Un asunto diplomático II

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Cuento dedicado para mi preciosa, a que tanto adoro. JRODRUGUES18


Fernando Navarro aterrizó aquella tarde y NY, en el aeropuerto de La Guarda, Eduardo esperaba a su padre. Duda levantó la vista, vio que el vuelo de su padre ya estaba despegando y se dirigió a la puerta de embarque. Eduardo no tardó en desembarcar.

- Hola papá, qué bien que hayas llegado, ¿qué tal el viaje? - Fernando miró a su hijo al que hacía muchos meses que no veía.

- Hola mijo, todo bien como siempre. - sonrió y le abrazó. - ¿Vamos a tu casa o prefieres que me quede en un hotel? - Fernando era muy directo, no le gustaba andarse con rodeos.

- A mi casa papá, allí siempre serás bienvenido.

- ¿Y tu novia?

- ¡Maxine y yo ya no estamos juntos! - habló con tristeza.

- ¿Y mi nieta?

- Está bien y sana. Creo que Maxine debería traerla un fin de semana.

- Genial, ¿ahora tienen una relación amistosa? - Hablaron mientras caminaban hacia el coche, Eduardo miraba a su padre, aunque tenía el rostro cerrado, pero Fernando amaba a sus hijos y lo único que más deseaba era verlos felices.

- Sí, ¡Isabel ayudó mucho!

- Quién es esa mujer de la que todos habláis, vuestros hermanos siempre hablan de ella cuando vienen a verte. ¡Veo que esa mujer es muy importante para vosotros!

- Sí, papá, Isa lo es, pero no como tú dices, es mayor que yo y siempre la he visto como una consejera, una hermana mayor. Igual que tú tiene sus demonios. - Duda se rió mirando a su padre en el coche. - No sé si vendrá esta vez, vive en otro país.

En el coche hablaron más, Eduardo dijo que tendrían una nueva ala en el piso, esto era gracias a Isabel que había remodelado el jardín de invierno del último piso dándoles un espacio para pequeñas fiestas y cenas entre amigos. La adaptación de Fernando a la casa de su hijo fue rápida. Eduardo salió dejando a su padre en casa. Fernando a su vez salió a comprar café y pasear un poco.

- Ya no hacen café como antes... -  refunfuñó mientras bebía su café y caminaba por la acera hasta llegar frente al edificio donde se alojaba.

[...]

- Creía que no llegarías nunca. - dijo la señora abriendo la puerta del piso.

- Hacía mucho tiempo que no nos quedábamos aquí. ¿Habló contigo?

- ¿Sobre nuestra zona privada? - James sonrió a MJ. - Sí, tengo que acostumbrarme a esto, tú y yo juntos aquí.

- Ella siempre lo supo. - sube la maleta por las escaleras. - Isabel quiere quedarse abajo. Dice que no nos quedaremos más de un año.

- Como ella dice, vámonos antes de que nuestros corazones se conviertan en piedra.

Empacan todo, MJ recibe a las dos chicas que se indicaron esos tiempos, y luego  explicaría las reglas y el contrato de trabajo. Isabel siempre se fijaba en las nominaciones y también en los estudios.

Isabel estaba en una reunión, cada vez que cierta persona hablaba ponía los ojos en blanco, como si no supiera del trabajo que estaba haciendo.

- Entonces, señora Mitchel, ¿cuánto tiempo piensa quedarse aquí?

- Lo suficiente para hacer mi trabajo. - Habló dura, no le gustaba la forma en que el hombre le hablaba, pero tendría que hacerlo, ya que iba a trabajar con él. - Sr. McNamara espero que tengamos un buen trabajo para el proyecto en cuestión.

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