Cuando se abrió el ascensor entró y la vio guapísima con una sonrisa increíble y era sólo para él.
- Hola Fernando, ¿cómo estás? - dijo ella con una sonrisa.
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- Estoy bien, gracias. ¿Todo tranquilo?
- ¿Ahora vas a salir?
- Iba a tomar un café en la esquina, ¿y tú?
- Creo que pensamos lo mismo, sólo que yo voy a la otra esquina. - ella muestra el lado izquierdo, indicando la calle. - A tomar un vino, ¿quieres ir conmigo?
- Vas sola... - ella sonríe, porque entendió la referencia.
- No siempre necesito guardaespaldas. - El ascensor se abre y ella sale, se detiene y mira a su alrededor. - No volveré a hacer la invitación.
Fernando sonríe y camina a su lado, en la calle algunos los miran, como allí había algunos periodistas esperando alguna novedad, ella simplemente lo ignora. Igual que Navarro que también estaba acostumbrado a los flashes cuando estaba en algún trabajo.
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Entran en el restaurante y pronto viene un hombre a atenderles, bueno fue a atender a Isabel, pero les dejó una mesa, puso bocadillos que le gustaban a Isabel y algunas cosas más, y sirvió un vino Cabernet a los dos.
Isabel y Fernando hablaban de normalidades, nada de trabajo, ella contaba los lugares que conocía cuando estaba de vacaciones, que si pudiera nacer en un país, preferiría nacer en Israel, pero que viviría tranquilamente en Estambul, porque era un país que a Isabel le encantaba.- No conozco Turquía, podrías ser mi guía.
- Me encantaría. - Ella levanta su copa y brinda.
- Señora, ¿otra botella? -le pregunta.
- ¿Navarro?
- Estoy bien, ¿sería la cuarta? - levanta su copa.
- Es todo por hoy, Francis, salgamos. - Bebe todo el líquido burdeos de su copa y se levanta. - Gracias, querido. -le besa la mejilla y espera a Navarro.
