La Fiesta de Wooden High

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—No. —Dice Daniela de brazos cruzados en cuanto me ve de arriba a abajo. 

Acabo de abrir la puerta de mi casa, literalmente. Miro mi atuendo para luego regresarme hacia ella. Ella usaba un top corto beige de manga larga, unos pantalones de lona negros que se cernían alto en su cintura y unos zapatos que combinaban. Su cabello estaba suelto en hermosas ondas. 

—Literalmente acabo de abrirte la puerta y ya estás critican-

—No puedes ir en un suéter holgado beige y el pantalón que llevaste a la escuela ayer, además déjame decirte que los jeans rotos y apretados ya pasaron de moda, será una presentación formal de nuestra relación y no lo harás en ese tipo de ropa. —Me cruzo de brazos pero me hago a un lado indicándole que me acompañara adentro. —Me agrada tu pelo alisado, eso está bien, también el maquillaje. —Cierro la puerta detrás de ella. —Solo deja que te arregle la ropa, prometo que te mirarás guapa incluso con tu estilo. —Me guiña el ojo y no puedo hacer más que respirar profundamente para evitar una discusión y comenzar a caminar.

Cuando llegamos a mi habitación ella se detiene a observarlo curiosa. 

—Es un cuarto bastante espacioso. —Comenta caminando hacia el centro. Tenía un escritorio arrinconado en una esquina de la habitación, a un lado de la puerta del baño, una laptop encima de este, una enorme alfombra blanca bajo mi cama pegada a la ventana, una televisión colgada en la pared y bajo ella una repisa con mis videojuegos, un sofá cama frente a él, las paredes eran negras y tenía tres cuadros de colores oscuros que mi madre escogió esparcidos diagonalmente en una pared, pero yo me dirigí a la pequeña habitación extra donde tenía todo mi armario. —Podrías irte a la universidad y rentarlo, le pones una estufa eléctrica, una refrigeradora pequeña y no necesitas nada más que una entrada aparte. —Comenta detrás de mí, enciendo la luz. 

—¿Gracias? 

—Y tu armario también es muy lindo. —Dice observando las prendas colgadas, los cajones y las puertas del armario sin abrir donde mantengo la ropa que casi no uso. —¿Tu papá malversa fondos? —Me pregunta en forma de broma mientras corro la puerta del armario.

—Mi papá trabaja en bienes raíces y mi mamá es neuróloga. —Contesto. Ella silba. —¿Le preguntaste lo mismo a Lily?

—¿Hija única? —Me pregunta comenzando a buscar entre las chaquetas pero descarta todo lo que hay.

—¿Y ahora por qué me haces tantas preguntas? —Le pregunto un poco agobiada y a la ofensiva pero ella se encoge de hombros. 

—Me dio curiosidad. —Me contesta con simpleza y dejo que el agobio se deslice lejos de mi mente, mueve su mano y me hago a un lado para dejarla revisar entre todas las cosas que estaban de mi lado. —Bueno, esto está más interesante. 

—Solo quería agregar que no me gustaría ir de colores parecid-

—Dios no, que asco. —Me interrumpe y no puedo hacer nada más que mirar a otro lado.

—¿Auch? —Le digo. Ella sigue buscando entre toda la ropa sin desordenar absolutamente nada, me sorprendía que no estuviese tirando todo por todas partes como me hubiese imaginado que haría ella. 

—Esto. —Dice en una emocionada voz pero no puedo ver qué es, ella sigue buscando del lado de los pantalones. Me acerco a su lado para ver qué tiene en las manos y noto un suéter de gruesas líneas horizontales de colores pastel en azul y amarillo con tres botones del cuello hasta la mitad del pecho.

Debo ser sincera, no había notado ese suéter entre todas esas cosas, estaba lindo.

—Ese me queda igual de holgado que este. —Intento protestar. 

Solo Será Un MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora