4 - ¡De momento!
- ¿No dices que lo sientes? - se aparta de ella.
- ¡Cálmate, hombre de Dios! Estás demasiado ansioso. Solo digo que deberíamos hablarlo. No me arrepiento de haberte amado y no me arrepiento de haberte traído a mi cama. Refugio se dio la vuelta y lo miró a los ojos, y vio afecto, respeto y amor.
- ¿Supongo que soy demasiado, mujer? - le besó entre los pechos y ella gimió. - ¿Fui impaciente cuando te amé en silencio anoche y ahora con mis besos estoy siendo impaciente?
- ¡Ahhh Dionisio, no saldremos así de la cama! - se retorció debajo de él hasta que la hizo abrir las piernas y se encajó allí. - Oh Dios mío, ya es así, hombre...- ella no terminó de hablar y pronto él la estaba penetrando suavemente.
Se amaron por la mañana, luego fueron a ducharse. Ella salió antes que él, sabía que se quedaría más tiempo en la ducha, sus caricias eran irresistibles. Refugio estaba apoyada en la puerta que daba al armario cuando sintió su cálido beso en el hombro.
- Amor mío, ¿tenemos que salir de la habitación?
- No, no hace falta. - se giró y se abrazó a él, que la suspendió y luego sintió que sus piernas lo abrazaban. - Pero tenemos que comer, ¡qué tal un café bien cargado y luego volvemos aquí!
- Que tal un café con todo lo que nos gustaría en un hotel maravilloso y luego continuamos desde donde nos detuvimos en la ducha. Pero ahora déjame entrar, quiero esta delicia antes de irme de casa.
-Dionisio, voy a arder así. - susurró ella y le oyó gemir al tocar su intimidad que ya estaba preparada para él.
- ¡No tan caliente!
Ella gimió ante el tacto perfecto de sus dedos en su intimidad hasta que un sonido proveniente de la cabecera los perturbó.
- Qué demonios, ¿qué es esta música tan aburrida? - preguntó él, irritado por el mal humor.
- Mi nieto, me ha cambiado el tono del móvil, tengo que contestar. Edmundo nunca me llama los sábados por la mañana.
Ella se bajó de su regazo y corrió a coger el móvil. Todavía jadeante, contestó.
- Hijo, Edmundo, ¿hola? -al otro lado de la línea oyó la dulce voz de su nieto.
- Abuela, ¿puedo pasar el día contigo? Mi padre está ayudando a mi madre con la fiesta del tío Patricio y no quiero quedarme allí. - dijo el pequeño Bernardo.
- Hola mi vida, claro que puedes, ¿viene tu hermana?
- No, abuela, ella también está en casa de su tío. Ya sabes que a Rebeca le encantan las fiestas.
¿Puedo ir entonces?
- Por supuesto, mi amor, ¡la abuela te recogerá!
- No abuela, papá me llevará. - Grita el niño. - ¡Papá la abu ha dicho que sí!
La llamada se desconecta, y ella mira al hombre que ya le estaba pareciendo muy antipático.
- Ni esto ni lo otro, ¡he perdido contra un mocoso! - se cruzó de brazos haciendo pucheros.
- Ay mi amor, no hagas eso, ven aquí.
Ella le abrió los brazos y lo recibió, se pusieron coquetos, luego bajaron a tomar café. Cuando Edmundo entró a la casa de su madre la vio en brazos de un hombre que no sabía quién era, cerró la cara en ese mismo momento.
- ¿Mamá? - se volvió y vio la cara de su hijo con los ojos entrecerrados mirando a Dionisio.
- Mundo, este es Dionisio Ferrer, el señor del que te hablé. - los hombres se miraron analizándolo todo.
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Cuentos cortos en español ✅
FanfictionAquí encontrarás las historias o shortfics que escribí, pero ahora serán traducidas al español. Espero que los disfrute.