Por tu amor I

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1 - Atracción peligrosa

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1 - Atracción peligrosa


María Fernández fue una arquitecta de envidiable fama. Su talento era reconocido en todo el mundo. Había sido contratada para realizar el proyecto más lujoso que podía tener un paraíso costero.

Esteban San Román. Ingeniero ambicioso, todo lo que quería lo conseguía. Su empresa era la más grande del país. Su mayor ambición en estos momentos era construir un lujoso hotel de estilo marroquí en un paraíso costero del país.

La ambición de ambos sería la clave de un peligroso enlace.

-El encuentro

No era una tarde cualquiera, era la primera vez que María mostraría su mejor y mayor proyecto a los socios del Hotel. En el salón estaban todos sentados hablando cuando la secretaria anunció la llegada de la arquitecta.

María vestía un pantalón social blanco claro, una blusa de seda turquesa y una americana blanca. Tacones negros, un ligero maquillaje y el pelo suelto la hacían magníficamente bella.

Todos la miraban, pero Esteban se la comía con los ojos.

María se presentó y mostró su proyecto. Todos hablaron y la elogiaron menos Esteban, que sólo tenía ojos para ella.

I: - ¿Cómo puede ser tan maravillosa así?, se preguntaba en sus pensamientos. La deseaba y pronto sintió la oportunidad.

M: Bueno, este es el proyecto, y espero que salga como se pide.

Compañeros a coro

S: Perfecto. Se levantan y aplauden a Maria por el excelente trabajo.

E: Enhorabuena, está muy bien, pero podríamos hablar de tu proyecto, no estoy de acuerdo con estos detalles de aquí. Señala la pantalla refiriéndose a los baños de las habitaciones.

M: Claro. Lo ajustaremos como deseemos, pero como es un proyecto de estilo marroquí lo pondré como el estilo requiera. Ella se sintió incómoda con su planteamiento. Pero como era él el que mandaba podía modificarlo pero desde luego argumentos no le faltaban.

I: Le pediré a mi secretaria que programe nuestra próxima reunión. Te acompaño. Ella hizo un gesto con la mano y se dirigieron al ascensor.

Ambos se llevaron las manos para llamar al ascensor y al tocarlo una corriente eléctrica les atravesó, no una cualquiera, un deseo de amarse, uno desea al otro de forma carnal, animal.

Cuando María fue a entrar alguien salió demasiado rápido empujando a María a los brazos de Estaban. Se miraron como si nada más existiera. Él se acercó más, casi rozando sus labios, y ella ya estaba cerrando los ojos para recibir el beso.

X: Mil disculpas señor San Román. Por favor, mil disculpas. Dijo Alfredo el empleado de correos.

María recapacita y entra en el ascensor sin decir nada. Estaban la mira sin abandonar su mirada.

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