Esa Mujer III

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Capitulo para barbaritagiselle

Capítulo 3 - Libertad

- ¿Qué haces aquí? - preguntó María nada más entrar.

- Hola María, he venido a hacer lo correcto, ¡te voy a sacar de aquí!

Alberto la miró con cariño, eran amigos desde hacía mucho tiempo, además era hermana de Patricia, conocía a su hermana y a quien la había matado. Se acercó a María y la abrazó con fuerza.

- Sé que no fuiste tú quien la mató, me tomé mi tiempo, pero estoy aquí y voy a sacarte de aquí. - María empieza a llorar y siente que la libertad está cerca.

(...)

Era un día normal para Estevão, sin embargo, no había vuelto a ir a trabajar, se quedaba en su oficina desde que volvió de Aruba, era así, sus días tristes sin ella. Sin la mujer que amaba. Tenía una foto en las manos cuando alguien llamó a la puerta.

- Esteban , traje los documentos que me pediste. - Demetrio, como un siervo fiel, había hecho más de lo esperado, había traído los documentos del divorcio de María y Esteban.

- Déjalos ahí sobre la mesa y puedes irte, gracias. - habló sin ganas de nada.

- ¡Lo firmó! - Cuando Demetrio pronunció esas palabras Esteban no podía creerlo.

- ¿Ella lo firmó? - se levantó y empezó a caminar de un lado a otro. - ¿Dijo ella algo?

- Demetrio: ¡Nada! - miró a Esteban a los ojos y mintió descaradamente, aquella era una firma falsa, con la ayuda de Alba Demetrio había falsificado la firma de María para liberar a Esteban de una vez por todas.

Esteban estaba consternado por la noticia, pero él mismo había presentado dichos papeles de divorcio.

(...)

María y Alberto junto con dos abogados hablaron, mostraron al juez una prueba de que María no había matado a la víctima, era una prueba que no se podía rebatir, ahí estaba la llave de la libertad de María, pronto saldría en libertad, y lo que ella quería, era buscar la verdad y demostrar que la habían dejado en la cárcel sin derechos y sin el amor del hombre que amaba.

El día pasó rápido, María le contaba a su nueva amiga todo lo que había pasado el día anterior, Citlale se alegraba por ella, pues sabía que María sería incapaz de hacer algo así. Cuando todo estuvo arreglado, Alberto esperó a María en el despacho del director de la prisión, ella quedaría libre y su expediente sería borrado, pues la prisión era injusta. María sonrió feliz, saldría de Aruba esa misma noche y recogería a sus hijos, lo único que le interesaba en ese momento.

- Pronto llegaremos a México, ¿sabes dónde te alojarás, ya que no quieres quedarte con Estaban? - le coge la mano con ternura. - Él te quiere, sólo se confundió y también tuvo que escuchar a los demás. Sabes que no le gustas a Alba, bueno no le gusta nadie.

- Sí, lo sé, es la serpiente que siempre estaba dispuesta a morderme y quedarse con mis hijos. Pero esta vez es ella la que va a picar. Por ahora sólo me interesan mis hijos, Esteban no quiso escucharme, no me creyó. ¿Por qué debería darle una segunda oportunidad?

- María, ¡tienes una segunda oportunidad! - ella le miró y no dijo nada, permaneció el resto del viaje en silencio, cuando el avión aterrizó, fue directa al hotel, se duchó durante casi una hora, después se vistió guapa y mortal y fue al encuentro de su destino.

Entró imponente, Rebeca miraba sin creer lo que veía, María la miró e hizo un gesto para que se callara, ella entendió y señaló el despacho de Esteban, María caminó despacio, orgullosa y hermosa hasta donde él estaba, abrió la puerta y lo vio en el sofá, Esteban estaba con un vaso de whisky en la mano y la cabeza apoyada en él.

María se acercó mucho a él, de frente, miró con admiración al hombre que aún la conmovía demasiado, no sólo como mujer, sino que era el hombre de su vida, el padre de sus hijos, pero también el hombre que no le creyó y la dejó sola.

- "Esteban".

- Ah Maria, mi Maria has vuelto a mi. - hablaba, pero no abría los ojos, creía que era otro delirio de aquel día, otro sueño, hasta que la oyó de nuevo, se asustó, abrió los ojos y de un disparo se encontró cara a cara con María.

- Esteban, ¡tenemos que hablar!

Hay que entender y aceptar que ya se ha ido

No digas eso, mi amigo

Mira Esa mujer que fue tan buena

Esa mujer hoy es tu pena
Suelta, camina, y olvida de alguna manera

Me he quedado todo el día costado en una cama
Miro sus fotografías para revivir (eso no ayuda, amigo)

Hoy se vuelve frío el pan que tuesta en las mañanas

Y el café se siente amargo si ella no está aquí

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