Esa Mujer VIII

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Capítulo 8 - Pasos firmes

Esteban se despertó con su amada en brazos, la miró durmiendo serenamente, un sueño reparador para las almas, se movió para sacar a María de sus brazos, ella no se despertó. Se levantó, cogió su bata y fue al baño, salió, abrió la puerta del dormitorio, el pasillo estaba en silencio, se dirigió a la habitación de sus hijos que dormían. Esteban fue a la cocina, preparó una bandeja con lo que a María le gustaba comer.

Puso fresas, chocolate, trozos de queso y parma, unos brioches, y en los bolsillos puso dos vasos, uno a cada lado, y una botella de Badoit. Subió de nuevo a su habitación, cuando abrió la puerta a duras penas con el codo, oyó a su amada.

- ¡Tengo hambre! - entró sonriendo, pues sabía cómo se despertaba María después de hacer el amor.

- Lo sé mi amor, nos traje un bocadillo a los dos. - Esteban la notó diferente, se removió en la cama cubriéndose aún más. María se había puesto la bata mientras él estaba en la cocina. Aun así se acercó con la bandeja en las manos y la puso en la cama frente a ella, luego sacó los vasos de los bolsillos, los puso en la mesita de noche y abrió la botella.- Está bien fría, como a ti te gusta.

- Esteban, lo que pasó fue...

- No termines la frase María, pensemos en el momento aquí y ahora, no quiero hablar de lo que pasó ni de lo que puede pasar. Vamos con pasos firmes, mira aquí está tu agua con gas y sabores.

Esteban dejó de hablar, estaba molesto con lo que María trataba de decir, les sirvió el agua y se sentó en el sillón y la observó comer, quien lo miró y dejó de comer, se levantó y tomó la bandeja y la acercó a él.

- Sé que a ti también te gusta comer después de...- ella dejó de hablar y lo miró, luego continuó. - ... Es para los dos. ¿Has ido a ver a los niños?

- Sí, están bien, mañana llevaré a Héctor a montar, Estrella todavía es demasiado pequeña para su caballo, creo que Héctor será un buen jinete, tiene aplomo sobre su caballo.

- Es igual que su padre, siempre has tenido un agarre firme sobre un caballo. ¿Recuerdas cuando me llevaste a verte jugar al polo?

- Sí, todos mis amigos miraban a mi hermosa prometida, ¿y recuerdas que había un tipo gracioso que quería besarte?

- Sí, se puso nervioso cuando le miraste y le dijiste que yo era su prometida. - le sonrió a Esteban.

- Te ves hermosa sonriendo así, me encanta escuchar el sonido de tu risas. - ella se incomodó un poco, luego hablaron un poco más de sus hijos.

María terminó de comer y juntó las piernas en el sillón mirando a Esteban que le sirvió un poco más de agua, luego dejó a un lado la botella, dio un suspiro tan fuerte e intenso que María sintió ganas de correr y abrazarlo, porque sabía que saldría de la habitación.

- Buenas noches Maria. - caminó hacia la puerta para marcharse.

- Esteban... no te vayas, quiero que te quedes. ¡Demos pasos firmes juntos! - él se volvió y la vio inmóvil.

- ¡María!

- Descansemos, mañana será todo un día con los niños- fue al lado de María y se acostaron juntos, después de acurrucarse ella habló. - Esteban no me hagas sentir que nuestros pasos son falsos.

- ¡Pasos firmes! - la abrazó y juntos durmieron, con sueños de un futuro cierto lleno de amor.

- ¡Pasos firmes! - la abrazó y juntos durmieron, con sueños de un futuro cierto lleno de amor

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***

María se despertó y no lo vio en la cama, miró la puerta que daba acceso al baño, estaba abierta y no había nadie, se levantó y miró por la ventana, Esteban estaba jugando con sus hijos en el jardín, había un cachorro con ellos, Héctor lo sostenía cariñosamente, Estrella intentaba zafarse del regazo de su padre para coger la mascota.

- Tranquila cariño, no se escapará.

- Dámelo papá, quiero cogerlo. - dijo intentando coger al perro.

- No, es mío, rata blanquita", Héctor les dio la espalda. Estrella empezó a llorar.

- Héctor, no la llames así, es tu hermana, no una ratita. ¿De dónde has sacado eso?

- La tía Alba la llama así, es una nenaza. - salió corriendo, Estrella se aferró aún más al cuello de su padre.

María lo vio todo desde la ventana, vio que algo iba mal, se metió en el baño, se higienizó, se duchó y bajó, se encontró a Esteban y a su hija llorando entrando en casa.

-Dámela Esteban, ¿se ha vuelto a meter Héctor con ella? - Dijo María cogiendo a su hija en brazos.

- Sí, él es así, siempre se mete con ella? - Afirmó María y él se fue a buscar a su hijo.

- Esteban espera, hablaremos con él juntos, ahora que nos ayude con nuestra princesa, ¿qué te parece si vamos a la sala de televisión a ver una película?

- Él en la barbilla juntos, se pelea conmigo. Me llamo un coño. ¡No soy una nenaza, sólo la princesa de mamá y papá!

- ¿Héctor te llamó rata blanquita otra vez? Cariño, vete con tía Berta, tengo que consultar unas cosas con tu padre. - María llevó a Estrella a la cocina y la dejó con la señora Berta, luego volvió al salón, Esteban ya estaba con Héctor hablando.

- Lo sé, hijo, pero a la tía Alba no le caes tan bien como a mamá y a mí. - habló mirando a su hijo a los ojos, se sentó frente al niño para quedar a su misma altura y empezó a explicarle algunas cosas.

Cuando María volvió a verlos hablar y no quiso entrometerse, aunque llevaba poco tiempo fuera, el vínculo que padre e hijo habían creado era muy fuerte, se quedó mirándolos y sintió un escalofrío como si algo le fuera a pasar a uno de ellos, cuando sintió la mano de su hija tocándole la pierna.

- Mamá, ¡cuéntame un cuento! - dijo la niña somnolienta.

María la cogió en brazos y se dirigió al jardín, donde había una tumbona tamaño familiar, se tumbó con la pequeña en brazos, cuando Estrella ya se estaba quedando dormida, Héctor y Esteban salieron a su encuentro.

- "Estrella - habló mirando a su hermana. - Perdoname, no te llamaré más así". - besó la mejilla de su hermana que sonrió con los ojos cerrados acurrucándose en el regazo de su madre.

- ¡Vamos amor, túmbate aquí con mami! - se giró y dejó que se tumbara en sus brazos, dejando el otro lado a Esteban, ya que su hija estaba sobre su pecho. - Esteban, no pueden estar mucho tiempo aquí afuera, vamos a hacerlos dormir y luego me ayudas con ellos?

- Claro mi vida, ¿quieres hacerlo ahora? - Habló en voz baja, sabía que le gustaría hacerlo con su amada después de dormir a los niños.

- Esteban, ni siquiera hemos almorzado y ya me estás tomando el pelo, yo no tomo anticonceptivos y tú tampoco usas protección.

- Me encantaría hacerte otro hijo, podemos practicar mucho. -la besó y la abrazó con los niños.

***

En la capital, tres personas se han reunido para trazar un plan de venganza contra la pareja real, así llamada por ellos.

- Creo que para darles a los dos en la cara tenemos que matar a uno de los niños. - dijo enfadado.- Estás loco, matar no, podemos secuestrar, y pedir un rescate muy gordo. - ella estaba preocupada de que la atraparan, pero realmente no queria lastimar a uno de los hijos de Esteban.

- Secuestrémoslos a los dos entonces, así el valor podría ser más alto y no estaremos en desventaja, porque somos tres y yo no estaré por aquí después de eso, ¡quiero irme del país! - afirmó sonriendo.

Los tres estaban confabulando un plan de venganza para que María les hiciera perder las acciones y la confianza de Esteban. Después de saber dónde estaba la pareja con los niños, actuaron para que el secuestro funcionara, sería en la carretera, con coches de apoyo. Uno pagaría a los esbirros, el otro les diría cómo llegar a la finca y por dónde entrar sin ser notados, y la mejor forma de escapar. El otro organizaría a los hombres para ejecutar el plan. Todo listo con el plan, lo harían realidad a la vuelta de la familia real a la capital el lunes por la mañana.

***

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