Quisiera parar el tiempo V

115 17 3
                                    


Él no dijo nada, sólo se fue y volvió con una escobilla y la basura para recoger los trozos, cuando terminaron Inés estaba dejando la basura, él estaba muy cerca de ella, Inés resbaló y fue directa a los brazos de Victoriano.

- Eh, tranquila, el suelo aún está liso. - hablaba tan cerca que podía sentir el licor en su aliento.- Perdona... se quedó mirando la boca de Victoriano, era como un imán de atracción. Inés respiraba agitadamente. - Necesito ver a tu madre.

Inés simplemente lo dejó allí, y prácticamente salió corriendo de sus brazos. Victoriano a su vez sintió que ambos deseaban lo mismo en aquel momento, era un deseo mutuo. Inés se detuvo en la puerta de la habitación de la señora Ceci, se calmó un poco, vio que la señora dormía y entró en la habitación de invitados. Victoriano se quedó unos minutos en la cocina y después fue a su habitación, entró, se desnudó y se dio un baño frío, sabía que la noche sería larga después de sentir a Inés entre sus brazos, pero su pensamiento iba más allá, quería a Inés en su vida por completo.

[...]

No eran las seis cuando Inés salió de la habitación, se aseguró de que no encontraría a nadie, se dirigió a su casa, cuando llegó vio que las luces del despacho de Victoriano estaban encendidas, pero no fue a ver quién había, entró en casa, se duchó y se vistió, vaqueros, camisa azul y se ató el pelo con una pinza en medio. Salió hacia el establo, ensilló a Rayo Dorado y salió con Rayo marchando desde la bahía.

- Está más guapa a caballo. - suspiró y volvió a los documentos. Emiliano vio salir a Inés con el caballo, caminó hacia el despacho de su padre y lo vio tomando café.

- Buenos días, padre. ¿Has visto que Inés monta bien?

- Buenos días. - Victoriano se limitó a saludarle, y sólo le miró por encima de las gafas.

- Hoy vamos a vacunar a los caballos que han llegado, ya tengo la lista y necesitaré ayuda, José se va con la abuela a la ciudad.

- Pídele a Marcos que vaya con ellos, las vacunas están en la nevera, la contraseña sigue siendo la misma, revisa si necesitas algo más de medicinas, las pediremos el viernes.

- Papá, ¿está todo bien?

- ¿Por qué no iba a estarlo?

- No sé, está callado, introspectivo.

- Déjate de tonterías Emiliano, no hace falta que me preguntes lo que buscas.

- No tengo que hacerlo, me acabas de responder, ella tocó tu corazón, ¿no? Es hermosa, y sabes que he notado que te mira.

- Emiliano Santos de Mora, déjalo ya, no tengo edad para eso, esas bromas que suelen hacer, esos jueguecitos, eso se lo dejo a tu tía. - se levanta, coge su sombrero y se va.

- Puta madre, ¡se está enamorando de ella! - dice, sentándose en la mesa.

- ¿Quién se está enamorando de quién? - Amanda entra en el despacho y escucha a su sobrino.

- Hola, creo que papá está enamorado de Inés.

- Y ella está enamorada de él, anoche cuando llegué, los vi a los dos en la cocina, y casi se besaron.

- ¿Quién besó a quién? - dijo Lucía entrando en el despacho.  Emiliano la miró y vio que la joven tenía una sonrisa traviesa.

 - Pero antes de saber lo de papá, cuéntanos, plasta, ¿has quitado el precinto?

- Mira que respeto con tu hermana, pero dile a Lucía, ¿de verdad que solo hablan de Rafael?

- Tía, ya sabía yo que a mi hermana le gustaba ese viejo Ortega.

Cuentos cortos en español ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora