Cuentos cortos en español ✅

Quisiera parar el tiempo III

El fin de semana fue tranquilo para Inés, solucionó sus cosas, pidió oficialmente que la despidieran del hospital, dijo que era definitivo, porque después de lo que había pasado sería mejor, pero la directora pensó que era mejor no despedirla en ese momento, le dio vacaciones a Inés. Y sólo entonces la despediría, si ese era el caso. Inés se fue a casa a hacer una maleta grande, para asegurarse de que se quedaría en la granja.

- Dios, será mi jefe, no puedo quitarme de la cabeza su escena, él cabalgando y haciendo brincar al caballo delante de mí. Mierda, Inés, esto no va a funcionar. - habla consigo misma, cogiendo el móvil para decirle a Amanda que había dejado el trabajo y que estaba agradecida.

Pero claro, no lo hizo, Amanda se anticipó y le envió un mensaje: "Ya estamos ansiosos por empezar, mis sobrinos te adoraron y mi madre ni habla, ya le ha hablado de ti a todos aquí en casa y a sus amigos. Gracias por aceptar, nos vemos el lunes. Que pases un buen fin de semana."

- Ahora va a ser difícil dejarlo. - se rió y envió un emoji guiñando un ojo y apagó el móvil y terminó de hacer la maleta.

[...]

En la finca todos estaban contentos, sobre todo Victoriano, al final de aquel semestre su hija había aprobado las asignaturas y ahora solo quedaban las prácticas y el trabajo final, pero algo le dejó con una pulga detrás de la oreja, el lugar donde eligió hacer las prácticas.

- Pero, ¿por qué elijo el bufete Ortega e Hijos Asociados?

- Porque el Dr. Rafael y el Dr. Orlando trabajan con tu padre, el negocio familiar es una práctica para mi tesis, ¿no crees?

- ¡Rafael además de su padre abogado, es profesor de mocosa! - dijo Emiliano mirando a su hermana, con aire libertino.

Victoriano entendió inmediatamente lo que estaba pasando y que clase de profesor era Rafael, en ese momento no dijo nada, quería una conversación privada con su hija, una conversación sobre la vida y los hombres mayores con las jóvenes.

- Estoy lista, ¿nos vamos? - Amanda bajó a la sala y todos se volvieron hacia ella.

- Tía, te quiero, pero hoy seguro que vamos a la cárcel. - dijo Emiliano. - Papá, ¡mira esto!- Amanda, no porque seas soltera, tienes que estar fatal para salir con mis hijos.

- Eh, grupo de machos, ya soy mayorcita para protegerme.

- Ya lo sé, pero mis hijos están contigo, Amanda.

- Sí, me pondré una chaqueta. Jesús, Victoriano. Demasiada protección lo arruina.

- Sí, lo sé, si no te hubiera protegido hasta ahora no estarías aquí, le pediré a Jose que te lleve para que puedas beber, y tú jovencita, cuida de ellos y avísame si me necesitas.

- Ven con nosotros, corona, será agradable, ve papá, no sales mucho, y bebes solo lo sé.

- Bebe en casa, me doy ese derecho, las discotecas son para los jóvenes, ahora sé sensato.

- Uy, me he dejado la mía en el cajón, voy a por ella. - dijo Emiliano riendo y haciendo como que subía las escaleras.

-Cabrón. - Victoriano se acerca a su hijo, lo besa y le habla en voz baja. - Cuídalos, este bar donde van los buitres está disfrazado de abogados.

- Lo haré, papá. - abraza a su padre, Victoriano besa a su hermana y la mira con advertencia, luego besa a su hija y sube a su habitación.

Victoriano pasa por la habitación de su madre, y se asegura de que estaba dormida, luego vio a sus hijos y a su hermana salir de la granja. Se rió y fue a ducharse, no tardó mucho, salió y se vistió, vaqueros y camisa, porque sabía que tendría que ir a la ciudad a recogerlos, se sentó en el sillón y estuvo repasando los documentos de los nuevos animales que llegaban ese día.