208 Semanas Tarde (Ptm)

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Daniela estaba sentada en la mesa de madera a penas tocando la pasta que había recogido en el camino hacia acá. Tenía su teléfono en una mano, apretaba la pantalla varias veces mientras enrollaba la pasta con su tenedor en la otra. Yo apenas movía mi pasta con el tenedor sin ningún índice de que el hambre vendría a mí pronto. Podía sentir su enojo hacia el universo, a veces respiraba con fuerza intentando calmarse. Creo que estábamos intentando procesar lo que descubrimos sobre ambas.

El video se repetía en mi mente una y otra vez, la imagen de Daniela viéndolo también. Al final era muy obvio que era editado lo que me hace pensar que ella no lo vio completo y que tal vez si hubiese sido más paciente... tal vez todo sería diferente. Me enojaba mientras más vueltas le daba a mi pasta. El video tenía muy mala edición al final, eran como tres segundos de mala edición en un video de casi un minuto.

Sí, seguramente no lo terminó de ver.

Si tan sólo lo hubiese terminado de ver, si tan solo no hubiese dudado de mí por tres minutos.

—Si no te lo vas a comer, guárdalo. —Me regañó, solté el tenedor sobre el plato, el sonido me resultó tan pesado que me disculpé y me levanté para guardarlo, el día más amargo de mi vida se repetía en mi mente una y otra vez, Daniela gritándome. —Esto- no estoy enojada, esto solo es...

—¿Demasiado?

Daniela soltó un suspiro dejando su teléfono de lado(por fin, comenzaba a preguntarme con quién hablaba), con una mano hizo su plato hacia un lado y se cubrió el rostro con las manos. Metí el plato en un espacio libre junto a un litro de leche, quizá lo metí con fuerza de más.

—No me sentía así desde la facultad de medicina. —Dijo en voz alta.

—¿Desorientada?

—Estúpida.

Bufé cerrando el refrigerador. No solté mi mano del mango de la refrigradora, pegué mi frente a la puerta porque me costaba mucho no perder los estribos. Parecíamos dos islas conectadas por un puente que no era lo suficientemente alto y la marea solo parecía subir.

—Yo me siento estúpida también.

Su silla hizo ruido y la escuché caminar hacia mí. Daniela sostenía el plato casi sin tocar con ambas manos, la comisura de sus labios estaban inclinadas levemente hacia abajo, sus fosas nasales se abrieron de más por un momento y sus ojos no tenían ese brillo de creatividad e inteligencia que los habitaban, parecían en realidad atormentados.

Y eso me ponía los pelos de punta.

—¿Jugamos a las preguntas? —Le pregunté tomando el plato de sus manos, me giré y abrí la puerta para buscarle un espacio dentro de la refrigeradora, cuando lo encontré me sobresalté porque Daniela se había pegado a mí, me abrazaba por la cintura, su cabeza y su mejilla descansaban sobre mí cabeza. No me moví.

—¿Por qué estás enojada conmigo?

—No lo estoy.

—Poché.

Agaché la cabeza y ella se separó de mí. Cerré la puerta y me giré a enfrentarla. Escuché que su teléfono vibraba.

—No quiero pelear-

—Literalmente acabamos de descubrir un enorme error y ¿Tú no quieres confrontarlo?

Daniela bufó, se cruzó de brazos y su rostro gritaba que sus muros se habían levantado kilómetros hacia arriba junto con mi pulso.

—¡Es que no entiendo cómo no te diste cuenta!

—Perdona si mis lágrimas no me dejaron ver la terrible edición de los últimos dos segundos del video.

Solo Será Un MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora