3 - El antes de Dionísio
Tras una larga temporada fuera del país, vagando por el mundo en busca de redención por sus pecados, Dionisio Ferrer regresó a su país de origen y decidió pagar por los delitos que había cometido, juzgado y condenado, cumplió su condena como todo aquel que quiere redimirse y empezar de cero.
Aunque no quería hacer la llamada, cogió el teléfono y marcó el número de la persona que no quería.
- Gutiérrez y asociados, buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? - la agradable joven al otro lado de la línea habló sonriendo.
- Buenas tardes, señorita, ¡necesito hablar con el señor Héctor! -hizo una pausa-. - Dígale que Dionisio necesita hablar con él.
La joven secretaria ya había sido advertida de que algunas llamadas, el señor Gutiérrez no las contestaba personalmente, tenían que pasar por el filtro de su asistente. Así lo hizo, y pasó la llamada a Raúl.
- Señor. Tengo una llamada para el señor Héctor. Un tal Dionisio. ¿Puedo pasarle?
-¿Dijo su apellido? -No, señor.
- No, señor.
- Pásemelo. Gracias, señor.
- ¿Hola, Ferrer?
-Eres tú, cojín. Oh, eres tú, cojín. Necesito hablar con mi hermano. Dile que puede reunirse conmigo en la casa del abogado. Henrique Beltrán, él sabe quién es. - La llamada terminó. Dionisio volvió a la sala principal con el caballero que bebía su brandy.
- Y entonces. -preguntó Beltrán.
- Le dije que me buscara aquí.
- Estás haciendo lo correcto, vamos a los hechos del caso.
Durante casi tres horas hablaron de que un acuerdo sería viable para Ferrer y que pediría una pena media de 15 a 20 años.
- Usemos el argumento de que se entrega para pagar por sus delitos. Y tenemos la atenuante de que esa mujer tiene más que pagar que tú.
-¿Y la familia Santos?
- Tanto tú como la familia Santos fuisteis víctimas de Isadora González, que por codicia y poder os manipuló para que actuarais a su favor.
- Pues no fue así, fuimos amantes. - sonrió recordando las ardientes noches de amor con Isadora.
- Pero si quieres salir de esta con una pena razonable, creo que deberíamos atacar por el mejor lado.
Los dos fueron interrumpidos por la llegada de Héctor.
- Y si utilizas la estrategia del puro. Estoy seguro de que le darás a Dionisio la pena mínima.
- Hola. ¡Héctor!
- Hola Beltrán, Dionisio. Cuando me dijeron que tenía un mensaje de usted, me pregunté si quiere dinero o si realmente va a hacer todo esto.
- Mi parte de la herencia me la puede dar cuando salga de la cárcel. Junto con la tutela de mis bienes. Pero hasta entonces lo dejo en tus manos.
La conversación de los tres duró desde la cena hasta el desayuno del día siguiente. Largos acuerdos hasta que Beltrán llamó al fiscal del caso Ferrer x Santos para formalizar los acuerdos.- Antes de irme quiero saber la historia de ese cigarro. - Dionisio tenía curiosidad.
- En un caso tuve que improvisar al 100% para pedir un aplazamiento de la vista. Recibí el caso una hora antes de la preliminar y los expedientes contenían 1890 páginas cada uno, había 6 carpetas... -sonrió y se pasó la mano por la barba blanca-. - Tuve que improvisar, en aquella época se podía fumar en los juzgados, así que se me ocurrió una idea para llamar la atención del juez y conseguir que se aplazara la vista y leer toda la documentación.
Héctor se reía como si no pudiera soportarlo y Dionisio miraba a Beltrán que hablaba con satisfacción.
- Cogí un clip, este metálico común, lo desdoblé y lo puse en medio de mi cigarro. Cuando entré en la sala lo encendí y lo puse en el cenicero para que estuviera equilibrado y no se cayera la ceniza. Cuando entró el juez miró el puro que ardía allí.
Las sonoras carcajadas de los tres resonaron por toda la casa y luego continuó.
- Después de que el fiscal hiciera la acusación empecé a hablar, me di cuenta de que el juez no prestaba atención a lo que decíamos sino al puro que no caía ceniza. Cuando vi mi resquicio pedí que se aplazara la vista hasta la semana siguiente. Cuando le preguntaron respondió que el aplazamiento había sido concedido. Fueron risas las que dieron los tres en ese momento.
- Lo mejor viene ahora, hermano.
- Cuando el alguacil anunció que el juez se iría, me acerqué a la mesa y cogí la papelera que había y tiré el cenicero con todo dentro. Y la cara del juez era un motivo y sigue siendo una broma para todos estos años.
- ¿Y quién era el juez?
- ¡Homero Franco!
Después de todo estaban bien. Dionisio se entregó y fue a juicio, y por acuerdo le cayeron 18 años de cárcel con derecho a previsión y petición de libertad condicional pasado un tiempo. En la cárcel fue solicitado por el director y los propios presos.
Sus sueños eran siempre los mismos, los pasaba en Nueva York con su reina, Victoria Sandoval, un momento de lujo con la mejor mujer. Y por supuesto con la dulce y apasionada Inés Huerta en el tren Orient Express. De Sandoval tenía noticias, porque siempre salía en las revistas, y después de su boda con el doctor Ríos Bernal, tenía sus esperanzas de una nueva noche de amor tiradas por la borda, porque sabía que aunque ella era quien era, sabía que la mirada que le echaba a su nuevo marido era única, y la traición ni en sueños. Pero, e Inés, ¿qué habría pasado, se habría casado de verdad con el gran amor de su vida, el de Santos?
Ferrer tuvo muchas aventuras, pero como le dijo a la asistente social María, no era una mujer cualquiera, sino la adecuada.
Después de conocer a la bella fiscal aquella mañana antes de su vista, su vida le pedía algo más. Quería empezar de cero. Su redención estaba en la dulce, sufrida y guerrera mirada de mujer de Refugio Chavero.
Después de tomar un café juntos se forjó una amistad y de ahí algo más. Lo que era simple amor se hizo presente, y tras el baño helado que ambos se dieron, una decisión había sido tomada por ambos. La vida sería más colorida si ambos dejaban entrar el amor... Y entonces, tras una llamada que parecía haberse frustrado... Una puerta se abrió...
***
Dionisio y Refugio se amaron, por un tiempo más, la redención de él se encontró en los brazos de ella, y así el amor de redención hecho con pecados, dolores y miedos tiene un punto final para ambos.
A la mañana siguiente él se despierta y la besa en el hombro. Pero él sabía que el amanecer traería nuevas realidades.
-¡Buenos días mi dulce mujer!
- Buenos días Dionisio, tenemos que hablar.
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Cuentos cortos en español ✅
Fiksi PenggemarAquí encontrarás las historias o shortfics que escribí, pero ahora serán traducidas al español. Espero que los disfrute.