Las ruinas del tiempo V

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5 - Un momento de ahora

penúltimo capítulo


- ¡Y luego puedes volver a hacerme la pregunta!

- ¡Me enamoro de una mujer así! - Durante unos instantes los dos estuvieron flirteando, hasta que alguien entró corriendo en la habitación.

- Abuela, abuela, mira lo que he encontrado, mi muñeco de Iron Man estuvo aquí todo el tiempo. - Dionisio se endereza para que no se vea nada y el niño se asusta o les cuenta a sus padres que vio a su abuela saliendo con su tío.

- Está bien que me guste Iron Man, es mi personaje favorito, podemos jugar juntos, ¿qué te parece? - intenta ignorar la pregunta del niño, pero siente curiosidad.

- Sí, podemos jugar, pero mi abuela tiene la cara lastimada, mira, ¿tu barba te hizo eso? - se acerca y le pone la mano en la cara a Refugio.

- No le dolió a Beh, la abuela piensa que la barba de Dionisio es encantadora, y a mí no me dolió, estoy roja del cansancio y del calor, eso es todo, mi amor, ahora ve a prepararte y te llevaremos a casa. - dobla más las piernas en el sofá para ponerse cómoda, y luego mira a Dionisio que la parpadea.

- Ah sí, mi abuelo Julián también lleva barba, y nunca te ha hecho daño, ¿verdad abuela? - y ni siquiera espera la respuesta y sale de la habitación, pero lo que hizo sin querer le dejó la sangre hirviendo en cierto alguien.

- ¿Abuelo? ¿Llama abuelo a tu exmarido?

- Nació cuando yo aún estaba casada, Dionisio, y sí, Julián quiere a mis nietos, todos les llaman así menos Rebeca que no, la regañó una vez, y desde entonces ya no le habla. Ángel, Paco, Miguel, Bernardo y la pequeña Isabel todos llaman abuelo a Julián. Y si eso va a ser un problema, creo que mejor no conocer al resto de mis nietos. Adoran a Julián, aunque ya no le vemos tan a menudo como antes, ahora con su trabajo en el Ministerio de Justicia, se hace difícil, pero en algunas ocasiones familiares viene, viene con su nueva mujer. Y ni siquiera me importa.

Refúgio se levanta del sofá y va a prepararse para llevar a su nieto a casa, dejando a Dionisio boquiabierto, definitivamente estaba con la Mujer Correcta, después de que ella lo dejara allí, cogió el móvil e hizo dos llamadas, una para reservar el restaurante al que iban y luego la segunda, una muy importante.

Cuando ella salió del armario, estaba preciosa, un vestido verde, un collar y un ligero maquillaje, se puso los zapatos sentados en la cama mirándole, que desde que llegó allí no podía quitarle los ojos de encima.

Cuando ella salió del armario, estaba preciosa, un vestido verde, un collar y un ligero maquillaje, se puso los zapatos sentados en la cama mirándole, que desde que llegó allí no podía quitarle los ojos de encima

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- ¿Me vas a llevar ya a cenar?

- Con toda la certeza del mundo. Refugio, eres mi esposa, la mujer adecuada para mí, y no dejaré que vuelva a escaparse. - va hasta donde está ella y se arrodilla, la ayuda a ponerse las sandalias, besándole los pies y subiendo hasta sus rodillas. - Puedo olerte desde aquí, ¿sabes? - Ella se sonroja, mirándole, cómo lo sabía, cómo podía hacerle eso, ponerla cachonda con el simple hecho de ayudarla a ponerse las sandalias.

- Creo que será mejor que paremos, tenemos que irnos, Amor. Dionisio, quiero avisarte, todos estarán allí, vale, mis hijos, mis nietos y mis nueras.

- Lo sé, Bernardo me dijo que todos estarán ahí, vámonos entonces estoy listo para conocer a la familia de mi futura esposa. - la coge de la mano y la besa y luego caminan hasta el salón. Durante el camino, solo Bernardo hablaba, ella era tan parlanchina, hablaba de los juguetes de sus amigos de la escuela, cuando se estacionaron frente a la casa de Edmundo, no hubo necesidad de anuncio, ya todos estaban ahí esperándolos.

- ¡Qué calurosa bienvenida! - abrió los brazos para recibir a sus nietos que corrieron hacia ella, la pequeña Isabel, se retorcía en el regazo de su madre para ir con los demás.

- Ya te cogerá mi amor, ¡tranquila! - dijo Consuelo tratando de calmar a su hija.

- Ven, amor de la abuela, te extrañé. - Refugio le hizo cosquillas en el cuello a su nieta haciéndola reír. - Amores quero apresentarles Dionisio Ferrer...- fue interrumpida.

- Es el novio de la abuela, la besa igual que mi padre y mi madre.

- Bernardo, ¡qué modales, yo no te eduqué! - Dijo Lucero tomando del brazo al muchacho.

- Eh, novio, a eso le llamo yo novio, mi amigo. - Llegó Julieta tomando a su nieta en el regazo de su amiga y dormitando.

- Bueno, como le dije antes, bienvenido a la familia señor Ferrer, ella es mi esposa Lucero, y mi hija Rebeca, a mi hijo ya lo conoce.

- Encantado de conocerle, señor Ferrer. - Patricio y Olga se acercaron y le saludaron, al igual que Ignacio y Consuelo.

- Me alegro de conocer a la familia de esta encantadora mujer, ¡y les pido su "consentimiento" para salir con Refugio!

- ¿Ahora necesitas el permiso de mis hijos para salir conmigo, Dionisio?

- Más vale prevenir que curar, ¿verdad, mi amor? - todos allí se echan a reír y después de hablar Refugio y Dionisio salieron a cenar.

La llevó a un sitio elegante, se sentaron, él pidió, sirvieron el vino y luego la cena, la conversación fue tranquila, se contaron más cosas de la vida de cada uno, eran casi las 10 de la noche cuando Dionisio pidió la cuenta y se fueron.

Llegaron al dormitorio, ella no tuvo tiempo de pensar mucho, Dionisio la deseaba tanto que fue rápido.  Le quitó la ropa tirándola al suelo y la puso de rodillas en la cama, ella se mordió los labios y tiró de la sábana para taparse, cuando él ya estaba desnudo, se colocó detrás de ella y allí se amaron toda la noche, ¡con un amor loco y deseable!

  Le quitó la ropa tirándola al suelo y la puso de rodillas en la cama, ella se mordió los labios y tiró de la sábana para taparse, cuando él ya estaba desnudo, se colocó detrás de ella y allí se amaron toda la noche, ¡con un amor loco y deseable!

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