Despedida

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Han habido tantas fiestas post graduación que perdí la cuenta. Total, a mí solo me importaba estar con Daniela. Ella se arreglaba en su baño mientras yo miraba mi teléfono acostada en su cama, esperando.  Me encontré con un video que pensé le daría risa y lo guardé para mostrárselo después pero me reí un poco.

—¿Qué viste? —Me preguntó inclinándose un poco contra su lavamanos mientras se colocaba rímel.

—Un video de una señora cayéndose, pero está viva. —Le conté. —Te lo muestro cuando regresemos.

Ella no contestó, estaba muy concentrada. Bloqueé mi teléfono y me levanté para verme en el espejo que tenía a un lado de su escritorio, era de cuerpo completo y podía inclinarse, me parecía un espejo muy clásico. Me sacudí el pantalón oscuro flojo porque se había estirado un poco y revisé que mi blusa blanca (que parecía más un pañuelo amarrado en mi pecho) estuviera bien, también revisé rápidamente que mi maquillaje siguiera intacto o Daniela me mataría, luego escuché que cerró la puerta del baño y me giré para verla. Estaba volteada viendo hacia el perchero para bolsas que había instalado en su pared, tendría unas doce bolsas y algunas de colores extravagantes. Eligió una de cuero negro de cadenas plateadas largas, se la colgó en el hombro y se giró para verme.

—¿Cómo me miro? —Me preguntó al instante. Sé que se refería a cómo se miraba la bolsa con el conjunto de Jeans blancos y blusa de tirantes coral que llevaba puesto, eso agregando las ondulaciones que se había hecho en el pelo. 

Pero en mi cabeza ya la besé mil veces. 

Ella se rió al ver mi expresión que seguro no dejaba nada a la imaginación.

—Tomaré eso como respuesta.—Me contestó acercándose a mí. La tomé de la cintura cuando estuvimos peligrosamente cerca y tenía intención de besarla con intensidad, pero ella en cambio me dio un corto beso en la boca, entrelazó su mano con la mía y me guió fuera de su habitación. —El labial. —Me dijo mientras bajábamos las gradas cuando notó mis fallidos intentos de detenerla para así poder besarnos como quería. Bufé.

Su padre nos despidió en la puerta, tenía una playera negra que solo tenía una simple frase que no entendí muy bien.

NO PUEDO, TENGO ESPOSA

Cuando cerró la puerta tras nosotras Daniela me contó que la usaba los viernes que no quería salir con sus compañeros de trabajo o amigos, lo cual era casi todos los viernes. Hasta entonces me reí. Usaríamos mi carro así que yo era la conductora designada ese día. Daniela usualmente no consume mucho alcohol, dice que no le gusta sentirse en descontrol pero hoy tenemos una variante porque no es cualquier fiesta, es la despedida de su mejor amiga. No le pregunté sobre su inquietante silencio en todo el camino «En realidad, ha estado bastante silenciosa todo el día.» porque sé que no quería hablar sobre esto por ahora. 

Al llegar parqueé en el garaje de Lily, nos había guardado un espacio para que no camináramos tanto. Habían muchos carros en una parte de la casa y también en la calle. Apreté la mano de Daniela antes de bajarnos intentando hacerle entender que estaba allí con ella para lo que quisiera.

DANIELA

Cuando me acerco a la puerta de entrada los ecos de música animada y risas contagiosas inundan mis oídos y apretujan mi pecho. Es la fiesta de despedida de mi mejor amiga y, aunque la emoción me embarga, también hay un dejo de tristeza que se apoderaba de mi corazón. No me gustaba gestionar estas emociones tan extrañas para mí, prefería meterlas en una caja y tirarlas al fondo del mar que ocupaba mi aplanamiento emocional. Así que hago eso mentalmente, inhalo profundamente apretando la cadena de mi bolsa y apretando la mano de Poché, la cual me miró con un deje de preocupación que se le quita en cuanto entro a la casa con la expresión de que todo está en perfecta armonía, me muevo con elegancia entre la gente que estaba saliendo y me encuentro con un mar de luces brillantes y una multitud efervescente.

Solo Será Un MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora