El Amuleto

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—Hoy tengo una sorpresa para ti y tu cerebro. —Me dice Daniela mientras caminamos hacia su casillero. No íbamos de la mano, casi no hablamos de camino hacia aquí pero claro que discutimos un poco sobre si La La Land era una película merecedora del Óscar, discutiendo podía sentirme normal.

Ella sostenía un par de libros y parecía hacerlo un poco tensa. Vestía con su uniforme de porrista y usaba una cola alta que caía ondulada por sus hombros.

La miré con los ojos entrecerrados.

—No pensé que fueras de ese tipo de persona. —Contesté mordiéndome el interior del cachete para no sonreír. Ella solo me miró curiosa esperando a que continuara. Como no lo hice me golpeó levemente con sus libros y solté una risa sobándome el brazo fingiendo que me dolía, ella rodó los ojos. —¿Qué? —Le pregunté pero ella solo me miró desafiante. —Eres de esas personas que no pueden aguantarse a contarte que te compraron un regalo. —Nos detuvimos frente a su casillero, era momento de irme. 

Pero no lo hice.

—Ya verás, en tu partido de hoy vas a reírte o no sé. —Me contesta, me sonríe achicando sus ojos con emoción y las mejillas comenzando a tornarse rosa y se gira bruscamente para tomar sus libros indicándome que ya podía irme. 

Pero no lo hice. 

—¿No puedes darme una pista? —Pregunté ladeando la cabeza con el rostro lleno de curiosidad. Es como decir que la caja de sorpresas te quiere dar una sorpresa extra, ella suspira y se gira de nuevo. 

—Quisiera pero no encuentro nada que no lo haga obvio. —Me contesta, lo rosado de sus mejillas estaba desvanecido casi por completo. —Vas a tener que esperar, solo serán un par de horas.

—Está bien. —Me resigné acomodándome la mochila al hombro, era el momento de irme, de desencajar la mirada.

—Bueno, te veo después. —Dice ella girándose bruscamente para cerrar su casillero y alejarse a pasos rápidos de mí. Pude haberla detenido, pude haberla alcanzado y decirle que no sé qué sucedió conmigo el domingo cuando la besé, que estaba confundida, que no sabía si estaba lista, que a pesar de eso quería hacerlo otra vez.

Pero no lo hice. 

Recibo un golpe amistoso en el hombro y me giro a ver quién había sido.

—¿Por qué estás parada viendo al fondo del pasillo? —Me preguntó Andrea. —Vamos, llegaremos tarde.

—Oh, tú tienes que contarme algo.

Andrea comienza a sonrojarse. Me alegraba que Julián fuera una gran distracción para ella, si un cuarto de su mente no se mantuviese pensando en él seguro ya hubiese notado que algo había cambiado conmigo. 

—Ayer cenamos con mis padres. —Me dice mientras comenzamos a caminar. Ella sonríe mucho y se toca el cabello mientras avanzaba con la historia. Aparentemente cuando Andrea fue al baño Julián decidió preguntarle a los padres si él podía salir con Andrea, si podían ser novios y me reí internamente imaginando al imbécil de Julián hablando el padre de Andrea. —Entonces al despedirnos me dijo que tenía una sorpresa en su auto. —Miré hacia al frente recordándome súbitamente que Daniela tenía una para mí hoy. Apreté y estiré las manos con ansiedad. —Y cuando abrió la puerta del baúl, ¿Poché? —Se interrumpió viéndome con diminutas líneas de expresión curiosa. —¿Te pasa algo?

—No, nada. —Le contesté sabiendo que si decidía contarle lo del beso en este momento arruinaría su historia. Ella se emocionaría mucho y supondría que ya había superado a Grace cuando ni si quiera yo sé qué estaba pasando por mi mente. —¿Qué había en el baúl?

Solo Será Un MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora