Está completa y tiernamente dormida. Su rostro está sereno y a veces sus párpados se mueven a causa de sus sueños, a veces balbucea o dice cosas que no puedo comprender. Puede parecer creepy, pero me encantaba despertar antes que ella para verla dormir aunque sea unos minutos. Los rayos del sol se colaban por los laterales de su oscura cortina, iluminando el cuarto lo suficiente como para ver bien, pero no como para despertarla. No puedo evitar sonreír con ternura y apartar un mechón que le caía en el lado derecho de la cara, lo hago con suavidad para no despertarla y quedarme sin este momento mágico.
Aunque todos los momentos son mágicos como ella. Incluso las tontas peleas que hemos tenido que en realidad considero, no son peleas reales.
—Siempre miramos lo que tú quieres ver. —Se quejaba sentada en el sillón de mi cuarto. Exhalo exasperada de su humor, hoy ha estado más soy hater de las cosas de pochas de lo normal. Primero fue mi elección para comer, luego fue el sillón que elegí para el apartamento, luego esto.
—Tú quieres ver Barbie, la princesa y la plebeya. —Le contestaba un poco irritada porque no quería sentarme hora y media a ver una película que vi mil veces durante mi niñez. Además, ¡La vi durante mi niñez! —Y por muy tierno que me parezca, no me apetece.
—Es una película excelente. —Contesta a la ofensiva, me levanto para tomar el control de mi televisión. — ¿Y qué quieres ver tú?, ¿Un documental israelí de siete horas grabado por un niño siberiano ciego?
Me giro con las cejas alzadas y la boca en forma de o. Ella alza solo una ceja. Hay tensión en el ambiente, parece que este tema de qué ver ha sido algo que se ha guardado durante los últimos dos meses.
Así es, llevamos dos meses juntas.
—No puedo creerlo, ¿Conoces ese documental?
Daniela rueda los ojos. Me siento a su lado y pongo el brazo en el respaldo del sillón en un intento de abrazarla durante la película. Daniela está viéndome, siento la tensión.
—Eres una egoísta.
—Y tú una inmadura. —Ella inhala profundamente, toma con una mano la mantita que le cubre el cuerpo de la cintura para abajo y se hace hasta la esquina del sillón para estar lejos de mí, lo cual me hace replantearme con seriedad el por qué no quiero ver Barbie, la princesa y la plebeya. Si es un peliculón. —Pero pasa que me gustas tanto. —Le digo mientras prendo la televisión y automáticamente abre Netflix. —Que estaría dispuesta a ver todas las películas de Barbie por ti.
Daniela me mira y noto que su tensa mirada se suaviza. Me giro a la pantalla para buscar su película y cuando le doy play, siento su peso contra mi hombro. Me giro para verla recostada contra mi hombro, con las piernas flexionadas sobre el sillón y pues estiro el brazo para que esté más cómoda. Antes de recostarse bien, ella me da un beso en la mejilla y con los ojos más brillantes del mundo me dice:
—Gracias, amor.
Eran peleas contadas, tan diminutas que duraban muy poco. Como la vez que me quedé dormida y olvidé avisarle que no iba a poder llegar a su casa porque estaba cansadísima de haber entrenado con Andrea «Me gustaba juntarme con ella para jugar Vóley.», o la vez que Daniela olvidó decirme que iría a su lugar para romper cosas y no estaba en su casa cuando llegué de sorpresa, o la vez que me puse tan borracha por presión social que terminé vomitando en mi baño con ella tomándome del pelo «Le molestó que lo haya hecho por presión social.».
Y sabía que nuestra comunicación era la clave del que duraran tan poco, nuestra conexión. Nos decimos la verdad aunque nos duela porque si intentamos esconderlo resulta siendo peor, como esa vez que yo no sabía que a Calle le molestaba cuando no poníamos sus películas. Pero sinceramente yo pensaba que cuando ella me decía Miremos Legalmente Rubia y yo le contestaba con un Mejor miremos El Club De Los Poetas Muertos y ella aceptaba, no era porque se estuviera guardando sus sentimientos, sino porque le había parecido mejor que viéramos la que propuse yo. Cuando nos explicamos la una a la otra lo que pasaba, nos dimos cuenta que era una tragedia mal contada de parte de ambas.
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Solo Será Un Momento
FanfictionPoché tiene algo que la mayoría de personas no: determinación. Después de confrontar y llorar más desgracias, traiciones y sorpresas de las que puedes contar con los dedos de las manos y pies, ella no iba a dar todo por perdido. Un nuevo instituto l...