Fuera de Mi Cabeza

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Mi coleta se hacía de un lado al otro mientras corría en la acera de las calles cerca de mi casa, hacía mis ejercicios matutinos, el sol comenzaba a salir. Mis audífonos de diadema eran inalámbricos y cancelaban todo el ruido del exterior pero no podían cancelar todo el ruido que hacía mi cerebro desde que tomé a Poché de la cintura y la besé todo lo que quise.

Comencé a correr con más fuerza hasta sentir que mis músculos se transformaban en lava, hay un breve momento entre la lava y el dolor en el que dejas de pensar y solo puedes enfocarte en eso. Luego de unos minutos así tus piernas se acostumbran. Pero no funcionaba, no podía sacármela de la cabeza. Yo ya había tenido otros flechazos antes, estaba Carla. Incluso durante el tiempo de Carla tuve un pequeño flechazo con un barista que trabajó un tiempo en La Luna, mi hermana me lo presentó. Pero desde que dejé y superé esa tormentosa relación había decidido no flecharme con nadie más por lo menos hasta haber llegado a la mitad de los estudios en la universidad, mientras tanto iba a pensar en el amor como un entretenimiento para otras personas, como los musicales o las óperas. Podrían parecer agradables, divertidas también pero no me miraba en la fila comprando un boleto para ese tipo de entretenimiento.

Pero Poché tenía algo.

Puede ser el que no se haya dado cuenta de lo hermosa que se ve sin esfuerzo, que me parece admirable lo determinada que está a seguir jugando voleibol a pesar de lo que le han dicho de su estatura, que maneja un auto viejo al que ama con su vida, al que le va agregando aparatos para intentar modernizarlo un poco y que seguramente todo eso es de su elección, que cuando entraba a algún lugar parecía flotar en la habitación muy ajena a lo que todos estuviesen haciendo, como había dicho antes, sin darse cuenta de lo hermosa que es y de cómo sus ojos se achinan cuando se ríe, pero sólo cuando se ríe en serio. Que podía hacerme sonrojar incluso si no estaba junto a mí, como está pasando ahora mismo que desaceleré el paso, o tal vez estaba muy alterada por el ejercicio, de todas formas me era imposible concentrarme en otra cosa. Me coloqué las manos en las rodillas intentando recuperar un poco el aire observando la acera sin realmente ver nada.

Pero intentarlo con ella sería el equivalente a pararme en las vías del tren esperando a que su tren descontrolado se detenga cuando me vea allí. Una total locura. Me pasaría encima dos veces, una de retroceso. Poché podría no superar a Grace y eso es algo que tenía que aceptar.

Y no puedo pedirle nada, ni si quiera somos novias reales, y por nuestras pláticas ni si quiera sé si me considera su amiga.

Mi reloj había marcado un nuevo récord en distancia y calorías, pero no tenía nada por lo qué celebrar.

∆∆∆∆∆

—Poché, no puedo esperarte tanto tiempo. —Le hablé en cuanto subió al lado de copiloto, su mochila negra la llevaba hacia al frente en vez de llevarla colgada hacia atrás, ni si quiera quise preguntar.

—Lo sé, perdona. —Me contesta, se pone el cinturón de seguridad. Llevaba el cabello ondulado, usaba una blusa de manga larga negra que se cernía muy bien en todo su cuerpo a diferencia de las playeras holgadas que usaba todo el tiempo.

—¿Nueva blusa? —Pregunto mientras me pongo en marcha. Ella asiente orgullosa y sonríe.

—Y pantalón.

Eran unos jeans claros, holgados y rotos.

—Está lindo el conjunto, muy tú. —Solté el comentario sin ningún tipo de intención.

—¿Lo suficiente como para que quieras llevarme a la ciudad espejo de nuevo? —Me pregunta burlonamente. Desencajo la mandíbula un poco sorprendida por su comentario, pero me permito sonreír coquetamente. Le bajo volumen a la música pop que sonaba en ese momento.

Solo Será Un MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora