Mis días con Él Cristina Y Frederico - años después

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Capítulo VII - Las decisiones difíciles

Federico estaba en la empresa, le había prestado más atención después de estos años, ya que su empresa se encargaba de la consultoría cartográfica y de la seguridad de las personas, empleados de la ONU y periodistas en la zona de conflicto de Oriente Medio, en estos últimos años su trabajo no había hecho más que aumentar y con ello la empresa había crecido. Cristina era la redactora jefe de una revista de tirada mundial, era la que daba el visto bueno a todo lo que se refería a Oriente.

En casa se impusieron algunas reglas, los niños ya eran mayores, Sofía pronto cumpliría 18 años y los gemelos 11. La joven, que se preparaba para ir a la Universidad de El Cairo, estaba haciendo los exámenes finales para obtener notas suficientes para entrar en la facultad de medicina, sus padres estaban orgullosos de ella.

Miguel y Benjamín iban al instituto, eran el terror de la escuela, a Cristina y Federico les habían llamado la atención unas cuantas veces, por diferentes motivos, pero nunca por pelearse o por estar metidos en drogas. Eran muy traviesos, se cambiaban los exámenes unos a otros, hacían los exámenes en el lugar de los otros, incluso besaban a las chicas diciendo que eran otra persona. Cristina siempre era más severa con ellos, les quitaba los privilegios que más les gustaban, pero al cabo de un tiempo volvían a hacerlo todo.

Con Sofía, los hermanos eran protectores, no dejaban que nadie hablara de ella ni coqueteara con su hermana. El chico intentó invitar a Sofía al baile de colores, al baile de primavera, todo el mundo sabía que el chico estaba interesado en la joven Mubarak, como se conocía a Sofía. Pero cuando Miguel y Ben se enteraron, pusieron polvo de mica en las zapatillas del joven haciendo que perdiera el entrenamiento.

[...]

Cristina estaba en el despacho hablando por teléfono cuando llegó Federico, Iná le dijo dónde estaba la señora y le dijo que Amenadiel estaba con los chicos en el jardín. Le pidió que dijera a los chicos que subieran a lavarse, porque esa noche saldrían a cenar.

- Hum cenar fuera, me encanta, ¿comemos donde papa? - preguntó un joven que bajaba las escaleras.

- Hola Hubibi, ¿cómo estás? - besa la frente de su hija. -Esta noche cenaremos en el salón principal de la mezquita.

- ¿Y qué vamos a celebrar? - preguntó, curiosa.

- Vamos a celebrar la vida, de hecho hoy hace exactamente 19 años que vi a tu madre por primera vez. - susurra.

- En serio papá, todo esto, ¡y aún así está locamente enamorada de ti y tú de ella!

- Sí, nuestras almas fueron hechas para permanecer juntas. - seguían abrazadas cuando entraron los chicos.

- Oye, el Papa no es todo tuyo, ¿sabes, chica Mubarak? - dijo Miguel con celos. Entre los hermanos tenía unos celos que Cris clasificó como de nivel 2.

- Mubarak niña, que es esto Miguel, Sofia es tu hermana mayor, respeta por favor, y como diria tu difunta abuela, el respeto es bueno y guarda los dientes. - gritó Cristina, entrando en la habitación.

- Es que hay dos Sofías en la escuela, las dos son extranjeras y el hijo del Comendador empezó a decir que yo soy la Niña Mubarak, porque nací aquí pero tengo madre extranjera.

- Chicos, este es el siglo en el que nuestros hijos son "clasificados" por el origen de sus padres. Chicos, tenéis exactamente 30 minutos para ducharos y prepararos para salir. Sofi, mi amor, ¿vienes con mamá para que elijamos un vestido?

- ¿Cómo sabes que vamos a salir, Cris? - preguntó Federico.

- Me lo dijiste esta mañana, ¿recuerdas? - le guiñó un ojo, dando a entender que las celebraciones habían empezado por la mañana temprano.

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