Esa Mujer II

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Capítulo 2- La cuenta atrás

Alba hizo más, quería que su sobrino dijera a los niños que María había muerto, y que estaba rompiendo con Esteban. Pero él era reacio a todo esto, era demasiado reciente, María se sentiría demasiado sola si la dejaba allí.

Era tarde en la noche, Maria sentía que su corazón ya no latía, la tristeza, el desamor y la mentira la abandonaban así. Esteban entró en la habitación de Heitor, como siempre iba con un pañuelo que María le regalaba siempre que viajaba, entró tapó al hijo y luego le dio un beso en la frente.

- Lo siento mi niño por no llegar...- salió de la habitación de su hijo y se dirigió a la habitación de Estrella, la niña dormía, murmuraba en sueños, siempre hacía ese sonido cuando María no estaba, solo paraba cuando su madre cantaba o le contaba un cuento a la niña. Esteban sintió que el corazón le dolía aún más.

Una semana después María estaba en el baño de sol, junto con las otras detenidas, pero estaba sentada sola en un rincón del patio, unas mujeres la vieron y quisieron buscar pelea. Una mujer que vivía allí desde hacía mucho tiempo se sentó al lado de María, sin decir nada, era como una advertencia para las demás, María era suya e intocable.

- ¿Quieren saber por qué está aquí, señorita? - habló la señora mirando al suelo, al igual que María.

- ¡Estoy aquí por amar demasiado y creer que el amor podía superarlo todo! - el resentimiento era palpable en el tono que utilizó.

- Los hombres siempre serán nuestra perdición, ¿lo mataste?

- En realidad me acusaron de matar a una mujer.

- ¿Su amante?

- Creo que sí, pero ¿y usted?

- Maté al que hizo daño a mi hija, al que me la arrebató, sólo tenía 17 años, y dos vagabundos la violaron y la dejaron morir.

- Que cruel, pagaron por lo que hicieron. - levantó la cabeza y miró a la señora. - Maria Fernandez.

- ¡Citlale Dias! - las dos se dieron la mano a modo de saludo.

Pronto las dos empezaron a hablar siempre, además de comer juntas, María y Dias como le gustaba que la llamaran, se hicieron amigas, y por supuesto una protegía a la otra. Dias recibió la visita de un hombre que la ayudó, con la venta de sus muñecas y cestas de paja, y por supuesto con ropa y productos de higiene.

 María recibía productos de otra persona, siempre eran los mismos que usaba cuando la soltaban, así como ropa interior y algunas prebendas que compraba a algunas presas, como cigarrillos, pasta de dientes y champú.

- Maria Fernandes, tienes visita. - Un guardia entra en la celda y la llama.

- Visita para mí, estoy aquí hace casi un mes.

- Vamos, muñequita, no tengo solo a la princesa para llevar, vamos.

Maria se levanta y sigue al guardia, fueron al sector de visitas de abogados, diferente al sector de visitas normales. Cuando Maria entro en la habitacion y vio su espalda, el olor que sintio de su perfume fue el mismo que cuando entro en la habitacion de Patricia la noche que la acusaron de su muerte.

- ¿Qué hace usted aquí? - preguntó María nada más entrar.

- Hola María, he venido a hacer lo correcto, ¡te voy a sacar de aquí!

Ella lleva tu alegría en sus ojos verdes
Ella te quitó la risa y te dejó en desvelo

Debe ser algo muy grande el amor que tenías

Aún cuando tenías muy claro que no volvería

Mira

Olvidate

Ya vive aquí mi piel

AlejateMejor regresaré

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