Como el Mar

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Llevábamos un buen tramo de camino hacia la fiesta durante el que no habíamos intercambiado palabras, supongo que por la impresión de estar juntas. Era solo un poco incómodo porque después de el gran discurso que di, ya no le dije nada. Calle por otro lado parecía cómoda, pero tampoco decía nada. Me resultaba familiar caminar con ella de la mano por todas aquellas veces que lo hice en los pasillos del colegio. Si hubiera sido como cuando fingíamos estar juntas, yo ya hubiese hecho un comentario sobre sus encuestas y ella hubiese hecho un comentario sobre cómo el haber llegado a mi vida me la hizo mucho más fácil, solo para hacerme enojar un poco pero que después de un tiempo de conocerla, en el fondo me hacía reír.  

De vez en cuando me giraba a verle el rostro a Calle solo para asegurarme de que no lo estuviese imaginando, también me reconfortaba notar que ella no podía desdibujar por completo la sonrisa boba de su cara. Yo sabía que lo estaba intentando.

—¿Cuánto tiempo esperaste? 

Preguntó ella de la nada. La guiaba por los senderos hacia la fiesta. Apreté los labios y fruncí el ceño pensando...

—Como media hora después de que terminara la actividad de hoy. 

Calle nos detuvo de caminar y me giré a verla con confusión. Ella se aclaró la garganta.

—Estoy muy feliz y muy apenada de que estuvieras allí todavía, de que estás aquí... Pudiste ir a otro lado. 

—¿Cómo iba a estar en otro lado si no era en el único donde podrías quererme de vuelta?

Ella sonrió ruborizándose. Me dio un beso en la frente y continuamos la caminata. La expresión en el rostro de Calle cuando se ruborizaba era mi favorita, porque ella intentaba esconderla pero fallaba cuando la comisura de sus labios se elevaban coquetamente. Sus pestañas se cerraban solo un poco, provocando que tuviera una mirada mucho más suave y provocándome ganas de tomarle todas las fotos y los videos que pudiera.

—¿Cuándo supiste qué hacer por todos tus sentimientos por mí? —Me interroga de nuevo. Podíamos ver la salida a la playa a lo lejos, la música comenzaba a escucharse como un eco y comencé a pensar en cuándo con una cara pensativa... 

—En víspera de navidad. —Contesté segura, ella ladeó la cabeza y esperó a que continuara hablando, porque no tenía mucho sentido si no le agregaba el resto. Apreté su mano y miré hacia abajo avergonzada. —Sabía qué hacer con lo que sentía por ti, pero no sabía qué hacer con el resto de cosas que sentía por mí, ni con lo que pensaba que sentía por Grace. Era como intentar avanzar con una mochila llena de piedras en la espalda desde que te conocí, claro que igual no lo pude ni evitar porque tú, mi mamá y Dios saben lo mucho que me gustas. 

Daniela se rió de nuevo pero esta vez se intentó cubrir la risotada con la mano, seguramente recordando la vez en que mi mamá nos atrapó durante una sesión de besos en mi baño, en mi cumpleaños. 

—¿No te regañó? —Preguntó con los ojos brillantes de curiosidad, nos quitábamos las sandalias y las agarrábamos con nuestras manos libres porque habíamos llegado a la playa, queríamos sentir la arena. —Nunca te pregunté.

—Me dijo que pusiera una calceta en el pomo de la puerta la próxima vez.

Daniela se rió más fuerte, incluso cerró los ojos.

—Me encanta hacerte reír así. —Le dije mientras sentíamos la arena en nuestros pies y ella terminaba de reír. —Oh mierda, estoy tan feliz de que regresaste, Dani.

—Y me encanta que lo digas mientras estamos frente al mar, en una costa.

—¿Por qué? 

Nos detuvo. Nuestros rostros estaban muy próximos y no podía apartar mi mirada de ella.

Solo Será Un MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora