Mis días con él - Cristina y Frederico

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Capítulo IV: El premio

Cristina estaba en su despacho cuando Federico llegó a casa, primero fue a ver a los niños, siempre era así, llegaba e iba directamente a ver a los niños y luego se quedaba un rato con su mujer. Sofía cumplía 11 años, los gemelos estaban a punto de cumplir 6 y eran aterradores, siempre estaban haciendo travesuras. Sofía sufrió en sus manos.

¡Papá, papá, mamá está enfadada!

F: ¿Qué has hecho?

¡No fue él, papá, fui yo! - dijo llorando e inclinando la cabeza.

F: ¿Y qué hiciste Miguel?

Sofía: Tiró mis deberes por la ventana y se cayeron a la piscina, papá. Y mamá lo dejó sin postre hoy. Está muy enfadada.

F: ¡Hola princesa! - dijo abrazando a su hija, que era una copia de su madre.

S: "Papá, ¿de verdad vamos al país de mamá?

F: ¡Sí, mi amor, vamos, ella va a recibir un premio por el artículo que publicó en la revista, y vamos a ver el país de tus abuelos!

B: ¡Mamá ha dicho que si no nos portamos bien no viajaremos más! - dijo abrazando a su padre por la pierna.

Mi: Ella lo dijo oh Papa. - habló poniéndose las manos en la cintura imitando a su madre. - "¡Y si no te comportas, no habrá viajes! "

C: Así es, no tendréis nada y estaréis sin postre una semana los dos. - dijo entrando en la habitación. - Hola mi amor, me alegro de que estés aquí, ¡tenemos que hablar! - Besó a Federico y luego acostó a los niños, después fue con Sofía a su habitación, la ayudó con los deberes y luego la acostó y se fue a cenar con Federico.

F: Esta rutina tuya, que los niños cenen sin nosotros durante la semana me molesta, quiero a mis hijos conmigo.

C: Cambia tu horario, yo vuelvo pronto de la revista para estar con ellos, tú también podrías hacerlo. - hablaba con cierta rabia, tenía más trabajo que nunca desde que se convirtió en asesor, viajaba mucho más y llegaba tarde a casa.

F: ¿Es una queja, Cristina?

C: ¡SÍ! - se levantó, tiró la servilleta sobre la mesa y subió las escaleras, ya estaba llorando.

F: ¡Cris, Cris, mi amor, vuelve aquí! - habló con calma, pues sabía que ella no estaba en su mejor momento. Se levantó, cogió un plato de fruta y un vaso de agua y se acercó a ella. - Amor, lo siento, sé que estoy en falta con mi familia, pero te prometo que cambiaré mi horario.

C: ¡Estoy embarazada, Federico, no lo sé, pero estoy embarazada! - estaba apoyada en el mostrador del balcón.

F: ¡Mi Vida, lo sé, eres sensible, tu cuerpo está cambiado! Pensé que podrías ser, ven aquí mi amor, mi preciosa vida.

C: no puedo con tres, Federico, aún quedan... - no la dejó terminar, la besó fuerte y apasionadamente, el beso era de amor, intenso, cuando el aire fue necesario, pegaron sus frentes.

F: Lo sé Amor, pero lo conseguiremos, tú eres fuerte, yo me quedaré más en casa. Ven, vamos a comer algo.

C: No tengo hambre. - Ella le abrazó y se acurrucó entre sus brazos.

F: ¿Qué quieres entonces? - dijo, pero sabía la respuesta.

C: ¡Tú! - ella sonrió pegada a su pecho, él lo sintió, la suspendió para que lo abrazara más y entrelazó sus piernas alrededor de sus caderas. - Te quiero así, y aquí fuera.

F: ¡Aquí no! Sabes que no quiero exponerte, mi amor. - le dijo entre besos en el cuello. - Sé que me vas a decir que el muro es alto, pero tengo miedo de que otro hombre te mire, un miedo que me destroza el corazón.

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