pensé que era una buena decisión que nos iba a beneficiar a ambas-

—¿No piensas que fue terriblemente malvado? —Pregunté analizando su ceño fruncido. Parecía genuinamente estar sufriendo con esta conversación.

—¿Desearías poder estar conmigo todavía? —Me preguntó. Mi garganta se llena de nudos. Tengo una sensación dolorosa que siento que se calmaría si tan solo pudiera estirar la mano y tocarla, tocarle el hombro. En alguna parte de mi cerebro hay una voz que está diciendo Daniela, Daniela, Daniela. Me abstengo de hacerlo.

—No. —Contesto con honestidad y Grace cierra los ojos. —Pero tampoco sé cómo liberarme de ti, lo he intentado demasiado y me está matando.

Grace abre los ojos de nuevo y se mueve envolviéndome en un fuerte abrazo. Es apretado y tiene anhelo en él, me escondo en su pecho, puedo sentir que el abrazo está tornándose triste y está repleto de duelo. Y me duele, me duele tanto haber terminado así. Siento que las lágrimas comienzan a salir y Grace se separa sabiendo que iba a llorar, comienza a limpiarme las lágrimas con el dorso de su mano y me susurraba.

—Lo siento, Poché, de verdad lo siento. —Su tono intentaba hacerme sentir segura. —Ya no quiero lastimarte.

Nos sentamos en la madera recostadas contra el grueso tronco cuando me tranquilicé.

—¿Sabes? —Comienza a hablar, pone una mano en mi rodilla y decido que no es un acto tan imperdonable, a pesar de que Daniela y yo no estamos saliendo realmente. —Hailey es una mierda. —Me río bufando. El recuerdo de que se abrazaron hace unas horas regresa a mi mente. —Y tengo que pretender ser su amiga después de todas la mierdas que ha hecho, haciendo memoria... ella estaba más obsesionada contigo que yo.

—¿Qué? —Pregunté. Grace asiente. —Todas las cosas que te he hecho las ha implantado en mi cabeza y no me di cuenta hasta hace unos meses, me lo confesó ebria y no paré de pensar en eso, parece que se puso celosa de tu juego, algo así como... que me usó para echarte del equipo.

—Conozco a gente que se obsesiona con el deporte. —Pensé en Carla. 

—No confío en ninguna de ellas, todas la siguen a ella. —Confiesa. —Cuando te vi hoy me sentí aliviada de no tener que pasar tiempo con ellas.

No recordaba mucho a el grupo de amigas que tenía antes, recordaba que eran divertidas cuando era pequeña pero realmente todo es divertido cuando eres un niño, ahora que Grace dice eso puedo entender por qué Julián fue la única persona con la que seguí en contacto. Así que Grace debe sentirse sola, sentí compasión.

—¿Por qué no haces otro grupo de amigas? —Le pregunté intentando ayudarla. Ella alzó una ceja viéndome.

—No te recuerdas de Hailey, ¿Verdad?

—No la recuerdo tan malvada.

Nos levantamos y nos sacudimos las piernas. Mi teléfono comenzó a vibrar y tuve que contestarle a Johan, le prometí que lo haría.

—Perdón, señorita pero-

—Un rato más, Johan, por favor. —Le pedí. Grace ladeó la cabeza. Johan accedió y le agradecí.

—¿Quién es Johan?

—Mis papás contrataron a un seguridad para mí. —Le conté notando que mi estado era tranquilidad total. Ni si quiera sentía el estómago revuelto. Creo que ya no resentía a Grace. Ella rodó los ojos con media sonrisa.

Y solo pensé en Daniela.

—Había olvidado lo increíblemente bien que ganan tus padres. —Me molestó, yo me sobé el brazo fingiendo dolor. —Es otra cosa que me gusta de ti, lo humilde y honesta que eres.

—No sé qué decirte. —Le contesté. Habíamos bajado de los juegos y nos dirigíamos al gimnasio de nuevo en silencio. Nos habíamos metido al colegio para acortar el camino, estaba pasando por el pasillo donde estaba mi antiguo casillero y no dejaba de intentar ubicarlo hasta que noto que ella se detiene y me giro para ver qué había pasado.

—Odié el video donde te besabas con ella en tu cumpleaños. —Comentó con un poco de odio en el tono.

—Sí, bueno yo también odié verte besando a otra chica en aquella fiesta, las dos la pasamos mal, Grace. —Intento razonar con ella. Grace niega con la cabeza y respira profundo, me recordó a cuando estaba a punto de perder el control así que mis alertas se activaron.

—Es que no puedo creer que estés con esa perra. —Murmura. Mi puño se aprieta ante ese insulto pero me mantengo firme.

—Tú te convertiste en una persona diferente a la que conocí, me lastimaste mucho.

Tuve una pequeña Epifanía. De pronto yo me había separado de mi cuerpo y me miraba desde el exterior, como si estuviera viendo una película y me preguntaba cómo podía estar aquí, qué esperaba con haberle dicho todo eso a una chica que no hacía nada más que lastimarse a ella misma y a mí. Me preguntaba por qué quería que ella sufriera por mí tanto como yo sufrí por su culpa. Me di cuenta que estaba bien hace tiempo. No estábamos destinadas a estar juntas y eso estaba bien. Y tenía que salir de aquí antes de que perdiera el control.

Desde el exterior me preguntaba cómo pude ponerme en peligro otra vez.

—Grace, debería irme. —Le digo. Grace mira hacia el suelo y sacude la cabeza.

—No, María José, por favor quédate. —Me contesta elevando la mirada, sus ojos estaban cristalinos, la comisura de sus labios se inclinaba hacia abajo y ese sentimiento de compasión me atravesó de nuevo. Ella se acerca dos pasos y no me muevo. —Seré mejor. —Susurra. Me toma de la mano. Yo puse mi mano encima de la de ella.

—Encontrarás a alguien, Grace. —Le digo intentando reconfortarla.

—¿Así como tú con esa-

—Me voy ya. —Solté su mano y me giré para caminar, no quería escuchar el insulto de nuevo porque me iba a enojar y todo esto se iba a convertir en un campo de guerra, era mejor retirarme pero entonces siento su mano envolver mi cintura, ella me da la vuelta y presiona sus labios con los míos.

Al principio estoy estática y luego mi cuerpo se despierta. Había fantaseado con este momento bastantes veces, una última oportunidad, un último beso. Ella sabe a sal, a soda. Sus labios son cálidos y los reconocí al instante, comencé a mover los míos. Ella los abre más y su lengua se abre paso entre ellos.

No se siente bien. Nada de esto está bien, ya no es esto lo que quiero.

—Grace, no puedo. —La separé de mi y me solté de su cintura, me alejé un paso. No tuve que haberle dado la espalda nunca.

—¿Podemos ser amigas? —Me pregunta en un intento de continuar hablando conmigo, lo sé porque yo hice eso. Asiento con la cabeza.

—Solo voy a necesitar tiempo. —Le contesto. Grace asiente. Podría estar asumiendo cosas, pero creo que estaba yendo a sus clases de control de la ira y eso de alguna forma me puso feliz.

—Solo necesito que me vayas a dejar a mi casa. —Agrega. —Ya sabes, no tengo carro.

Me río ante la familiaridad del asunto. —Claro, ¿Donde siempre?

Grace asintió, su rostro demostraba tristeza. 

Grace me acompañó a el carro y saludó a Johan antes de subirse.

Grace se despidió de mí en silencio y Johan puso el carro en marcha.

Johan se puso a hablar conmigo sobre su exnovia una vez más durante todo el viaje, pero yo no podía concentrarme porque solo tenía en mente que por fin este nudo que me presionaba el pecho se había desecho.

Solo Será Un MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora