Tenemos Que Hablar

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Luis estaba en el apartamento, en nuestro apartamento con Calle porque ya Andrea se iba a hacer una especialidad a otra ciudad y tenía más sentido que yo viviera con Calle. Me la pasaba allí más tiempo del que pasaba en mi propia casa.

Estaba emocionada de vivir oficialmente con ella, pero hace poco comenzó a pasársela de fiesta cuatro días a la semana. Sé que son eventos y que le pagan por ir, que es publicidad para ella y que sus días libres son todos para mí, pero tengo derecho a estar por lo menos decepcionada.

Por lo menos podría evitar venir ebria... o como sea que venga, ni si quiera le he preguntado cómo es que aguanta todo ese alcohol. Tampoco quiero saber. No hablamos jamás de la vez en que me llevó a una de sus fiestas y era obvio el estado en el que se encontraba.

Luis estaba en el apartamento y me observaba editar el video esperando pacientemente su turno porque él no tenía computador propio y los de la universidad solo estaban disponibles durante el día. Editábamos un cortometraje para la clase de sonido, el cortometraje podía ser de lo que quisiéramos y efectivamente, lo hicimos en stop motion con plastiscina sobre un osito de goma que está intentando tener un día lindo pero siempre caía en trampas para osos, el osito de goma se quitaba un pedazo de su cuerpo con los dientes (porque era de goma) hasta que las trampas se lo comen completo. Los colores eran muy vívidos, el osito era azul turquesa y la voz que usábamos para el osito era chillona. 

Muy animado.

Y no sé de dónde me salió esa idea, pero estoy segura de que al principio reirán pero el resultado terminará turbio. Mi psicóloga intentó indagar en la historia, intentó hacer una analogía pero la detuve diciendo que no todo tenía trasfondo.

—Todo tiene trasfondo, Poché. —Me contestó ese día. 

Luis me golpeó el hombro y me quité los audífonos para girarme a verlo.

—Te quedaste observando la pantalla sin hacer nada, ¿Quieres cambiar? —Parpadeé un par de veces antes de mover todo hacia su espacio sobre el comedor. Luis no tomó el equipo de inmediato, parecía revisarme. —¿Dónde está Calle?, es tarde ya. —Me preguntó un brillo curioso en los ojos.

—No sé en qué evento esté hoy pero ya no tarda en venir. —Contesté de mal humor levantándome para escapar de la conversación. No mentía, sé que ya no tardaba en venir porque me dijo que estaría aquí hace como dos horas y usualmente ese es el marco temporal que se tarda en aparecer después de decirme eso. —Me bañaré, ¿Te molesta? —Me giré a verlo en el marco de la puerta de la cocina.

—Sí, apestas. —Contestó tomando el equipo entre sus manos, se colocó los audífonos. Rodé los ojos antes de salir pero en el pasillo me detuve a olerme la playera.

No olía tan mal.

∆∆∆∆∆

Daniela había llegado poco después de haber finalizado mi relajante baño en la tina de nuestra habitación, mientras yo terminaba de peinarme frente a el espejo con la toalla enrollada en mi cuerpo. Ella entró a casa dando un portazo así que me levanté alarmada maldiciendo el no haberme cambiado antes de peinarme. Abría con algo de fuerza mis cajones moviendo la ropa con rapidez encontrando  el top. La voz de Calle se escuchaba en todo el apartamento llamandome entre risas, supongo que quería contarme algo pero se notaba que estaba un poco ebria. Cerré los ojos con fuerza unos segundos pensando en cómo explicarle esto a Luis sin quedar como una total idiota. Apreté el agarre sobre el siguiente cajón encontrando los shorts. Abrí la puerta para salir del clóset mientras saltaba con un pie malabareando mi cuerpo para ponerme el top y el short a la vez.

Solo Será Un MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora