Un asunto diplomático VIII

56 9 3
                                    


Navarro se vistió y salió, miró a su alrededor y sonrió, se dio cuenta de que no había nadie y bajó al piso de su hijo.

- Se fue, pensó que nadie le vería salir.

- James, que pasa con esto, si Isabel lo trajo aquí es señal de que le gusta.

- Es que no quiero tener que ayudarla otra vez. - Dijo contrariado.

- Fernando Navarro no es Salvador de Alencar. - MJ habló con seriedad y se acercó a él. - Ella no pidió ser atacada esa noche, Salvador pagó caro lo que hizo, ella lo amaba, y sí fue vulnerable cuando Salvador le pidió matrimonio y no aceptó sus condiciones. Pero con Navarro es diferente y lo sabemos, ella está amando a Fernando Navarro. 

- Quise matarlo cuando la vi sangrando en el suelo. - hablaba con el odio mortal que sentía por Salvador.

- Está bien, ¿verdad? - sonríe y le besa en los labios. - Igual que ella te salvó aquella noche, tú también la salvaste.

- Vamos a dar un paseo, Bruce está con ella ahora, y cuando vuelva no quiero estar en el pellejo de lo senador, se enfadó mucho.

-Ella lo hará comer mierda. - Los dos se besan y salen de la casa principal y van a su ala.

[...]

En un lugar poco convencional....

- Señora, yo no conocía - el hombre con una gran cicatriz en la cara mira a Isabel.

- Muy bien, ahora dame el paquete. - dijo Isabel muy enfadada.

- Como puede ver, está intacto, no hemos hecho nada con él.

- Creo que está bien, y si hay una próxima vez, hazme un favor, patea su blanco culo de vuelta a los Estados Unidos.

- Lo haré con gusto, señora, y el resto de ustedes, ¿puedo quedarme?

- No, claro que no. Les daremos un susto de muerte y esperaremos que no vuelvan a pensar que esta es una tierra sin ley. Gracias por ahora.

- ¿Puedo quedarme con el dinero?

- Sí, si prometes alimentar a una institución, de lo contrario enviaré a los otros aquí.

-Sólo dime cuál quieres y enviaré a mis hombres a entregarlo hoy. -Sabes que aquí somos justos, una mano lava la otra.

-Oye, están negociando mi dinero. - dijo el joven, creyéndose con derecho a dar su opinión.

- Dinero que usaría para comprar cocaína y llevármela a casa, así que sí tu dinero será bien empleado aquí, y mantén la boca cerrada, porque yo no me levanto de mi cama para darle beneficios a un hijo de papá. Bruce lo lleva a él y a los demás, van en el compartimento de carga. - dijo refiriéndose al compartimento de carga del avión.

- Yo no voy en la carga de nadie. - Dijo el joven berrinchudo.

- Vale, pues ponlo en la cesta del avión. Los demás pueden ir en la carga.

Bruce tomó a los cinco jóvenes además del hijo del senador, Isabel subió al auto y salió del lugar, Juárez es un lugar muy peligroso, pero ella conocía a algunas personas que tenían contacto con otras personas, y era cuestión de horas para encontrar a los jóvenes y regresar a casa. Horas después entró a la sala de una lujosa mansión en la capital de los Estados Unidos, Isabel tenía al joven a su lado.

-Qué maravilla haber podido conseguir a Isabel. - dijo el señor canoso.

- Lo fue, ¿verdad? Pero ya sabes que todo tiene un precio, la cantidad que se llevó tu hijo se la quedó el cártel, y yo no protesté.

Cuentos cortos en español ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora