Nuestro amor VII

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Escrito con Catekila

La Boda

Heriberto sentó a Victoria sobre la mesa, encajándose entre sus piernas, la besó con locura, bajó los besos hasta su cuello.

H: Victoria te extrañaba muchísimo.

Victoria se separó de Heriberto, que parecía confundido.

V: Mi amor, quiero que cuando volvamos a hacer el amor, sea cuando ya estemos casados.

Heriberto abrió los ojos sorprendido.

H: Victoria, no somos tan jóvenes para ese tipo de reglas.

V: No es una regla mi amor, solo quiero que nuestra próxima vez sea especial, quiero estar hermosa, deseosa y explotando por ti.

H: Nena, eso es precioso, pero yo te deseo a ti, y sé que tú también me deseas ahora. - volvió a meterse entre sus piernas y bajó la mano hasta tocar su intimidad.

V: nena, no hagas eso. - ella cerró las piernas y se bajó de la mesa.

H: ¿Treinta días? Eso es, voy a estar así sin ti, treinta días, ah Victoria, eso es injusto, mi amor. - le abraza cariñosamente y le da un cariñoso beso.

V: Cariño, tendremos treinta días para disfrutar, solos tú y yo. ¿Vamos hoy a tu piso?

H: No, amor, vamos a ver la película en casa, en el salón, así no hay peligro, sí.

Fueron a casa, los niños estaban en el salón, María y Max, los nietos ya dormían, los cuatro vieron la película hasta que María se durmió y Max la llevó al dormitorio, dio las buenas noches a su madre y a Heriberto y subió con su mujer en brazos.

H: Cariño, ya voy, mañana tengo que pasar a mis pacientes en proceso de recuperación a Alberto y otros que serán operados cuando vuelva. - la abrazó y la cogió en brazos. - No lo reconsiderarás, ¿verdad Victoria?

V: Amor, falta poco, sí. Mandé hacer algo que diseñé para llevar en nuestra luna de miel, en realidad mandé hacer cinco uno para cada noche.

H: buenas noches Victoria. - se levantó, le besó la frente y se fue. - Treinta días de baños fríos, me voy a resfriar.

Victoria sonrió ante su declaración. Pero ella era feliz, su amor, su familia era hermosa.

Durante los días previos a la boda, Victoria no estuvo mucho con Heriberto, sabía que ambos estaban locos de pasión, ella se concentró en su trabajo y en sus hijos, se quedó demasiado tiempo en la casa de modas.

La relación de María y Fer era cada vez mejor, con Vicly entonces, había días que María amamantaba a los pequeños, los cambiaba y los hacía dormir de nuevo, y se iba a la cama con su madre. Vicly se despertaba y veía a su hija allí, y se acurrucaba más, y así los días pasaban rápido.

27 días después...

Heriberto estaba de un humor de perros, se enfadó aún más cuando recibió la llamada de que la suite que Victoria había reservado para ellos estaba lista, no sabía qué decir, pero se fue al hotel de todas formas.

Cuando llegó cogió el traje para la boda, y otro para una cena. Todo esto en la nota que le dejó Vicky. Sonó su móvil, era un número que no conocía.

Os: Hola Heriberto, soy yo Osvaldo, te llamo para pedirte que hagas de Victoria la mujer más feliz del mundo, algo que yo no he podido hacer.

Heri: Lo haré Osvaldo, y que sepas que lo que te dije ese domingo en familia, que yo estaba ahí por mi lugar y no para usurpar el tuyo. Yo tengo un lugar en el corazón de tus hijos y nietos, mi lugar. Tú siempre serás el padre y el abuelo, siempre, pero yo me he ganado mi lugar, ahora si me disculpas o atiende la puerta.

Os: Gracias por cuidar de mis hijos y mis nietos Heriberto, ellos te quieren. ¡Nos vemos Heriberto!

Heri: Gracias por permitirme cuidarlos. Nos vemos Osvaldo.

Cuando va a abrir la puerta, la ve, hermosa, con un vestido rojo matador, Heriberto la mira de arriba abajo y hasta saliva, deseaba demasiado a esa mujer.

Vic: Hola mi amor, ¿vamos a cenar?

Heri: Antes quiero postre ¿puedo?

Vic: Sólo puedes tomar un postre, ¡el principal después!

La arrastra a la habitación, besándola con deseo, ambos se deseaban.

Vic: ¡Cariño, así no cenaremos, pronto llegarán los invitados, tenemos poco tiempo! Amor no llevo bragas, disfruta.

Heri ¡Ah Victoria! Esto es una tomadura de pelo. - la cogió en su regazo y la llevó a la mesita de la sala, le levantó el vestido, se relamió y chupó su intimidad con lujuria, hubo unos momentos de placer entre los dos, Victoria se corrió y Heriberto quedó encantado, y advirtió que cuando volvieran quería mucho más de ella.

La cena fue realmente fabulosa, María y Max dieron un regalo especial para los novios, Fernanda y Cruz, hicieron una canción para los novios, sería cantada el día de la boda. El padre Juan bendijo la unión una vez más.

Esa noche Victoria fue la mujer más feliz del mundo, Heriberto también, se amaron durante la noche, el día y la noche siguiente durmieron separados, porque sería el día de su boda.

Esa noche Victoria fue la mujer más feliz del mundo, Heriberto también, se amaron durante la noche, el día y la noche siguiente durmieron separados, porque sería el día de su boda

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La ceremonia, fue hermosa, fue en su nueva casa, fue hermosa, emotiva. Victoria se dirigió al altar donde el juez padre realizaría la boda, con sus hijas, cuando entraron todos lloraron de felicidad, cuando llegó al altar Max la esperaba para entregar a su madre a Heriberto.

Max: Heriberto, cuida de mi madre, cuídala como a tu más rara y preciada joya, ¡hazla feliz!

¡Heri: Lo hare, Max gracias por tu confianza!

Max entrega a su madre que tenía los ojos llenos de lágrimas, la boda fue demasiado bonita, la fiesta se prolongó hasta altas horas de la madrugada, pero por supuesto los novios se fueron antes, se fueron a la luna de miel....

Heri: ¡Cariño, aquí estamos!

Vic: ¿Estás lista?

Heri: ¿Para qué?

Vic: ¡¿Para amarme para siempre?!

Los dos rieron y él la cogió en su regazo y se la llevó al bungalow de la playa de Nayarit, pasarían la noche en la isla y luego irían a Las isla Marietas.....



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