Romper El Ciclo (Literal)

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No entendía nada.

—Madre. —Entré abruptamente a su oficina dentro de la casa, me sentía agitada pero me mantenía firme ante ella porque esto de las emociones solo se daban bien cuando papá estaba presente. Mi madre tenía una mirada de curiosidad en el rostro, había dejado de lado unos papeles y me miraba a través de sus lentes de lectura. Incluso yo estaba sorprendida con mi aparente actitud, nunca me detuve a pensar en que tal vez Poché estaba mintiendo.

Me sorprende lo increíblemente fácil que es confiar en esa chica lo cual me asustó. Me asustó tanto que lo enterré. 

—Dime qué razón en este mundo hay para que no estés en la escuela. —Me contesta sin nada más que decir. No sé cómo empezar.

—Quería sorprenderte en el hospital. —Contesté y a la vez la acusé. Ella parpadea un par de veces antes de contestar, pero no la dejé empezar. —Y resulta que me confundieron con Holly, ¿Por qué no me dijiste que estás bien? —Le pregunto sin involucrar a la única persona de la que no quiero alejarme. 

Mi madre puso el rostro serio. Parecía no saber qué decirme. Las cosas no fueron siempre así con mi mamá, recuerdo cuando solíamos divertirnos juntas o cuando solía decirme lo orgullosa que estaba de mí. Creo que por eso es que le temo tanto, porque de alguna forma intento regresarnos a esa época donde además de madre e hija, éramos amigas. Es por eso que me es tan difícil esto, recordar lo que solíamos ser y ahora, estar consciente de lo que pudimos haber sido.

«¿Cuál era el punto?, ¿Hacerme sentir miedo?»

—No quieres saberlo. —Me contesta, se acomoda los lentes y continúa observando unas hojas que seguramente eran contratos de la fumigadora. Me acerco a la mesa con el paso firme y el corazón en la garganta, con una mano bajo sutilmente sus hojas para que me preste atención, intentaba que no me temblara la mano. Ella suelta las hojas y eleva su vista hacia mí. 

—Cariño, tenemos... oh, ¿Calle? —Mi padre entra a la habitación y parece sorprendido. —¿Qué están haciendo? —No desvío la mirada hacia él, solo quería la verdad.

—¿Por qué no me dijeron que mi mamá no está recayendo? —Le pregunto, él se aclara la garganta. 

—Yo le dije que te dijera, fue su idea y le pedí que no me involucrara. —Dijo con un tono igual de acusador que el mío. —Iré a las oficinas, si necesitas algo puedes llamarme. 

Y sin más, se fue.

—Un día mientras revisaba tus calificaciones noté un... patrón. —Comenzó a contarme mientras buscaba unos archivos de su escritorio. 

—¿Revisas mis calificaciones pasadas? —Le pregunté sorprendida, pensé que nadie hacía eso. Mi madre rodó los ojos ante la obvia respuesta, decidí callarme.

—Noté que en los años que estuve enferma, tus calificaciones no variaban de noventa y ocho punto cinco para arriba. —Sacó dos folders que tenían mi nombre en ellos, eran mis calificaciones, los abrió, los giró y me mostró con el dedo índice. —Y que cuando me curé, tus calificaciones estaban entre 90 para arriba, ¿Entiendes lo que quiero decir?

Me quedé estática revisando las dos hojas de comparación entre el año pasado y las que siguieron los años atrás sin acercarme tanto. Sí, era cierto. Di un paso hacia adelante sintiendo el peso de la ira en la espalda.

Respiré profundo sintiéndome un toro apunto de atacar.

Tomé los dos folders entre mis manos y los rompí en cuatro pedazos sin quitarle la mirada de encima, los dejé caer al suelo, ella solo alzó una ceja.

Solo Será Un MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora