Quisiera parar el tiempo VI

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Los tres suben al piso, que tiene dos habitaciones con cama de matrimonio, un pequeño salón con un sofá aún más pequeño y una cocina básica.

- Mamá, tú e Inés os quedáis en una de las habitaciones y yo en la otra.

- No, lo siento Inés, nada en contra. Soy demasiado vieja para compartir cama, desde que murió mi marido,  tu padre, Victoriano, nadie se ha acostado conmigo, no. Inés se queda en la otra habitación, ¡con o sin ti! 

La señora entró y cerró la puerta, Cecilia no aguantó y se echó a reír, en ese momento llamó a su hija.

La señora entró y cerró la puerta, Cecilia no aguantó y se echó a reír, en ese momento llamó a su hija

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- Hola, ¿te fue bien con el médico aquí?

- Hola mamá, sí, él te verá, ¿cómo te fue?

- Los dejé a los dos en la antesala, vamos a ver. ¡No tengo dudas de que tu hermano dormirá en el suelo!

- No, no! Ellos dormirán en la misma cama.

- Amanda, tú y mis nietos son como cupidos. Veamos si la flecha entra en sus corazones ahora.

[...]

En la antesala, Inés sonrió de lado y miró a Victoriano que tenía cara de pocos amigos.

- Voy a por algo de picar y a ver otra habitación, vuelvo pronto. - se fue sin mirarla.Inés no dijo nada, cogió su bolso, cogió ropa ligera y se fue a duchar, estuvo algo más de 15 minutos en el baño, cuando salió se topó con Cecilia.

- ¿Se fue?

-Sí señora, dijo que iría por unos bocadillos.

Hablaron un rato cuando regresó enojado, casi furioso.

- Traje algo de comer, mamá, hablé con Amanda, todo está bien para tu cita                                                  mañana, será a las 2 de la tarde, aprovecharé que sólo tenemos que ir al hospital en la tarde, y revisaré algunas cosas para la finca aquí en la capital, tú e Inés pueden ir de compras.

- Vale, pero si te enfadas no dormirás bien. - dijo la irónica señora.

- Lucía podría habernos avisado de que el hotel en el que siempre nos alojamos está lleno, y que hay una convención comercial en la ciudad, y no hay una pocilga con habitaciones en un radio de kilómetros.

- ¿Lo sabía ella? No, así que conformaros con lo que tenemos, y no moriréis, por una noche compartiendo vuestra cama con una mujer.

- Inés, conozco a mi hijo y confío en él, puedes estar tranquila.

- Yo también confío en él, señora. - Inés le miró y sonrió con cariño.

Después de comer, Cecilia se fue a la cama, Inés le dio la medicación a la señora, le tomó la tensión y la temperatura como de costumbre y salió de la habitación. Se dio cuenta de que Victoriano se estaba bañando, así que cogió su bolso y se dirigió al pequeño sofá que había allí, cogió una almohada y una manta. No quería que Victoriano se sintiera incómodo, acostado en la misma cama que ella.

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